Al iniciarse la II Guerra Mundial en 1939, España no se declaró neutral sino que eligió la fórmula conocida como de “no beligerancia”. Esta postura implicaba que no entraría directamente en combate pero también un apoyo moral y sobre todo material a las potencias del Eje. Este apoyo se materializó de muchas formas, entre ellas el aprovisionamiento a los submarinos de la marina alemana.
El Abwehr, organización de espionaje dirigida por el Almirante Canaris, había establecido una sólida base en nuestro país durante la Guerra Civil y ahora pretendía obtener ayuda de Franco en la tarea de organizar una red de espías en Gran Bretaña. El dictador se dispuso, por lo tanto, a devolver parte de la inestimable y vital ayuda que las potencias fascistas le habían prestado durante la Guerra Civil, sin la cual nunca la hubiera ganado.
Fue Serrano Suñer, el “cuñadísimo”, quien dio orden de colaborar con los servicios secretos alemanes a su embajador en Londres, el Duque de Alba. Éste debería obtener información así como prestar cobertura a los agentes que los servicios secretos españoles decidieran enviar.
El escogido por Serrano era un personaje extremadamente peculiar, Angel Alcázar de Velasco, un falangista radical y abiertamente pronazi, ex torero, pintor, ensayista y poeta. A pesar de haber tenido problemas con el régimen, se había convertido en su hombre de confianza ya que Alcázar era la persona a quien el ministro recurría para encomendarle las misiones más delicadas.
Una de esas misiones había sido la participación de Alcázar en la Operación Willi: el intento de secuestro por los nazis en Lisboa del Duque de Windsor —el ex rey Eduardo VIII, obligado a abdicar por casarse con la millonaria Wallis Simpson— para reponerlo en el trono, deponer a Churchill formando un gobierno favorable a Alemania y pactar una paz negociada con Hitler.
Sin embargo no fue óbice para que Serrano Suñer enviara a Alcázar de Velasco a Londres como agregado de prensa de la embajada española, con el objetivo de crear una red de espionaje para el Abwehr en Gran Bretaña.
Antes de su llegada, ya existían dos redes de información operando en el país con respaldo de varios diplomáticos y militares, pero sus labores eran distintas, ya que vigilaban la actividad de los republicanos españoles exiliados en Londres, principalmente Juan Negrín, último presidente del Gobierno de la República; Pablo de Azcárate, embajador español hasta 1939, o el intelectual Salvador de Madariaga.
La embajada española tenía un especial interés para los británicos porque la cercanía entre la España de Franco y la Alemania de Hitler la convertía en una de las bases para el espionaje alemán. Lo que quizá no esperaban los británicos era la chapucera organización de la propia embajada y de sus espías.
La llegada de Alcázar de Velasco no mejoró la situación. Su comportamiento y “profesionalidad” quedaron claros desde el principio. Así lo atestiguan las palabras de Luís Calvo, uno de sus colaboradores:
”La primera noche que lo vi me pareció una de las personas más vulgares que había conocido en mi vida. Siempre fanfarroneando sobre sus influencias e intimidando a todo el mundo. Una de las cosas que solía decir es que podría ser nombrado embajador en Londres. Se consideraba ateo y hacía bromas pesadas sobre Jesucristo”.
El sentido común más elemental nos dicta que un espía debe ser, cuanto menos, discreto. Pasar desapercibido y ocultar sus verdaderos intereses parece la actitud más conveniente para un agente secreto. Sin embargo, Alcázar desde el primer día demostró su progermanismo en público y en privado, contactó con destacados fascistas ingleses y llegó a presentarse en el club más selecto de Londres con uniforme falangista, dando vivas a Hitler y comiendo pescado con los dedos… Y, por si todo esto pareciera poco, cuando visitaba Madrid fanfarroneaba en público de dirigir 21 agentes en Inglaterra.
Tan de notar se hizo que el servicio de inteligencia inglés le interfirió rápidamente la correspondencia y escuchaba sus conversaciones telefónicas. Seguramente se reían de él considerándole un bocazas con escaso talento para el espionaje.
La lista de sus despropósitos es extensa. A ella hay que añadir la redacción de un diario íntimo que fue fácilmente conseguido por el servicio secreto inglés que ya tenía por aquel entonces agentes de la talla de Kim Philby. ¿A qué espía se le ocurre escribir un diario?
La falta de profesionalidad de Alcázar de Velasco y sus colaboradores llegó a tal grado, que en los informes del MI5 sobre su red de espionaje pueden leerse perlas como esta:
”Es más ajustado a la realidad considerar su actuación como una representación propia de una opereta cómica, no muy distinta de la organización de espionaje que podrían haber creado los hermanos Marx”.
Alcázar de Velasco llegó a Inglaterra en febrero de 1941, y antes de que acabase el año tuvo que regresar precipitadamente a España al ser descubierto, dejando su red sin liderazgo y a merced de los británicos. El MI5 le dejó escapar para evitar represalias contra su gente en Madrid, pero detuvo al resto de colaboradores, los cuales fueron internados en el campo 020, una cárcel de espías en territorio inglés donde pasaron el resto de la guerra.
El espionaje español en Londres acabó como tenía que terminar: Con la red desmantelada y sus integrantes presos. Fue un ejemplo de falta de profesionalidad, indiscreción e ingenuidad, una auténtica chapuza.
No fue éste el fin de las andanzas del extrovertido Alcázar de Velasco que continuó espiando para los alemanes y también para los japoneses. Pero esa es otra historia…
”Es más ajustado a la realidad considerar su actuación como una representación propia de una opereta cómica, no muy distinta de la organización de espionaje que podrían haber creado los hermanos Marx”.
Alcázar de Velasco llegó a Inglaterra en febrero de 1941, y antes de que acabase el año tuvo que regresar precipitadamente a España al ser descubierto, dejando su red sin liderazgo y a merced de los británicos. El MI5 le dejó escapar para evitar represalias contra su gente en Madrid, pero detuvo al resto de colaboradores, los cuales fueron internados en el campo 020, una cárcel de espías en territorio inglés donde pasaron el resto de la guerra.
El espionaje español en Londres acabó como tenía que terminar: Con la red desmantelada y sus integrantes presos. Fue un ejemplo de falta de profesionalidad, indiscreción e ingenuidad, una auténtica chapuza.
No fue éste el fin de las andanzas del extrovertido Alcázar de Velasco que continuó espiando para los alemanes y también para los japoneses. Pero esa es otra historia…
Puede que de este patoso espía franquista sacara Manuel Vázquez Gallego en 1964 la inspiración para crear su personaje de cómic "Anacleto", como parodia de los agentes secretos entonces tan en boga en las pantallas cinematográficas…
Imágenes
1.Cabecera típica de la serie "Anacleto, agente secreto", publicada en la revista Pulgarcito de la editorial Bruguera. Tebeosfera
4. Jacobo Fitz-James Stuart, XVII duque de Alba, embajador de España en Londres durante el segundo conflicto mundial. En la foto aparece en la boda de su hija Cayetana, en 1947.Hola
5. Ángel Alcázar de Velasco, vestido con el uniforme falangista. Un "simpatiquísimo pequeño fanático", como se lee en los informes confidenciales del MI5. Salvar al soldado Gómez
Fuentes documentales
Bibliografía
ANDREW, C. The Defence of the Realm: The Authorized History of MI5. Penguin Books, UK, 2010.
HEIBERG, M. y ROS, M. La trama oculta de la Guerra Civil. Los servicios secretos de Franco, 1936-1945. Editorial Crítica, Barcelona, 2006.
JUÁREZ, J. Madrid, Londres, Berlín. Espías de Franco al servicio de Hitler. Temas de Hoy, Madrid, 2005.
RODAO, F. Franco y el imperio japonés. Imágenes y propaganda en tiempos de guerra. Plaza & Janés, Barcelona, 2002.
ROS, M. La guerra secreta de Franco (1939-1945). Editorial Crítica, Barcelona, 2002
Prensa digital
- Anacletos de Franco.W. Oppenheimer. El País, 01-11-2009.
- Diez historias (españolas) de espías de la II Guerra Mundial. J. Juárez. El Mundo, 16-01-2010.
- Un novillero al servicio de los nazis. L. Gómez. Las Provincias, 26-08-2011.
- Diez historias (españolas) de espías de la II Guerra Mundial. J. Juárez. El Mundo, 16-01-2010.
- Un novillero al servicio de los nazis. L. Gómez. Las Provincias, 26-08-2011.
- Galicia en guerra. S. Romero. La Opinión de A Coruña, 13-09-2009
Webgrafía
- “Alcázar de Velasco. Torrente viaja a Londres”. Salvar al soldado Gómez.
- “Memorias de un agente indiscreto”. Libro de Notas.
- “Memorias de un agente indiscreto”. Libro de Notas.
Anacleto en los dominios de James Bond el cariñena contra el martini seco,agitado nunca revuelto,sin color,nos vemos.
ResponderEliminarpues no sería de extrañar!!!
ResponderEliminarQue didáctica la entrada de hoy,con razón los llamaban anacletos.
ResponderEliminarUn besico
Interesante historia, seguro que Anacleto lo haría mejor que el espia franquista.
ResponderEliminarSalud, República y Socialismo
Severino, por lo cutre también hace pensar en el casposo Torrente
ResponderEliminarNos vemos
Y tanto, Noel.
Buda, como vulgarmente se dice eran más torpes que un cerrojo.
Besicos
Seguro que sí, Antonio, y además era más simpático.
Salud y República
Anacleto es un personaje simpático y sin más pretensiones que ser personaje de tebeo. Este Alcázar era, por lo que dices, un fanfarrón indiscreto, justo lo contrario de un espía.
ResponderEliminarSalud y República
Y además, Rafael,Anacleto nunca recibía el sueldo o la recompensa por su trabajo mientras que el espía franquista se las arregló para conseguir honores a pesar de sus espectaculares fracasos.
ResponderEliminarSalud y República
Entre Anacleto y el espía franquista, los sucesos parecen una viñeta del TBO. Ojalá hubieran sido simplemente éso.
ResponderEliminarUn abrazo
Cierto Verdial,aunque el TBO era mucho mejor.
ResponderEliminarUn abrazo