06 mayo 2012

Adiós a los que se quedan…


…y a los que se van, también.


Así comienza la primera estrofa de la Albada, ese emocionante canto que Labordeta, allá por los 70, llevó por toda mi tierra aragonesa para levantar a las gentes, en su mayoría jóvenes, para luchar por un cambio que se hacía imprescindible.

Así quiero comenzar también yo a decir adiós. Han sido más de tres años en este camino, en este viaje que inicié buscando a un abuelo al que nunca conocí pero por el que siempre tuve el sentimiento de pérdida, la nostagia, el orgullo por sus ideales…  que me transmitieron mi abuela y mi madre.

Y la determinación por honrar su memoria y hacerle justicia.

En todo viaje que se emprende se viven experiencias positivas y negativas. Tanto las unas como las otras te van modelando haciendo que, inevitablemente, ya no seas el mismo cuando te detienes que cuando comenzaste a caminar.

En ese cambio tienen mucho que ver las personas a las que vas encontrando en el camino; muchos de vosotros me habéis acompañado desde el inicio durante largas etapas, etapas que se hicieron más cortas, más llevaderas, más enriquecedoras... gracias a vuestro aliento, a vuestra cercanía.

 Otros, compañeros en breves trayectos, aportastéis frescura y alegría cuando el camino se hacía cuesta arriba.

También hubo quienes, como inevitablemente pasa en todo viaje, intentaron por todos los medios que “volviera a casa”: los que de una forma paternalista me aconsejaban que no era bueno “reabrir heridas”, los que  desde el respeto opusieron sus argumentos a los míos y aquellos que, careciendo de argumentos,  profirieron toda clase de insultos.

Todos ellos consiguieron justo lo contrario de lo que pretendían. Que siguiera
adelante con más determinación aún.

Hoy, sin embargo, considero que este viaje debe terminar. Creo que este blog que nació con pocas pretensiones, ha cumplido su fin. Me consta que ha contribuido modestamente a mantener viva la Memoria y ha animado a muchas personas a emprender la aventura que los familiares de los Fusilados de Torrellas hemos llevado felizmente a cabo.

Queda mucho por hacer, qué duda cabe…Confieso que en  mi decisión también hay mucha dosis de agotamiento.

Agotamiento por relatar tanta violencia, tanta infamia, tanto dolor…nunca compensado por las innumerables pruebas de heroísmo, de dignidad de tantos republicanos y republicanas, algunas de las cuales han visto la luz por primera vez en este blog.

Adiós a los que se quedan…

A Paquita, que como las montañas que ama  se ha hecho eco tantas veces de mis escritos…

A Buda, que alimenta nuestra alma con los productos de su inagotable alacena…

A Jesús, el dardo en la palabra, enamorado de la copla y de la canción italiana…

A Antonio, con sus siempre acertadas reflexiones y sus maravillosas fotografías…

A Óscar, nunca plebeyo sino  noble y honrado profesor de Historia, incansable viajero…

A Rafael, comprometido con la vida, excelente maestro, mejor persona…

A Isabel, su prosa nos hace ver a través de los ojos de la mujer romana y renovar nuestro interés por su mundo…

A Verdial, mágica escritora cuyas imágenes y recuerdos están llenos de sensibilidad…

…y a los que se van, también…

A Navegante Rojo, la estela republicana de su barco  marcó desde el principio mi andadura…

A Severino, incluso poniendo el dedo en la llaga nos hacía dibujar una sonrisa en la cara…

A Selma, buscadora de paz, amiga…siempre hospitalaria, su jaima siempre estuvo abierta y el agua fresca  de su oasis dispuesta para el viajero sediento…

A Lux, amigo siempre contradiciendo a la distancia. No hay que decir más…

A Jesús, toda una vida consagrada a la Memoria. Siempre será un ejemplo a seguir…

Adiós a todos los que habéis hecho posible este blog leyendo sus entradas, comentándolas, poniendo a mi disposición vuestras páginas web, vuestros libros y todo tipo de documentación para prepararlas. Mi trabajo no hubiera tenido sentido sin todos vosotros.

Me voy. Pero el viaje de la vida nos conduce por muchos caminos.
 
Quién sabe. Quizás volvamos a encontrarnos en alguno de ellos.

Sea como sea, sabed que siempre tendréis en mi a un amigo.

¡Salud y República!


Imagen: El País

22 abril 2012

El abuelo ha vuelto a casa.

Feliciano Lapuente, mi abuelo.
Ya está. Desde hace unas pocas horas los restos de mi abuelo reposan junto a los de mi abuela.

Ha sido un instante de profunda emotividad. Todos nos hemos dado un abrazo  que simbolizaba la consecución de un sueño, la culminación de muchos años de lucha tratando de conseguir la dignificación de la fosa común en la que se encontraba, la ilusión por localizar sus restos y exhumarlos y por fin, hoy, su reinhumación de una forma pública, digna, humana.

Hemos vuelto a nuestras casas con un peso menos en el alma.

Un peso que comenzó a ser mucho más ligero desde el 10 de octubre de 2010 cuando pudimos exhumar los restos de los Cuatro de Torrellas, como los ha llamado siempre la señora Conce que con sólo 10 años vio cómo arrojaban sus cuerpos por encima del muro del cementerio de Ágreda para que cayeran en lo que benévolamente se llamó "cementerio civil". En la práctica, todos sabíamos que aquel lugar sólo era otra forma de humillación, otra manera de intentar borrar sus nombres de la historia.

La alegría por localizar sus restos y los de dos aviadores republicanos abatidos en las faldas del Moncayo se vio ensombrecida por la decepción de los vecinos de Vierlas que acudieron con la esperanza de encontrar también allí los restos de sus abuelos, asesinados como los nuestros en parecidas circunstancias. Pero sus abuelos no estaban allí.

Vierlas, Torrellas...constituyen una metáfora de lo sucedido en tantos pequeños pueblos de nuestro país, donde muchos de sus vecinos fueron sacados de sus casas en plena noche, conducidos a un paraje alejado del pueblo y asesinados allí alevosamente.

Nuestros abuelos forman parte de tantos miles de "paseados", fórmula empleada por sus asesinos a la hora de conducirlos a la muerte.

La identificacióin de sus restos mediante pruebas de ADN fue otra etapa más en la curación de nuestra herida, aunque para aquel entonces los familiares de los cuatro teníamos claro que si no era posible una identificación plena los enterraríamos a todos conjuntamente.

Así, cada vez más esperanzados, llegamos al pasado 14 de abril. La historia de Torrellas cuenta, desde ese día, aniversario de la proclamación de la Segunda República, con una nueva página que será recordada para siempre.

Unas 700 personas, una cantidad muy superior a la que esperábamos, participaron en los diferentes actos que tuvieron lugar en el funeral-homenaje a nuestros abuelos

Desde la solemnidad de la capilla ardiente instalada en la Casa de la Villa, pasando por el respetuoso cortejo que acompañó el traslado a pie de los restos hasta el pabellón multiusos, hasta el emotivo homenaje que tuvo lugar allí y la posterior inauguración del precioso Parque de la Memoria... todo sirvió para que el pueblo de Torrellas recibiera los restos de cuatro de sus vecinos, que volvían al lugar de donde nunca debieron salir.

Y para mostrar su reconocimiento a Marcelino, Luis, Gregorio y Feliciano, que dieron su vida por defender la democracia legalmente establecida pero pisoteada por el golpe fascista de 1936.

A la hora de escribir estas líneas me invade una mezcla confusa de sentimientos.

En ellos reconozco el agradecimiento que siento hacia tantas personas que nos han ayudado, en un momento o en otro, a realizar este sueño. No hace falta que las nombre, ellas ya lo saben, como saben que ya forman parte de nuestras vidas...

También me doy cuenta del alivio que siento. Me vienen a la cabeza las palabras de Nelson Mandela: "Saber que en tu día cumpliste con tu deber y estuviste a la altura de las expectativas de tus congéneres es por sí misma una experiencia gratificante y un logro magnífico".

Pero, por encima de todo, siento un gran orgullo.  

Orgullo por ese abuelo republicano al que no llegué a conocer...

Orgullo por la fuerza y el tesón de mi abuela, por la llama del recuerdo que nos transmitió mi madre... 

Orgullo por esta familia mía que tanto ha sufrido.

Por esta familia "suave como la arcilla, dura como el roquedal" que me ha hecho ser lo que soy.

¡Salud y República!



Funeral Homenaje a las víctimas del franquismo en Torrellas. YouTube













01 abril 2012

El círculo se cierra en Torrellas.

Cartel del Funeral-Homenaje. ARMHA
En los territorios que cayeron desde el 18 de julio de 1936 bajo el dominio franquista no hubo frente, no hubo guerra, solamente violencia y represión sobre la población civil. El terror se impuso para provocar la inmovilización.

Bajo esta premisa varios torrellanos, incluido mi abuelo Feliciano Lapuente, fueron sacados de sus casas para ser asesinados y abandonados en campos y cunetas.

Para aquellos golpistas era irrelevante que tanto mi abuelo como los demás fueran pacíficos vecinos que no habían planteado conflictos en los años precedentes. Sencillamente pusieron en práctica con ellos el programa de terror político previamente diseñado por el fascismo español.

Los verdugos fueron los guardias civiles y los falangistas que, una vez dominados los pequeños núcleos de población como Torrellas, comenzaron la dura represión de los que habían sido líderes de la defensa de la legalidad republicana, especialmente los alcaldes y los concejales, entre los que se encontraba mi abuelo Feliciano.

Ellos fueron los más significados pero no los únicos. La mayoría de asesinados en Torrellas eran trabajadores comprometidos en la defensa de sus intereses de clase. Su ejecución se hizo con fines ejemplarizantes, para infundir terror.

Muchas veces he pensado que mi abuelo tenía todos los números para que le tocase ser una víctima de aquella siniestra lotería, al reunir la doble condición de concejal socialista y de activo sindicalista de la Unión General de Trabajadores.

Era, por un lado, un adversario ideológico, republicano y de izquierdas. Pero también era un trabajador, un jornalero. Por ello sufrió una represión de clase, el castigo al pujante movimiento obrero que había puesto en peligro la dominación de la oligarquía tradicional.

Casa de la Villa de Torrellas, donde se instalará la capilla ardiente con los restos de nuestros abuelos. Wikimedia
Tras el asesinato de aquellos torrellanos, debió de haber comenzado para sus familiares  el duelo, la reacción normal después de la muerte de un ser querido. El duelo, muchos de nosotros lo hemos vivido, es un proceso más o menos largo y doloroso de adaptación al vacío que ha dejado la pérdida, en el que debemos soportar el sufrimiento y la frustración que comporta.

Todo ser humano, por el mero hecho de serlo, tiene derecho al duelo por parte de aquellos que lo amaron en vida. Y ese duelo exige la presencia del cadáver con el fin de poder enterrar dignamente los restos del difunto.

Sin embargo, los asesinos de mi abuelo y de sus compañeros violaron también los ritos sociales relacionados con el entierro, el duelo y la tumba. Sus cuerpos no fueron dejados en una fosa ignota o abandonados a las alimañas, como en tantas ocasiones ocurrió.

Ellos tuvieron la “suerte” de ser enterrados en una fosa común  del cementerio civil de Ágreda, gracias a la piadosa y valiente decisión de unos vecinos de esta localidad soriana.

A las viudas, los padres, los hermanos, las madres…se les impidió que fueran allí a llorarles. La presencia material de la tumba, que permite a los familiares inmortalizar al ausente a través del rito de la memoria, les fue negada por sus asesinos empeorando aún más el trauma que les produjo la muerte violenta de sus seres queridos.

Durante décadas, sólo de noche y de forma clandestina se atrevieron a visitar aquella fosa común que año tras año se iba degradando, en un intento por las autoridades franquistas de borrar aquel lugar de memoria acumulando en él desechos de todo tipo, desacralizando aún más un lugar que ya de por sí estaba destinado a los “rojos”, a los bebés sin bautizar y a los que se suicidaban; los que no merecían un entierro “como Dios manda”.

Cuando pienso en aquellos años que siguieron al asesinato de mi abuelo no puedo dejar de admirar el temple de mi abuela Mercedes, admirar cómo logró sobrevivir con dos hijas pequeñas en aquellas condiciones de persecución de los vencidos, de hambre, de enfermedades, de miseria…

Cómo logró sobrevivir llevando sobre los hombros unas cargas psíquicas tan pesadas que podrían acabar con cualquiera, incluso en situaciones de abundancia material. El terror continuo, la negación de su estado de viudedad, la prohibición de llevar luto o exteriorizar su duelo, la falta de esperanza en el porvenir…

Y, por encima de todo, el silenciamiento de todos estos sentimientos tan intensos y tan dolorosos, silencio que por sí solo es, al decir de muchos especialistas, un peligro para la salud, ya que reprimir emociones y guardar secretos tan traumáticos mina la resistencia de cualquiera. 

Hoy día, que tanto se predica sobre el respeto a los familiares de las víctimas del terrorismo, compárese la situación con el “respeto” que se les dispensaba en el pasado.
Pabellón multiusos donde tendrá lugar el acto de homenaje. RedAragón

El duelo no acaba hasta que no se encuentra el cadáver. Y nosotros fuimos afortunados porque el día 10 de octubre de 2010 conseguimos ver cumplido el sueño de mi abuela: localizar y exhumar los restos de mi abuelo y de sus compañeros para enterrarlos de la forma digna que toda persona merece.

Fue la antorcha que mantuvo siempre encendida y que transmitió a sus hijas para que éstas, a su vez, nos la pasaran a los nietos, la generación que, con la ayuda de muchas personas, hemos conseguido hacer su sueño realidad.

El próximo 14 de abril, no podría ser fecha más emblemática, podremos cerrar el círculo. Los restos de nuestros abuelos nos serán, por fin, entregados, satisfaciendo la demanda de los familiares de recuperar a nuestros seres queridos y poderlos enterrar digna y públicamente. 

Se cumplirán así dos obligaciones: permitir el duelo que se negó a las familias y saldar la deuda moral e histórica de Torrellas al reconocer la contribución de varios de sus vecinos a una sociedad más justa y democrática.

Torrellas. Turismo de Zaragoza

Han sido muchos, muchos los años de silencio. Pero silencio no es lo mismo que olvido.

El olvido es la peor de las muertes. Y muchos han intentado, de una forma u otra, que les olvidáramos.  

No lo han conseguido.

Así reza la frase que escribió Miguel Hernández en plena guerra civil, preso en una cárcel franquista, y que figura en la placa que descubriremos en homenaje a nuestros abuelos:

“Aunque el otoño de la Historia cubra vuestras tumbas con el aparente polvo del olvido, jamás renunciaremos ni al más viejo de nuestros sueños”.

A todos los que me leéis os invito cordialmente a acompañarnos.

¡Salud y República!

18 marzo 2012

Carlota O'Neill, la primera crónica de la Guerra Civil


Carlota O'Neill. Nodo50
Aquella tarde, se rebelaron en Melilla y en otras ciudades del Protectorado Español en el Norte de África, la mayoría de las unidades militares acantonadas en la zona, entre las que se encontraban las Fuerzas de Regulares Indígenas, tropa conformada por soldados de origen marroquí. Uno de sus primeros objetivos militares era el asalto y la toma de la base de hidroaviones de El Atalayón, cuyos oficiales y personal eran conocidos por su lealtad al gobierno del Frente Popular, recién elegido el 14 de Abril de 1936.

El capitán de la base, Virgilio Leret Ruiz, su esposa, la escritora Carlota O’ Neill, y sus dos pequeñas hijas se encontraban de visita en un cementerio moro cuando divisaron en la carretera a un tabor de infantería y a un escuadrón de caballería, los cuales se dirigían en dirección a la base.

Carlota y las niñas regresaron a una draga anclada en la bahía, donde se hospedaban aquel verano hasta entonces idílico. Virgilio y sus dos alféreces, Armando González y Luis Calvo, con un puñado de hombres, organizaron la defensa.

Ante el nutrido tiroteo se unió al asalto otro contingente militar de las Fuerzas de Regulares, comandado por el temible Sid Mohammed Mizzián (*). Sin municiones, sin aviones —sus motores se encontraban en reparación por orden de Madrid— ante la superioridad del enemigo, los aviadores se rindieron. Sin embargo, la defensa de la base de hidros, la única instalación militar en el Protectorado de Marruecos que supo organizar resistencia armada, les causó dos bajas a las tropas golpistas, las primeras de la Guerra Civil española.

Virgilio Leret y sus dos suboficiales fueron pasados por las armas, en una fecha que, se cree, fue al amanecer del 18 de julio.

Carlota y sus hijas quedaron aisladas  en manos del sustituto de su marido, el rebelde capitán Soler. Desesperada, sin apenas noticias de lo que ocurría, Carlota O'Neill se puso a escribir la primera crónica sobre la Guerra Civil: unos cuantos folios en los que la periodista escribió con letra apresurada la cruenta batalla que se libró en la base de Hidros de El Atalayón en Melilla el 17 de julio de 1936.  Y de la que ella fue testigo desde una draga anclada a escasos 200 metros de la base.

Lo que ignoraba es que ella también estaba bajo sospecha.

Cinco días después la separaron de sus hijas y junto a su criada fue encarcelada en el fuerte de Victoria Grande. En medio del desamparo de su injusta prisión,  empezó a gestar la singular obra  Una mujer en la guerra de España, uno de los testimonios personales más valiosos sobre la sublevación del 36, un relato sobre la represión y la malvada necedad de los insurgentes, en el que nos sumerge en el tenebroso mundo carcelario femenino del franquismo.
Fachada principal de Victoria Grande (2001). Sur de Alborán
Confinada en la prisión fue testigo de cómo se torturaba a los hombres, se violaba a las mujeres y se asesinaba a todos impunemente en las cunetas de las carreteras.

O'Neill salió libre en 1941. Su criada, un poco antes. La batalla para recuperar a sus hijas fue ardua. Su suegro las encomendó al Tribunal Tutelar de Menores para arrebatárselas. El padre de Virgilio Leret, militar adherido a los insurgentes, siempre achacó las ideas republicanas y progresistas de su hijo a la influencia de su compañera Carlota, y todos los males posteriores de ella fueron debidos a esa persecución familiar.

Cuando logró que le devolvieran a sus hijas, residieron juntas en Barcelona. O'Neill trató de sobrevivir publicando cuentos, novelas rosa y críticas musicales en diferentes publicaciones con varios seudónimos. No escogió cambiar su nombre por capricho, los “vencidos” eran discriminados y humillados. La delación y el miedo los perseguía.

 En 1949, la madre y las hijas consiguieron embarcarse en el Bailén, buque petrolero que arribaría a Venezuela. Un viaje temerario, puesto que escapaban del Tribunal Titular de Menores a quien pertenecía la patria potestad. En Venezuela O’Neill trabajó en la prensa y en la radio. Allí vio la luz la primera edición de Una mujer en la guerra de España. 

Más tarde se trasladaría a México, país vinculado a la familia de Carlota y optó por la nacionalidad mexicana. Afincada en México hasta el final, allí publicó varias obras de teatro: Circe y los cerdos, Cómo fue España encadenada y Cinco maneras de morir.
O'Neill trabajando en Televisa (Caracas) en 1963. Público

También los libros Romanza de las rejas y Los muertos también hablan; en éste último O’ Neill cuenta los episodios relativos a los planos y memorias de un invento de su esposo, el “mototurbocompresor de reacción continua”, un motor diseñado en 1933 por el capitán, piloto e ingeniero mecánico electricista Virgilio Leret Ruiz.

La invención revolucionaba el empuje, la velocidad y la fuerza de los motores vigentes para la fecha. En plena Segunda Guerra Mundial, Carlota había entregado al gobierno de Inglaterra, a través de su embajada, el invento de Virgilio, con el propósito de ayudar a los aliados, creyendo honradamente que liberarían a España del fascismo.

Las nietas de O’Neill recuerdan que nunca en su vida su abuela habló de sus penurias, de sus años de prisión, ni de la cruel posguerra. Para vivir, cerró como pudo las heridas. Su legado, las publicaciones de una maravillosa escritora y periodista, da fe de ello.

Carlota O’Neill fue testigo del levantamiento de las tropas rebeldes en África contra el gobierno de la República y desde la prisión de Victoria Grande, fortaleza construida en 1736, describe la persecución sanguinaria contra civiles, políticos y militares, pero, sobre todo, nos introduce en la vida de las mujeres presas por el franquismo.

Fue una mujer libre, intelectual y republicana. 

Fue la primera cronista de la Guerra Civil.



(*) Ver, en este mismo blog, "Grandes asesinos fascistas (II). Ben Mezzian y los moros de Franco"


Fuentes documentales

Bibliografía


CASANOVA, J. Morir, matar, sobrevivir. La violencia en la dictadura de Franco. Crítica, Barcelona, 2010.
GONZÁLEZ DE SANDE, M. La imagen de la mujer y su proyección en la literatura,  la sociedad y la historia. Arcibel Editores, Sevilla, 2010.
O’NEILL, C. Una mujer en la guerra de España. Oberon, Madrid, 2003
O’NEILL, C. Romanza de las rejas. Costa-Amic, Mexico, 1977..
PRESTON, P. El holocausto español. Odio y exterminio en la Guerra Civil y después. Random House Mondadori. Barcelona, 2011.
TORRES, R. Desaparecidos de la guerra de España. La Esfera de los Libros, Madrid, 2002.

Prensa digital
  • “Carlota O’Neill cuenta su experiencia en la guerra de España”. El País, 15-06-1979.
  • “La primera crónica de la guerra”. K. Orozco. Público, 17-07-2010.
  • “Carlota O’Neill, testimonio de la represión franquista”. M.J. Esteso. Diagonal, 19-04-2010.
  • “La memoria dolorida de Carlota O’Neill. Relato de una periodista republicana en la cárcel franquista”. I. de la Fuente. El País, 12-12-2004.
  • “Libre, intelectual y republicana”. K. Orozco. Público, 17-07-2010.
Webgrafía
Material audiovisual
  • Virgilio Leret, el Caballero del Azul. Documental  emitido por RTVE el 13 de marzo, al que ya no se puede acceder por “restricciones de derechos”.

04 marzo 2012

Los héroes olvidados de El Atalayón y Sania Ramel

 Virgilio Leret junto a un Breguet XIX. Ohmynews
Son las cinco de la tarde del viernes, 17 de julio de 1936. Un grupo de tropas moras de Regulares, apoyadas por una sección de infantería, las primeras unidades del ejército de África que iniciaban la sublevación, se lanzan al asalto, por sorpresa, de la base de hidros de El Atalayón, próxima a Melilla.

Con la mayoría de la tropa de permiso y los motores de los hidroaviones desmontados para una revisión mecánica, están seguros de no encontrar oposición. Sin embargo, el jefe accidental de la base, el capitán de aviación Virgilio Leret Ruiz, revólver en mano, les ofrece fuerte resistencia.

Leret consigue que algún personal le secunde y resisten durante tres horas, contra un número de tropas asaltantes muy superior, hasta acabar la munición.

Es en ese momento cuando el capitán Leret sale al exterior y arrojando el arma al suelo rinde la posición, asumiendo para sí toda la responsabilidad. "Yo soy el jefe y estos hombres se han limitado a seguir mis órdenes".

Un gesto gallardo pero también vano. Los rebeldes le fusilarán, semidesnudo y con un brazo roto,  con dos de sus subordinados, los alféreces González y Calvo, seis días después sin formalización de causa.

Hidroavión Dornier Wall como los que se encontraban en la base de El AtalayónForoaviones
Así terminaba la primera batalla de la Guerra Civil Española, que arrojó el balance de varios heridos leves en ambos bandos y las dos primeras bajas, ambas de los soldados atacantes.


La historia oficial afirma que Leret, los alféreces y otros suboficiales fueron ejecutados al amanecer del 18 de julio, momento en el que se iniciaba la sublevación en buena parte de la península.

Esta versión de los hechos se contradice con la extraoficial que circuló por Melilla –plasmada en las memorias de la esposa de Leret, Carlota O’Neill- en la que se afirma que serían encarcelados en el fuerte de Rostrogordo y fusilados el 23 de julio.

Los cadáveres serían enterrados en una fosa común, según la versión de los sublevados. Pero en la actualidad aún no se conoce el lugar donde descansan los restos del capitán Leret y de sus compañeros, considerados por muchos los primeros fusilados de la Guerra Civil.




Virgilio Leret junto a su esposa, Carlota O'Neill, y sus hijas. Nodo50
La tragedia no terminó aquí para la familia del capitán. Su esposa fue encarcelada durante cinco años tras un simulacro de juicio donde perdió la patria potestad de sus hijas, que fueron internadas en un orfanato.

Leret fue una víctima más de la guerra civil, sí, pero una víctima muy singular. Nacido en Pamplona en 1902, fue militar, aviador e ingeniero, además del inventor de uno de los primeros motores a reacción. Si bien no puede afirmarse rotundamente que idease el primer motor a reacción, su "Mototurbocompresor de Reacción Continua" fue coetáneo, si no anterior, de los de sus colegas Hans von Ohain o Frank Whittle, quienes se llevaron la gloria del hallazgo.

De no haber sido por la Guerra Civil, quizá ese honor habría correspondido también al capitán Virgilio Leret.

Al caer la tarde del 17 de julio, las noticias de lo ocurrido en El Atalayón, de la sublevación en Melilla y de la detención del general Gómez Morato, máxima autoridad militar, llegaron a oídos del comandante Ricardo de la Puente Bahamonde, primo hermano de Franco y jefe de las Fuerzas Aéreas con base en el aeródromo de Sania Ramel, a escasos kilómetros de Tetuán.

Comandante Ricardo de la Puente.  Estación Orán-Wahrán
Aunque se habían criado como hermanos y Ricardo había conseguido también como su primo Francisco los más altos logros de su carrera militar en  África, se empezaron a distanciar tras la revolución de Asturias de octubre de 1934. Reprimida por el propio Franco, De la Puente Bahamonde fue destituido fulminantemente de su puesto por apoyarla. Es conocida la frase que Franco dirigió a su primo Ricardo en una de sus muchas discusiones: "Un día voy a tener que fusilarte".

El aeródromo de Sania Ramel fue el primero que se construyó en el protectorado español de Marruecos. Una vez iniciada la sublevación y, dada su proximidad con Tetuán, propició que fuese elegido para el aterrizaje de Franco a bordo del "Dragon Rapide", habida cuenta que el aterrizaje en Tánger, destino inicial, era peligroso, pues la autoridades republicanas esperaban su llegada.

No es arriesgado suponer que  Franco, perfecto conocedor de la ideología de su primo, sabía que éste no cedería con facilidad a las presiones y sería necesario tomar el aeródromo por la fuerza.

De la Puente tampoco tiene dudas de que esa misma noche será atacado el aeródromo, por lo que toma medidas para retrasar, lo posible, la entrada de los hombres de Yagüe, acuartelados en Dar Riffie. Con este objetivo, detiene a varios oficiales comprometidos con la sublevación y, con los veinticinco hombres leales que le quedan, organiza la defensa.

Aeródromo de Sania Ramel. Rojo y Azul
Envía a uno de sus capitanes con varias camionetas por la carretera de Ceuta, para que las haga volcar en un puente cercano, impidiendo el paso de las tropas amotinadas. Hace iluminar la carretera con los faros del resto de vehículos disponibles e instala cuatro ametralladoras sobre una torreta de la base.

Madrid le ha asegurado que mandan varios aviones de refuerzo y que debe resistir a toda costa.

A las dos de la madrugada, ya del 18 de julio, recibe una llamada del jefe de la sublevación en Tetuán, el teniente coronel Sáenz de Buruaga. Si De La Puente no depone su actitud, una columna de artillería y tropas de regulares cercarán el aeródromo.

Los aviones de Madrid siguen sin llegar, pero De La Puente se mantiene firme. «¡Tendrán que pasar por encima de los que defendemos al gobierno legal en este momento! ».
Las fuerzas atacantes tienen mucha precaución en no dañar la pista de aterrizaje, que será utilizada en pocas horas por el avión que trae a Franco.

En menos de media hora empiezan a registrarse los primeros heridos entre los escasos hombres de los que dispone De La Puente. El comandante no tarda en comprender que los aviones prometidos no van a llegar nunca y  que resistir sólo servirá para aumentar el derramamiento de sangre.

 Antes de entregarse, no obstante, ordena a sus hombres que averíen varios aviones Breguet XIX, rompiendo sus depósitos de gasolina, radiadores y las ruedas del tren de aterrizaje para que no puedan ser utilizados por los sublevados.

Fortaleza de Monte Hacho, en Ceuta. Amigos del Peñón de Vélez de la Gomera

A las 05.15 horas de la madrugada del 18 de julio, enarbola un pañuelo blanco y entrega su pistola al comandante de los sitiadores. Él y todos sus hombres son detenidos y trasladados a la fortaleza del monte Hacho de Ceuta.

Tras un simulacro de juicio en el que es acusado, paradójicamente, de “traición” por los que han traicionado su juramento de defender a la República, el comandante De la Puente Bahamonde es fusilado el 4 de agosto de 1936, en los muros exteriores de la fortaleza.

Franco tiene en sus manos la posibilidad de indultarle. Debe de pensar que cualquier condena que no sea la ejecución sera considerada un signo de debilidad, pero firmar la sentencia de un familiar tan cercano puede ser inquietante. Y no lo hace. Decide ceder su firma al segundo jefe, Luis Orgaz, quien la rubrica.

Así puede lavarse las manos y cumplir el viejo augurio que le había hecho a su primo.

Plano del motor a reacción diseñado y patentado por Virgio Leret. Sol y moscas
Virgilio Leret y Ricardo de la Puente fueron de los primeros muertos de la Guerra Civil. No sólo fueron eliminados físicamente por los golpistas de Franco. También trataron de borrarlos de la historia.

Además de ser militares muy condecorados, Leret fue además un brillante ingeniero que patentó el motor a reacción. El primer reconocimiento que obtuvo del Ministerio de Defensa  fue en 1999. La revista "Aeroplano" reconocía su aportación a la aeronaútica española pero ocultaba que murió fusilado por ser un fiel servidor de la República.

Tanto Leret como De la Puente estaban en el punto de mira de los golpistas que traicionaron  su deber de defender el orden legalmente constituido. El primero  fue arrestado en varias ocasiones, en 1931 y 1934, por su negativa a perseguir a los aviadores que tiraron panfletos republicanos durante la sublevación del Cuartel de Cuatro Vientos.

La universidad de Oviedo, arrasada en 1934 por los bombardeos gubernamentales.  Lne.es
En cuanto al  comandante De la Puente, era un militar muy significado no sólo por sus ideas republicanas, sino también por sus simpatías con el movimiento obrero. En octubre de 1934 se había negado a bombardear a los revolucionarios asturianos por lo que fue destituido de su puesto de jefe de la base aérea de León por el propio Franco.

Ambos reúnen méritos suficientes como para ser recordados por las futuras generaciones. Pero son unos auténticos desconocidos en su propio país.

Sirvan estas líneas para homenajear a unos héroes cuyos nombres, junto al de miles de otras víctimas, permanecen injustamente en el olvido.




Fuentes documentales

Bibliografía


  • O’NEILL, C. Una mujer en la guerra de España. Oberon, Madrid, 2003
  • SÁNCHEZ, F. Ceuta y norte de áfrica: república, guerra y represión 1931-1944. Ed. Natívola, Granada, 2004.
  • SILVA, E. y MACÍAS, S. Las Fosas De Franco : Los Republicanos Que El Dictador Dejo En Las Cunetas. Temas de Hoy, Madrid, 2009.
Revistas digitales
  • “El motor a reacción de Virgilio Leret” y “Virgilio Leret. Su vida militar”. M. Cuesta y E. Caballero. Aeroplano, Revista de Historia Aeronaútica. Nº 20, 2002.Madrid, Ministerio de Defensa, pp. 30-47.
  • "Un navarro, ¿inventor del motor a reacción?”. M. Rodríguez. EuskoNews &Media,  nº 203, 14/21-03-2003
Prensa digital

  • “Acabamos de fusilar al capitán”. B. García. Público, 19-03-2011.
  • “Un documental rescata la figura del militar e ingeniero pamplonés Virgilio Leret Ruiz”. A. Oliverira. Noticias de Navarra, 15-03-2011.
  • “No tuve juicio, ni abogado, ni sentencia. Mi familia me sigue buscando”. N. Junquera. El País, 14-06-2010.
  • “Vuelo truncado hacia el horizonte”. R. Fraguas. El País, 04-04-2008.
  • "El primo al que Franco ejecutó". F. Sánchez. El Mundo, 18-07-2004.
  • "Los aviones del primo de Franco no bombardeaban". J. Rodríguez. Lne.es, 08-10-2009.
Webgrafía

  • "Virgilio Leret (Melilla, 17 de julio de 1936)". Sol y moscas
  • "El Atalayón y Sania Ramel. La Aviación que resistió a la sublevación en el Protectorado". Blasco de Avellaneda
  • "Toma del aeródromo de Sania Ramel". Rojo y Azul
Material audiovisual

  • “Quince artistas ponen voz a las víctimas de la dictadura franquista contra la impunidad”. Documental de Azucena Rodríguez con la colaboración desinteresada de Pedro Almodóvar, Maribel Verdú, Almudena Grandes, Javier Bardem, Juan Diego, Aitana Sánchez-Gijón, Juan Diego Botto, Carmen Machi, Paco León, Pilar Bardem, José Manuel Seda, Hugo Silva, María Galiana, Juan José Millás y Miguel Ríos. Youtube

19 febrero 2012

Franco: conspiración y asesinato. Nuevas investigaciones.

El general Amado Balmes, considerado por muchos el primer muerto de la G.C. El País

El año pasado, el historiador Ángel Viñas publicó "La Conspiración del General Franco". En este libro establece la tesis de que el comandante militar de Las Palmas, el general Amado Balmes, fue asesinado por orden de Franco, su inmediato superior.

En este blog nos hicimos eco en su momento (1) de unas investigaciones muy bien llevadas, que contestaban la versión del vuelo del Dragon Rapide contada por la historiografía franquista  y que afirmaban que la clave para los planes de Franco fue la muerte “providencial” del gobernador militar de Gran Canaria, Amado Balmes, por un disparo de su propia pistola.

A mucha gente le pareció una excentricidad que Viñas se centrara en un único asesinato y más teniendo en cuenta la posterior carrera del golpista Franco. Además, desde la publicación del libro ha sido atacado desde la derecha y la extrema derecha que no han ahorrado descalificaciones al mismo, "algunas tan absurdas como las que me piden un documento firmado por Franco con la orden para ejecutar al general Balmes”, como afirma el autor.

El general Balmes, según la versión de la historia oficial de la guerra de los vencedores, renovada hoy por los pseudohistoriadores revisionistas, habría fallecido a causa de un desgraciado accidente dos días antes de iniciarse la sublevación en Canarias, al disparársele una pistola cuando hacía prácticas de tiro y trató de desencasquillar su pistola apoyándola sobre su estómago.

Durante décadas, la muerte de Balmes, la ruta del Dragon Rapide, han alentado hipótesis desestimadas como locuras rencorosas por quienes detentaban el monopolio de la verdad oficial.

Recorrido del "Dragon Rapide", según la versión más extendida.  Comentando la actualidad
La causa accidental de su muerte ya había sido puesta en duda por algunos historiadores e incluso personajes de la época. El propio Francisco Franco Salgado-Araujo, primo y ayudante de Franco, duda en sus memorias de ese «accidente» tan oportuno y se inclina por un suicidio y hasta por un probable asesinato.

El libro de Viñas, fruto de una investigación exhaustiva en secciones recientemente desclasificadas de diversos archivos, aportaba argumentos decisivos para desmontar lo que aún es la versión canónica del 18 de julio de 1936.

El autor defendía que la muerte de Balmes fue un asesinato dentro de un complot maquinado por Franco para garantizar el triunfo de la sublevación en Las Palmas. No habría sido, pues, circunstancial la llegada desde Tenerife el 17 de julio a Las Palmas de Franco para asistir al sepelio del general fallecido. Lo que le dio, así, la oportunidad de apoyar la preparación de la sublevación en Las Palmas y de viajar a Tetuán para ponerse al mando del ejército sublevado de Marruecos en el «Dragon Rapide», el cual le esperaba en el aeródromo de Gando.

Viñas aportaba también serios indicios de que algunos servicios o, al menos, algunos servidores de la Inteligencia británica estaban al corriente, si no implicados en la conspiración.

Para curarse en salud, Viñas no señalaba con el dedo al autor material del asesinato de Balmes para no acabar en los tribunales, denunciado por algún heredero que podría exigir una orden por escrito de una operación golpista que, como no podía ser de otra manera, había sido secreta.

 El diario ABC explicó el "accidente" de Balmes, subrayando el viaje de Franco a Las Palmas. Lo que no cuenta el periódico es que el avión Dragon Rapide que llevará al general hasta Tetuán ha sido contratado por su corresponsal en Londres, Luis Antonio Bolín. Era un encargo del propio director y propietario de ABC, Juan Ignacio Luca de Tena, otro de los grandes conspiradores del golpe que derivó en guerra civil. El financiero -antes contrabandista- Juan March apoya económicamente esa operación como otras de la sublevación y la guerra civil. Imagen y pie de foto: El foro de todos
Sin embargo, recientemente ha publicado una versión ampliada sobre su teoría sobre el homicidio de Balmes, en la que  cerca al asesino con detalles claves recopilados en los archivos militares.

Esta segunda entrega se adentra en la hoja de servicios del asesino, cuyo nombre se niega a desvelar el historiador por consejo de sus asesores legales. La identidad del mismo, un oficial de la guarnición militar de Las Palmas,  se encuentra sin embargo entre las páginas de la obra. El autor afirma que es fácil deducir su filiación, la filiación del individuo  que guardó el secreto que más podía desestabilizar al "generalísimo": ordenar el sacrificio de un compañero de carrera. Y además, aún en tiempo de paz.

Entre los problemas operativos con que Franco tropezó figuraba la eventual reacción de la poderosa guarnición de Las Palmas, que comandaba Balmes, viejo conocido suyo, ante el llamado "alzamiento nacional". Franco ya había tanteado a Balmes en mayo y se había entrevistado secretamente con él a principios de julio sin lograr convencerle. Esto “obligaba” a eliminarle.

El caso es que  el encargado de hacerlo, varios días después del alzamiento viajó para encontrarse con Franco, que le encomendó misiones especiales de contacto con los levantados en el Sur de España... Siempre en deuda  con su agente especial, el dictador no dejaría de protegerle ni de encomendarle incluso responsabilidades políticas.

Entierro de Balmes en Las Palmas. Estudios Melillenses
El mayor mérito de la obra de Viñas es que desmonta la mistificación que los historiadores franquistas construyeron sobre el alzamiento del 18 de julio y su mitología de la salvación de la Patria. Siempre presentaron a Balmes como un decidido partidario de la sublevación. Incluso se le imputó la extraña costumbre de desencasquillar la pistola apoyándola en el bajo vientre.

Ambas fantasías se contradicen al conocer que su esposa, tras el fallecimiento, tocó en muchas puertas para obtener como pensión el sueldo completo que le correspondía a Amado Balmes como general. La reclamación llevó a la incoación de un expediente que obtuvo resultado denegatorio, bajo el argumento de que la muerte había tenido como único responsable al fallecido, y por tanto no tuvo lugar en acto de servicio. No será hasta 1942, seis años después del trágico final del general, cuando la administración militar acepta la reclamación.

El desprecio a la viuda del general, no sólo cuestiona la divulgada generosidad de Franco con los suyos sino que también exhibe su ansiedad por enterrar un episodio muy espinoso para él. Más bien parece la venganza contra la viuda de un militar que no se plegó a las exigencias de Franco de secundar su golpe contra la República, es decir, por ser un desafecto a la sublevación.

 Se extiende la rebelión. Las noticias de la sublevación en África han llegado a toda España. En Madrid, la prensa republicana lo cuenta como un hecho aislado. Imagen y pie de foto: El foro de todos
En cuanto a la versión oficial  del “accidente” con la pistola es risible de puro disparatada. Parte del  enigmático deseo de Balmes de ir a comprobar en solitario, con la única compañía de su chófer, el funcionamiento de varias armas. Allí, en el campo de tiro, se encasquilla una de las pistolas. Al intentar corregir la anomalía la apoya en el estómago, y se le dispara. La acción resulta mortal de necesidad. Su maniobra, absolutamente estúpida y sospechosa para un militar con su experiencia.

La auténtica verdad sobre la muerte de Balmes y los prolegómenos de la guerra civil ha estado sepultada bajo toneladas de polvo y de mentiras. Pero poco a poco va encontrando su camino para aflorar a la superficie.

Trabajos como el de Ángel Viñas, desmontando la espesa capa de equívocos que han envuelto durante décadas el “episodio germinal de la guerra civil”,  son impagables.


NOTAS

(1) Ver "Franco:conspiración y asesinato", publicado el 4 de septiembre de 2011.


Fuentes documentales

Bibliografía

RUEDA, A. Vengo a salvar a España: biografía de un Franco desconocido.  Nowtilus, Madrid, 2011.
VIÑAS, A. La conspiración del general Franco (edición revisada y ampliada). Y otras revelaciones acerca de una guerra civil desfigurada. Crítica, Barcelona, 2012. 

Revistas de Historia 

- "La trama. La muerte de Balmes. El secreto que Franco se llevó a la tumba". La Aventura de la Historia, nº 152 (2011), pp.56-61.
- "13-19 de julio de 1936. La semana más sangrienta". X. Casals. Clío: Revista de Historia, nº 117, 2011, pp. 23-33.  

Prensa digital 

- "16 julio 36: "extraño" accidente del general Balmes". A. Viñas. El País, 16-02-2012.
- "Ángel Viñas cerca al asesino de Balmes". J. Durán. La Provincia, 17-02-2012