31 enero 2009

Feliciano Lapuente, mi abuelo.


Ha llegado el momento de "ponerles caras" a nuestros fusilados de Torrellas. Todos valían por igual pero voy a comenzar por el que para mi es el primero.
Feliciano era un campesino con algún pequeño "corro" de tierra, como llaman en Torrellas a una pequeña parcela de tierra cultivable. Nada importante, puesto que tenía que emplearse como jornalero, como tantos otros agricultores de la comarca, para sacar adelante a su familia.
Debía de tener cierta formación y cultura, cosa no muy habitual en los de su condición en una época de altísimas tasas de analfabetismo. Los niños abandonaban muy temprano la escuela para trabajar en el campo. Las niñas solían hacerlo para colocarse a servir en las casas pudientes. Mi abuela solía decirme de pequeño que "el abuelo tenía muy buena letra".
El caso es que ese bagaje cultural debió hacerle tomar muy pronto conciencia de las desigualdades en el campo. Por eso estaba afiliado a la Federación Nacional de Trabajadores de la Tierra, adscrita a la Unión General de Trabajadores, que de esta manera implantaba el sindicalismo socialista en el medio rural.
Uno de las mayores logros de mi abuelo como sindicalista fue el de ejercer de representante de los trabajadores en la Bolsa de Trabajo de Torrellas. Su cometido consistía en obligar a los patronos a contratar a los obreros según un turno riguroso, eliminando así la contratación libre que había sido un instrumento de control social hasta entonces en manos de los grandes propietarios.
Feliciano, junto con otros dirigentes de la UGT habían conseguido también la jornada de trabajo de 8 horas, la eliminación del trabajo a destajo y la fijación del jornal regulador del obrero en 65 céntimos por hora. "Por eso lo mataron", repetía mi abuela, "por pedir unos céntimos de más".
Por si eso fuera poco, había sido elegido concejal del ayuntamiento en 1933 junto a otros dos socialistas como él. En 1934, fueron destituidos de su cargo tras la depuración generalizada de concejales y cargos socialistas y de la UGT a causa de la participación del sindicato en la tristemente famosa Revolución de Asturias. El triunfo del Frente Popular en febrero de 1936 los había restituido en sus puestos.
Todas estas cosas, de las que no me cabe duda que se sentía orgulloso, le pasaban por la cabeza el día 19 de octubre de ese año. Se encontraba con mi abuela, vendimiando cerca de la carretera de Agreda. Seguramente estaban inquietos pues durante horas no habían dejado de pasar coches en uno u otro sentido. Aquello, en una época en que sólo los ricos y la guardia civil disponían de ellos, no presagiaba nada bueno. Ya habían asesinado a varios alcaldes y concejales de la comarca. Otros simplemente habían "desaparecido".
Es probable que la idea de huir por el monte hacia la zona controlada por la República le hubiese pasado por la cabeza. Algunos ya lo habían hecho. Pero una mezcla de miedo por su mujer y por su hija de dos años -ni siquiera mi abuela debía ser consciente aún de que estaba embarazada ya de mi madre-, de responsabilidad hacia su cargo en el ayuntamiento y de ingenua confianza en sus vecinos -"yo no le he hecho ningún mal a nadie, nadie me lo tiene que hacer a mi"-, le habían hecho quedarse en su puesto. Pero él, en el fondo de su alma, sabía que tenía todas las de perder.
"Vámonos, Feliciano", le dijo mi abuela cada vez más angustiada. Volvieron al pueblo deprisa intentando ahuyentar sus temores. Estos se hicieron realidad poco después. Vinieron a buscarle la guardia civil y un piquete de paisanos que no eran del pueblo. Debían de ser falangistas de Cervera del Río Alhama, un cercano pueblo riojano. Lo llevaron al cuartel pero volvió al cabo de poco. Más tarde regresaron a buscarle. Esta vez ya no volvió.
Cuando pienso en la angustia que sentiría junto al muro de aquella casilla en el monte, bajo la luz de los faros del camión, junto a sus compañeros, sabiendo que ya no volvería a ver a su familia, sintiendo que terminaba su sueño igualitario, me gustaría creer que murió con un "¡Viva la Republica!" en los labios.
Aunque no fuera así, para mi madre, para mis hermanos y para mi fue un héroe. No de esos de película a los que todo les sale redondo. Lo suyo no podía acabar bien. Tenía demasidos enemigos en contra, los ricos que no querían perder sus privilegios, la guardia civil plegada a los intereses de los oligarcas, los curas ultramontanos salvadores de almas, la incultura y la sinrazón. La España oscura y reaccionaria de siempre.
¡Te recordamos siempre con orgullo, abuelo!


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13 comentarios:

  1. Nunca te quepa de duda de su heroicidad, el y todos los desaparecidos en este pais durante y despues de la repugnante guerra incivil son unos heroes, y merecen ser recordados con cariño.
    "por cada hombre republicano muerto en combate, cien fueron asesinados a sangre fria por el salvador de la patria".
    Salud y republica

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  2. Me encanta leer los testimonios reales y sentimientos de cada luchador por la memoria digna, que sin duda son emociones que todos tenemos o hemos sentido en algún momento. Por ello me alegra y me llena de emoción cuando se hace mención como ayer por Emilio Ruiz ganador de un Goya por mejor película documental Bucarest, la memoria perdida a esa memoria histórica y a los luchadores por la memoria digna. Así que hay que seguir alzando la voz y llevando la memoria digna a cada rincón de nuestro país y del mundo. Un abrazo y siempre ¡Salud, Memoria y Libertad!

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  3. Y claro que debes recordarlo con orgullo. Emociona leer tus relatos. Puedo ver la época, el coraje de tu gente.
    Nunca hay que perder la memoria.
    Un beso grande.

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  4. Fíjate que he llorado leyendo esta historia. Por tu abuelo, por el mío, por tí y por mí. Lo que relatas es muy similiar a la historia de mi abuelo, pues el mío también se preocupaba de que subieran el jornal a los trabajadores y miraba porque fueran bien tratados en las empresas. También fueron a su casa a por él "para solamente hacerle unas preguntas" dijero, pero vamos a decir que "afortunadamente" mi abuelo había muerto meses antes, con 42 años a causa de una peritonitis.
    Mi madre y mis tí@a dicen muchas veces que fue mejor así, que a todos sus compañeros los mataron, y que él pudo librarse de ese horrible final.

    Un abrazo para tí, y si me permites, otro para tus abuelos, allí donde quiera que estén.

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  5. Te devuelvo el abrazo, Verdial, a ti, a tu abuelo y a toda tu familia que está unida con la mía por hechos parecidos. Sí, quizá fue mejor que no viviera tu abuelo para ver todo el horror que desencadenaron los salva-patrias y sus acólitos los salva-almas. Estoy seguro de que quedaron decepcionados por no poder matar a uno más. Lo dicho, un abrazo muy fuerte, compañera.

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  6. muy interesante el relato. regresaré para ponerme al día con los otros. son lecturas lagras, así que lo haré poco a poco. pero muy bueno.
    saludos y gracias por visitar mujerongas.

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  7. Creo que tienes motivos sobrados para sentir ese orgullo. Me ha emocionado leer estas líneas y me conmueve pensar en cuánta sangre y cuánto sufrimiento ha costado llegar al nivel de bienestar que hoy disfrutamos. Personas como tu abuelo lo han hecho posible, y creo que nunca les estaremos lo suficientemente agradecidos. Un abrazo muy fuerte.

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  8. Hola Daniel, es un gusto conocerte casi sin quererlo he llegado aquí, lo que contás es muy emocionante, hace que a uno se le llenen los ojos de lágrimas, quizás no solo por lo heroico y sobre todo coherente que ha sido tu abuelo, del que en verdad tenés que estar orgulloso, sino el hecho que lo recuerdes así y divulgando su vida y su forma recta de ser.
    Si me permitís querría saber si puedo subir este mismo post en mi blog para seguir divulgado la clase de hombre que fue tu abuelo.
    Acá en la Argentina hemos pasado también una larga noche de injusticias no tan larga como la de ustedes pero también violenta y con el mismo eufemismo de "desaparecidos" y paseos, se llevaron a los mejores para no volver.
    Ya mismo linkeo tu blog, y te felicito tenés mucho para estar orgulloso de descender de un hombre como tu abuelo.
    Te mando un fuerte abrazo

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  9. Es muy emotivo tu relato y me parce super importante que les hagas este homenaje para que quede en la memoria.

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  10. A Isabel Romana: Otro abrazo para ti. Ya estoy deseando que me cuentes "otra de romanos".
    Un abrazo.
    A Lux Aeterna: Estoy encantado de que nos hayamos encontrado. Por supuesto que puedes divulgar el post, es más, te agradeceré que lo hagas. Tras tantos años de silencio lo que más deseo es que el mundo sepa de mi abuelo y de otros como él. Los argentimos tenéis mucho que enseñarnos sobre la recuperación de la memoria de los vuestros.
    Gracias y un abrazo.
    A Haifa:
    Gracias a ti tambien por haberme encontrado y por tus amables palabras.
    Un abrazo.

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  11. A Grettel J. Singer: Sí, espero que sigas visitándome. Yo también voy a ser un asíduo de tu blog.
    Un abrazo.

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  12. Un saludo daalla. Yo me llamo Pedro Lapuente. Descendiente de Torrellanos y visitante asiduo del pueblo sobre todo en verano. Además de esto soy familiar de tu abuelo Feliciano Lapuente puesto que él era uno de los hermanos de mi abuelo Pedro Lapuente. Hace unos años estuvimos en el cementerio de ágreda viendo la placa que habían hecho para tu abuelo y para muchos más que fusilaron por aquella época. Supongo que ya sabrás que mi abuelo Pedro cuando en el año 1947 nació su primer hijo, que es mi padre, le puso de nombre Feliciano en recuerdo de su hermano.
    Un abrazo.

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  13. Hola, Pedro.No sabes cómo me alegro de que visites este blog.Creo que no te conozco pues yo voy poco a Torrellas. Mi madre también se ha alegrado mucho cuando le he dicho que habías dejado un comentario. Tu padre y ella son primos hermanos. Desconocía por completo que tu padre llevaba el nombre de mi abuelo en su homenaje, lo cual me emociona.
    Te mando un fuerte abrazo, a ti y a toda tu familia. Eres más que bienvenido a este blog en memoria de mi abuelo Feliciano y de sus compañeros asesinados por los falangistas en 1936.Si necesitas contactar conmigo puedes hacerlo además en el siguiente e-mail:
    oslotrail@yahoo.es

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