29 noviembre 2009

Mitos y mentiras franquistas de la Guerra Civil (y IV). Franco, las máscaras del dictador.

El "Alzamiento Nacional" de Franco, toda una metáfora. Subido a un escabel de unos 25 cm. de altura, el Caudillo puede saludar a sus partidarios desde el balcón del Palacio de Oriente de Madrid. La foto proviene de Webmaníacos. El blog sobre el mejor humor en internet, aunque debo agradecer a mi amigo Francisco, Lux Aeterna, que me la hiciera llegar hace ya algún tiempo.
Finales de 1940. Hace ya un año que ha concluido, oficialmente, una guerra civil que ha supuesto el encumbramiento del golpista general Franco a la jefatura suprema del Estado y de los Ejércitos. Sin embargo, un país devastado contempla la represión de los vencidos mientras debe hacer frente a extremas penurias económicas. Un país maniatado y amordazado donde el miedo, visible en los ojos de la gente, es algo tangible.

La maquinaria propagandística del régimen está trabajando en crearle una imagen para encumbrar su figura. El dictador ha adoptado el título de Caudillo, equivalente al de Führer y Duce, y que relaciona a Franco con los jefes guerreros del pasado histórico de España, en especial con el Cid conquistador, o con los creadores de imperios Carlos V y Felipe II.
Franco va a cambiar la historia de España, siendo la Guerra Civil como la Reconquista y los republicanos, como los "moros".

Caricatura aparecida en la prensa francesa en 1937. Franco, Mussolini y Hitler sostienen un niño desfalleciente que representa la II República Española. Imagen de la WikiPedia
Ya se ha imbuido de la dimensión “espiritual” de su tarea, para lo cual ha tenido la inestimable ayuda de la Iglesia española que ha denominado a la guerra civil con el término de "Cruzada" y comienza a tratarle como un enviado de Dios, defensor de la fe. Algunos, como Pilar Primo de Rivera, hermana del fundador de Falange y responsable de la Sección Femenina, llegan a calificarlo de "nuestro Señor en la Tierra".

Quién iba a decir que "Franquito", como lo llamaban sus compañeros de estudios en la Academia de Infantería de Toledo, iba a llegar tan lejos. Un estudiante del montón, situado muy abajo en el escalafón de notas. Casi un niño cuando ingresó, frágil, con una
voz aflautada retenida por el frenillo, a quien ofrecían los mosquetones más pequeñitos, a la medida del diminutivo y que era objeto de todas las novatadas.


Franco, cadete de la Academia de Infantería de Toledo. Quién iba a decir que llegaría a donde llegó. Imagen de la web Fotos de tiempos pasados
El llamado "Alzamiento Nacional" fue uno de los temas favoritos de la historiografía, la propaganda y la iconografía franquistas. El Alzamiento estaba considerado como el momento fundacional del régimen y el inicio del "Movimiento Nacional". Una de las primeras medidas adoptadas para encumbrar su imagen supone la construcción del mito de que Franco fue el primero, si no el único, en alzarse para salvar la patria. Y que todo lo hizo por amor desinteresado a España, sin reparar en gastos ni sacrificios.

Esto supuso en la práctica eclipsar el papel de Mola en la preparación de la sublevación, atribuyendo todo el mérito a un Franco ausente en realidad del alzamiento hasta el último minuto.


El general Emilio Mola, auténtico cerebro de la conspiración militar -no en vano era conocido como "el Director"-. Parece ser que en sus planes no entraba causar una guerra civil, sino dar un golpe rápido para poner en el poder a un directorio militar presidido por Sanjurjo que repusiera en el trono a Alfonso XIII. Las oportunas muertes tanto de Sanjurjo como de Mola en sendos accidentes de aviación allanaron a Franco el camino para convertirse en "Generalísimo".
Imagen de la web Un mundo de cine
Franco dudó mucho antes de comprometerse en la conspiración y sus dudas hicieron fracasar algunos planes iniciales. Mantuvo hasta el último momento una deliberada ambigüedad hacia los conspiradores y se dejaba querer por ellos. A tanto llegó que terminaron llamándole, en privado, "Miss Canarias 1936", por lo mucho que se dejaba cortejar.

El futuro "Generalísimo" también se preocupó de dejarse cubiertas las espaldas en caso de fracaso del golpe y de un posterior exilio. Dos medios empleó para ello. De un lado estaba la suculenta cantidad económica que el financiero Juan March le había ingresado en una cuenta bancaria de Suiza. De otro, su intento fallido de conseguir un acta de diputado por Cuenca que le garantizara la inmunidad en caso de que el golpe fallase.


Esta actitud, que mantuvo durante toda su vida, de estar en el lado ganador sin asumir riesgos, casa muy mal con la imagen de Caudillo carismático y de héroe salvador de la patria por lo que fue convenientemente silenciada.


Juan March (1880-1962). Uno de los hombres más ricos y poderosos del mundo gracias a sus actividades legales e ilegales: contrabandista, traficante de armas, espía, aventurero, empresario de prensa, industrial, especulador, terrateniente, financiero, diputado, mecenas...Sólo tenía un objetivo: ganar dinero siendo indiferente el cómo. La Guerra Civil Española y otras guerras del siglo XX serían para él una rica fuente de ingresos. Fue el principal financiero de Franco antes, durante y después de la contienda. Imagen de la web de TV3
Con el correr y el cambio de los tiempos, la derrota fascista en la II Guerra Mundial y el aislamiento internacional trastocaron todos los planes propagandísticos de Franco. La imagen de "guerrero" y de "cruzado" dejó de ser útil, por lo que derivó en la de un "padre autoritario" que vigila que la "familia" (España) "permanezca unida".

El aparato de propaganda cambió de rumbo y empezó a crear la imagen de "Franco el centinela", el "padre de familia que no duerme y está vigilante siempre", de que no le ocurre nada a "sus hijos", es decir, a los españoles. Con esta retórica paternalista quiso ganarse a los más humildes.


La propaganda difundió el falso mito de que España, una isla de paz en la Europa de la II Guerra Mundial, debía esta situación idílica a los desvelos y la inteligencia de Franco, el cual le había dado "nones" a Hitler. Imagen de la web Carteles de la historia
Ante el temor de una posible invasión aliada, Franco y su aparato comenzaron a hablar del "Caudillo de la paz" que en Hendaya "supo frenar las pretensiones de Hitler para que España entrara en guerra". Franco alimentó la idea de que había burlado a Hitler, diciendo que el regalo más precioso de los muchos que había dado a España fue la neutralidad en la II Guerra Mundial.

La realidad
fue muy distinta: Franco quería entrar en guerra pero Hitler no le cedió el imperio francés del norte de África tal como exigía por su participación. El Führer dudaba de la debilidad económica y militar del régimen franquista, y su participación en la guerra no le resultaba imprescindible.

23 de octubre de 1940. La famosa entrevista de Franco y Hitler en Hendaya (Francia). La segunda foto corrige los ojos cerrados de la poco afortunada cara de Franco. En otras fotografías de la reunión también se utilizó el "photoshop" de la época, aumentando la estatura real de Franco para que no desmereciera de Hitler o cambiando la Cruz de Aguila alemana que lució en el encuentro para agasajar a Hitler por la Medalla Militar Individual española. Cuando conviene, hay que hacer patria. Imagen de la web Curistoria
Franco volvió a reescribir la historia con una versión cambiada y mejorada de sí mismo y de sus actos. Hizo de la negativa de Hitler una victoria. La propaganda insistió a diario en la noción de que Franco -el hombre que con tanta diligencia había cortejado a Hitler- había salvado personalmente a España de la II Guerra Mundial. Y el ostracismo internacional provocado por su adhesión al Eje se presentó como un perverso asedio internacional motivado por la envidia de los demás países debido a lo que él había hecho por España.

La "egolatría" de Franco le llevó a hacer que las fiestas nacionales giraran en torno a sus "proezas" y "logros". Así, el 1 de abril se conmemoraba el Día de la Victoria, cuando los sublevados derrotaron a la República democrática, y el 1 de octubre era el Día del Caudillo. Franco trataba de arreglar sus insatisfacciones personales con estos homenajes a su persona o vistiendo de almirante, un sueño frustrado de niño y que nunca logró cumplir salvo en la ficción.


Franco presidiendo el Desfile de la Victoria del 1 de abril de 1941, Segundo Año Triunfal. El desfile militar era el plato fuerte de estas celebraciones. Imagen de la web Superstock
La película “Raza”, dirigida por José Luis Sáenz de Heredia, estrenada en su primera versión en 1941 y en su segunda en 1950, cuyo guión fue escrito por el mismísimo Franco, es la proyección idealizada de su vida.

El protagonista, un marino de guerra, es el representante del estamento militar que
se levanta para evitar que España muera. Los militares serían, en "Raza", aquel grupo que, a espaldas y a pesar de los políticos, son capaces de inmolarse a sí mismos para salvar a España. Según Gubern (*), el protagonista sería el mismo Franco idealizado; en lugar del pequeñito y feucho Franco, que se proyectaría en el alto y musculoso galán Alfredo Mayo.

Cartel de la película "Raza". Dirigida por José Luis Sáenz de Heredia, el argumento era de Jaime de Andrade, pseudónimo bajo el que se ocultaba Franco. La película sintetiza el ideario del régimen franquista de los primeros años de la posguerra. Imagen de la web Cine político hispano
En 1957, con 65 años y el país al borde de la bancarrota, Franco dio paso a los tecnócratas, los cuales sacan a España de la autarquía y ponen fin al aislamiento internacional. Carrero Blanco se hace con el poder real y el dictador se limita a cumplir funciones de representación del Estado y a preparar su sucesión.

La "nueva máscara" propagandística presentaba a Franco como "el abuelo bondadoso" con numerosas obligaciones rutinarias que cumplía al estilo de un monarca: recibir a numerosas personas en audiencia, inaugurar obras públicas, presidir las reuniones de los consejos de ministros y asistir a servicios religiosos.


Franco inaugurando un pantano. Las repetidas imágenes del dictador inaugurando embalses y pantanos, sobre todo a través del NO-DO, han quedado grabadas en la memoria de varias generaciones de españoles. Imagen de la web Historiasiglo20.org
Alejado de las complejas tareas diarias de gobierno, Franco dedicó el resto de su vida a cazar, pescar, ver cine, televisión y fútbol, hacer quinielas y trabajar en el gran proyecto político que le quedaba: la preparación del posfranquismo, una monarquía franquista que dejase todo “atado y bien atado”.

A lo largo de su caudillaje Franco se había rodeado de aduladores que le decían lo que quería oir, llegando incluso a creerse su propia propaganda. Fue comparado con Napoleón, Fernando el Católico, el Gran Capitán, César, Almanzor, Federico II de Prusia, Recaredo...


Franco pescando en el río Eume, que atraviesa las provincias La Coruña y de Lugo. Imagen de El Pais.com Fotos
El cardenal Plà y Deniel aprovechó el sermón de bodas dirigido a Carmen Franco y el marqués de Villaverde para equiparar la pareja de la Virgen María y san José con la de Franco y doña Carmen, y empleando una lista interminable de metáforas desde "padre que ama y vigila" hasta "la figura más importante del siglo XX", pasando por "espiga de la paz", "vencedor del dragón de siete colas", "el cirujano necesario", "el gran arquitecto", "el redentor de los presos", "guerrero elegido por la gracia de Dios" , "vencedor de la muerte", "voz de hierro", "centinela de Occidente"·...

20 de noviembre de 1975. España recibe la noticia de la muerte de Franco. Imagen de la web BBC Mundo.com
El “abuelo bondadoso", el último dictador de la Europa occidental, acabó sus días postrado en la cama.

En las cárceles aún había fusilamientos
.



Fuentes documentales


Bibliografía


- Preston, P. El gran manipulador. La mentira cotidiana de Franco. Ediciones B, Barcelona, 2008.
- Rueda, A. Vengo a salvar a España. Nowtilus, Madrid, 2005.

- Vaca de Osma, J.A. La larga guerra de Francisco Franco. Ediciones Rialp S.A.,Madrid, 1991.

Prensa digital

- “De 'Franquito' a ¡Franco, Franco, Franco!”. Manuel Vázquez Montalbán. El País Semanal, 29-11-1996.
- “Las dudas del golpista Franco”. Paul Preston. El País, 18-07-2006.
- “Preston desmonta las "mentiras" difundidas y aceptadas sobre Franco”. Artículo de La Vanguardia.es 21-04-2008
- “Franco, un “enigma” de múltiples y diferentes caras”. O. Isarre. Diario del Alto Aragón, 20-10-2009

Páginas web y blogs

- “P. Preston: Franco, ese hombre… Vulnerable, pequeño e inseguro”. Página web Historiantes
- “Raza, el ensueño de Román Gubern”. Web Cine político hispano (*)
- “Franco: Caudillo de España por la Gracia de Dios”. Xosé Manoel Núñez Seixas. Web Biblioteca de Referencias
- “El gran mito de la Guerra Civil”. Web A ras del alba

-
"Francisco Franco". Entrada de la WikiPedia


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22 noviembre 2009

Mitos y mentiras franquistas de la Guerra Civil (III). De cómo unos golpistas se convirtieron en cruzados.


Alegoría de Franco y la Cruzada. Ataviado como un héroe artúrico Franco, el caballero cristiano, está rodeado de sus apoyos durante la "Cruzada": la Iglesia católica, el ejército colonial africano, la Falange, el Tradicionalismo... El inefable Santiago Apóstol, montado en blanco corcel acomete con su espada a algunos infieles que se resisten. Pintura mural de A. Reque Meruvia. Archivo Histórico Militar, Madrid. Imagen de la web Todos los Rostros
No fue un pronunciamiento más, como los anteriores llevados a cabo por el ejército en España en su larga tradición golpista. Los militares sublevados el 18 de julio pretendían la destrucción total y definitiva del sistema republicano y de su proyecto reformista.

Por primera vez en España, se había estado aplicando una legislación progresista y laica, preparada para atacar frontalmente los graves problemas estructurales, nunca resueltos, del país, como la injusta distribución de la propiedad de la tierra, y para garantizar un cauce de participación a las clases populares tradicionalmente silenciadas en sus reivindicaciones.


Las fuertes organizaciones sindicales y las grandes movilizaciones en contra del sistema de propiedad y tenencia de la tierra fueron los principales factores que, sin llegar a plantear una ruptura revolucionaria del orden social existente, sí que representaron una
seria amenaza contra sus defensores tradicionales, la oligarquía, el ejército y la Iglesia.

Cartel republicano de Renau sobre el decreto de 7 de octubre de 1936, que permitía a los campesinos sin tiera expropiar los latifundios improductivos. Imagen de la web de S.B.H.A.C., Sociedad Benéfica de Historiadores Aficionados y Creadores
Acabar con estas amenazas pasaba necesariamente por la eliminación de los líderes de partidos y sindicatos y de una importante proporción de la base social que había votado en 1931 a favor de un cambio en las anquilosadas estructuras de poder en España. Y al mismo tiempo por reponer a las elites tradicionales en su posición hegemónica. Esta depuración se manifestó, sobre todo en los primeros meses, en fusilamientos y asesinatos masivos, que les libró de los elementos hostiles al golpe y de la posibilidad de cualquier resistencia armada.

Para justificar tanto horror y, al mismo tiempo, ocultar los orígenes clasistas de la guerra, Franco empezó por dejar de calificarla como “Guerra Civil” para denominarla como una “Cruzada” contra el infiel. No combatían españoles contra españoles, sino españoles y antiespañoles o “nacionales” y «rojos» (extranjeros), ajenos a la idiosincrasia nacional. Por tanto había que exterminarlos.


El fin, por consiguiente, era la salvación de España y la regeneración nacional, y el método requerido, una estricta depuración. El caos social y político existente – no mayor, al decir de muchos historiadores, del que había habido durante la monarquía con gobiernos conservadores- y una supuesta inminente revolución marxista – llegaron a falsificar documentos al respecto como demostró concluyentemente H. R. Southworth (1)- justificarían el llamado “Alzamiento Nacional”, nombre con el que se empezó a denominar a su preventiva y patriótica intervención.


"El Movimiento Nacional", edificante ilustración del libro "Madre España" de E. Basabé, editado por los jesuitas en 1964 y utilizado hasta principios de los 70. Imagen de la web Mi gato es bizco
Pero todas aquellas justificaciones morales e ideológicas no eran nada si la cruzada, como sus homólogas medievales, no estaba bendecida por el Papa. Por ello los sublevados tuvieron que acudir a la Iglesia católica en busca de la legitimidad de la que carecían.

La Iglesia, que había sido una de las instituciones más afectadas con la llegada de la República, no titubeó. Asustada por el anticlericalismo manifestado en la quema de iglesias y conventos y el asesinato de sacerdotes y religiosas pero sobre todo deseosa de tomarse el desquite por la pérdida de su poder en un campo que siempre había sido suyo, el de la enseñanza, se puso del lado de los insurgentes desde los primeros disparos.



La propia Iglesia fue la causante de gran parte de las manifestaciones populares de anticlericalismo. A poco de proclamarse la República, el cardenal Segura publicó una carta pastoral, dirigida a los obispos y fieles de España, en la que, invitando prácticamente a movilizaciones masivas, les pedía “no sólo oraciones privadas por las necesidades de la Patria, sino actos solemnes de culto, preces, peregrinaciones de penitencia”. Hacía también un cálido elogio del destronado rey, Alfonso XIII, que, “a lo largo de su reinado, supo conservar la antigua tradición de fe y piedad de sus mayores". El tinglado se les venía abajo. Imagen de la web Fotos de tiempos pasados
Esperando conseguir unos suculentos beneficios, comenzó a fomentar un enfrentamiento maniqueo entre Dios, los valores tradicionales hispanos y el Bien de un lado, contra el marxismo ateo, la revolución y el Mal de otro. Era un enfrentamiento a muerte entre los “con Dios” y los “contra Dios”, entre el “espíritu” y la “materia”, entre la Bestia y el Ángel de José María Pemán, el cantor del bando nacional.


De nuevo se trataba de una guerra que enfrentaba a cristianos e infieles, como en las cruzadas medievales y en la Reconquista española. Poco importaba que Franco hubiese traído varias decenas de miles de tropas marroquíes “infieles” a Cristo y fervorosamente fieles a Mahoma. Para reclutarles se utilizó, además del reclamo económico, el argumento de la guerra santa. Se les dijo que iban a pelear en una guerra santa, en nombre de un Dios único, al que los republicanos querían quemar y eliminar de la faz de la tierra. Para Franco no había contradicción pues “Todos los que combatimos, cristianos o musulmanes, somos soldados de Dios contra el ateísmo y el materialismo” (2)


Fue así como la sublevación de unos generales pasó a ser, por obra y gracia de la bendición eclesiástica, una “Cruzada por Dios y por España”. Y la guerra civil que había ocasionado se convirtió en una guerra necesaria, “bellum sacrum et justum”.


15 de julio de 1099. Godofredo de Bouillon, uno de los caudillos de la 1ª Cruzada, al grito de "Dios lo quiere", conquista Jerusalén, ciudad santa para tres religiones. Imagen de la web Iberika
Esta exaltación de la guerra como “santa violencia” venía de lejos en España, país que aunque no estuvo presente en las cruzadas de ultramar tenía una larga tradición de Cruzada contra los “moros” que tenía en su propia casa. La “Cruzada” nacional guardaría pues muchas similitudes con las campañas militares para la reconquista de Tierra Santa.


Como en aquellas, los “cruzados” nacionales entraban en combate al lado del gran señor de las batallas españolas, Santiago, montado en un caballo blanco, dando gritos motivadores
como “¡Viva Cristo Rey!”, “¡Viva España!”, “¡Santiago y cierra España!”…y bajo los estandartes desplegados de sus Órdenes Militares, la Falange con su haz de flechas y el Requeté con sus aspas de Borgoña.

“En España hay tres banderas: la Nacional, la de Falange y la de los requetés” El Parvulito. Alvarez, 1960. Imagen de la web Mi gato es bizco
No habría cruzada si no hubiera infieles, si no hubiera enemigos de la fe. Para los cruzados de la causa nacional estos eran incontables: socialismo, anarquismo, marxismo, comunismo, judaísmo, masonería…La Tierra Santa se encontraba amenazada por “hordas revolucionarias”, “turbas marxistas”, “milicias rojas”… que actuaban en solitario por la infiltración de “agentes soviéticos” o en clara connivencia conspirativa judeo-masónica.


Como toda cruzada, la de Franco tenía también, como mencionaba en sus primeros discursos y declaraciones, sus mártires y sus santos lugares. Estos eran, entre otros, “Zaragoza, la Inmortal” (3), “Málaga, la Mártir” (4) o “Toledo, la gesta del Alcázar” (5). Los mártires fueron “infinidad de doncellas violadas y martirizadas en Andalucía y Extremadura” aunque también “se contaban por centenares los inmolados por los marxistas”.


Al igual que muchos de los cruzados medievales, que acudían al combate portando un
amuleto supuestamente milagroso que les protegería en la batalla, también los cruzados nacionales llevaban cosido al pecho un pedazo de hule en el que se representaba una imagen del Sagrado Corazón de Jesús. Le llamaban "Deténte bala", ya que era creencia general que paraba los proyectiles que les disparaban.

Los requetés eran quienes ostentaban en mayor número los "Deténte bala". Regalos de sus esposas, hermanas o novias, ya los usaban en las 3 Guerras Carlistas en las que tomaron parte. Imagen de la web Mundo SGM
Por último, toda cruzada tiene sus héroes vinculados con el escenario de sus hazañas. Los héroes cruzados franquistas fueron el coronel Moscardó, en quien se habia reencarnado Guzmán el Bueno en el Alcázar de Toledo, el nuevo Sagunto. O el capitán Santiago Cortés, que había revivido a Viriato en el Santuario de Santa María de la Cabeza, la Numancia resucitada.

En fin, el propio Franco constituiría el mayor de los héroes, el jefe carismático que toda cruzada debe tener. No en vano, tan sólo siete días después de “alzarse” ya se autodesignaba como “Caudillo”.
Y empezó a ser comparado con el Cid Campeador, lider militar castellano del siglo XI cuyas hazañas fueron propagadas en leyendas que lo convirtieron en lider del nacionalismo cristiano.

Monumento al Cid, en Burgos. La estatua se comenzó a realizar en tiempos anteriores a Franco, pero fue él quien la inauguró en 1955, desde un balcón del Teatro Principal de la ciudad castellana. Imagen de la web Oh! Literatura
Fue el obispo de Salamanca, Enrique Pla y Deniel, en su famosa Carta Pastoral “Las Dos Ciudades”, el 30 de septiembre de 1936, el primero en legitimar el “Alzamiento Nacional” y la Guerra Civil dándoles el estatuto de “Cruzada por la Religión, por la Patria, por la Civilización”.

El Cardenal Pla y Deniel, que sucedió a Gomá como Cardenal Primado. Protagonista de muchas homilías que destilaban odio. La imagen es de una acto en Roma, en 1946 y está tomada de la web La Memoria Viva
La entrada triunfal de los cruzados franquistas en la “nueva Jerusalén” se simbolizó, al final de la guerra, con la celebración en Madrid de un Tedeum para confirmar al Caudillo, hombre carismático y providencial, “homo missus a Deo”, enviado de la Divina Providencia para la defensa de la patria y la fe.

Tras blandirla enérgicamente contra los infieles marxistas, Franco hizo entrega de su espada invicta al Dios de los Ejércitos, agradeciéndole la victoria concedida. Salió del templo bajo palio mientras que obispos y otras dignidades eclesiales, embutidos en su estolas y ropones, saludaban brazo en alto al más puro estilo fascista.


El Cardenal Gomá, Primado de España, recibe gozoso la espada invicta de Franco en la iglesia de Santa Bárbara de Madrid en 1939. Imagen de la web Todos los Rostros
Todos sonreían. No era extraño pues todos habían conseguido lo que querían.

Franco había justificado el baño de sangre que había ocasionado a sus compatriotas, el encarcelamiento de miles a los que aún no había podido matar (no importaba, tenía tiempo para terminar el trabajo) y el exilio a tierras extranjeras de cientos de miles de españoles desgarrados por dejar su país. Su largo reinado de terror quedaba santificado y legitimado por la Iglesia.


En cuanto a ésta, la jerarquía eclesiástica estaba exultante. El catolicismo volvía a ser la religión oficial del Estado. Todas las medidas republicanas que la derecha y la Iglesia habían maldecido fueron derogadas. Iban a recuperar todos sus privilegios. La espada y la cruz, en buena armonía, se disponían a imponer la unidad de la fe y de la nación.



Cartel republicano de 1937, cuyo autor es Pedrero. La imagen, de la web El Canto del Búho, se comenta por sí misma.
El régimen de Franco protegió a la Iglesia, la colmó de privilegios, defendió su doctrina y machacó a sus enemigos. Ambos caminaron de la mano durante cuarenta años. La religión sirvió a Franco de refugio de su tiranía y crueldad y le dio la máscara de “caballero cristiano”.

La Iglesia española, triunfante, se mantuvo aliada hasta que le convino, con un régimen asesino, construido sobre las cenizas de la República y la venganza sobre los vencidos.


Ya lo había hecho 1060 años antes al conquistar Godofredo de Bouillon la Ciudad Santa al grito de “¡Dios lo quiere!” ocasionando un baño de sangre entre la población. Una procesión de acción de gracias puso fin, tanto entonces como en 1939, a la “purificación” de la ciudad de los infieles.


Y así seguiría siendo, per saecula saeculorum, ad maiorem Dei gloriam.


Notas


(1)
H. R. Southworth, El mito de la cruzada de Franco. Plaza & Janes, Eds. Barcelona,1986, págs. 195-213.
(2) F. Franco. L'Écho de Paris, noviembre, 1937.
(3) Ver en este mismo blog la entrada "Mitos y mentiras franquistas de la Guerra civil (I). El "milagro" de las bombas del Pilar"
(4) Ver en este mismo blog las entradas "Queipo de Llano, asesino de masas. La carretera de la muerte (1º parte) y "La carretera de la muerte (2ª parte). Un héroe y una ambulancia"
(5) Ver en este mismo blog la entrada "Mitos y mentiras franquistas de la Guerra Civil (II). Con novedad en el Alcázar"

Fuentes documentales

Bibliografía


- Abós, A.L. La historia que nos enseñaron (!937-1975). Foca Ediciones, Madrid, 2003.
- Blanco Escolá, C. Falacias de la Guerra Civil. Un homenaje a la causa republicana. Planeta, Barcelona, 2005.
-Cifuentes, J. y Maluenda, P. El asalto a la República. Los orígenes del franquismo en Zaragoza. Institución "Fernando el Católico", Zaragoza, 1995.
- Ledesma, J.L. El recuerdo de la guerra en la posguerra. Tomo 12 de la enciclopedia "La Guerra Civil en Aragón", Diputación de Zaragoza y El Periódico de Aragón, 2006.
- Reig Tapia, A. La cruzada de 1936. Mito y memoria. Alianza Editorial, Madrid, 2006.

Prensa digital

- "Los marroquíes en la Guerra Civil". Artículo de Boughaleb el Attar para el diario El País, 10 de abril de 2009.

Revistas digitales

- "Cómo surgió la idea de Cruzada en la guerra civil". Artículo de M. García Cordero para Razón Española, nº 116.
- "El lenguaje del franquismo y del fascismo italiano". Artículo de A. Francesconi para Nómadas. Revista crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas, nº 22.
- "Franco y el Islam". Artículo de G. Cardona para Yama'a, boletín nº 38. Web Islam y Al-Andalus

Páginas web y blogs
- "Las Cruzadas", entrada de la Wikipedia
- "Franco ofrendó su espada invicta a Dios". Entrada de la web Hispanismo.org
- "La Iglesia y la Guerra Civil". Artículo de J. Tussell en la web ArteHistoria
- "Radiomensaje «Con inmenso gozo a los fieles españoles»" de Pio XII, el 1 de abril de 1939, día de la victoria de las armas nacionales en la "Cruzada de Liberación". Web Núcleo de la Lealtad

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15 noviembre 2009

Mitos y mentiras franquistas de la Guerra Civil (II). Con novedad en el Alcázar.

Alcázar de Toledo. Fotografía de Wikimedia Commons.
Una vez ganada la guerra, Franco se propuso controlar y dominar a los españoles en todos los aspectos de la vida con todos los recursos a su alcance. Uno de los más importantes fue mediante la difusión de su propia versión de la Historia.

La idea que Franco implantó fue, sobre todo, que la guerra fue una liberación de la nación que peligraba. Asociada a esta idea de liberación y de unificación nacional vino también la idea de la “Cruzada”, la vuelta a los tiempos medievales de la Reconquista que evocan el fanatismo religioso y la pureza étnica, aspectos que encajan muy bien con la postura racista del régimen hacia los masones y los judíos.

Para entender la gestación del régimen franquista es necesario acercarse a la “mitología” de su “Cruzada” y en particular al episodio del Alcázar de Toledo. Ningún historiador ha dado aún una explicación razonable al hecho de que Franco decidiera desviar un ejército del camino hacia Madrid para “conquistar” Toledo, una ciudad sin ninguna importancia militar. Una decisión errónea a todas luces desde el punto de vista táctico, que pudo salirle muy cara pero que terminó revelándose como trascendental, ya que le dio el mando absoluto del bando nacional.

Cartel de la película "Sin novedad en el Alcázar". Se dice que ésta fue la primera frase de Moscardó a Varela al ser "liberado" el Alcázar. Realizada en 1940 en coproducción con Italia, la película refleja los rasgos más representativos de la propaganda franquista: militarismo, patriotismo exacerbado, respeto a la tradición... Imagen de la web Guerra Civil Española 1936
En el Alcázar de Toledo se encuentran los elementos esenciales del discurso y de la estética franquista: la España imperial de Carlos V, el ejército como modelo y cuna de valores, la esencia de la “raza española” y la virtualidad de ser Toledo la capital de la España católica que se funde con el fascismo falangista.

Dominando el horizonte desde la colina más alta de la ciudad de Toledo, la mole rectangular del Alcázar fue siempre, desde el pretorio romano y la defensa de la alcazaba musulmana, un lugar fortificado. Utilizado con múltiples fines, cuartel, prisión, palacio… en 1936 era la sede de la Academia de Infantería, Caballería e Intendencia.

Con fachadas de diferentes estilos el Alcázar es, en la actualidad, sede del Museo del Ejército, donde alberga su colección. Imagen de la web El turismo en España
Cuando el 18 de julio estalló la Guerra Civil la máxima autoridad militar de Toledo, por ausencia de su titular el coronel Abeilhé, era el coronel José Moscardó, director de la Escuela Central de Gimnasia.

Moscardó, que llevaba tres días rehusando cumplir las órdenes del Gobierno que le instaba a entregar las municiones de la fábrica de armas de la ciudad, decidió proclamar el estado de guerra, quedarse con las municiones y encerrarse en el Alcázar con más de mil combatientes. Éstos se componían, sobre todo, de guardias civiles que habían dejado abandonados sus puestos en los pueblos de la provincia, soldados pertenecientes a la guarnición de la ciudad, algunos cadetes y voluntarios de Acción Popular y de la Falange. Les acompañaban cerca de 670 civiles, la gran mayoría mujeres y niños familiares de los sublevados.

Retrato de José Moscardó, ya ascendido a Teniente General. Imagen de la web TarifaWeb
Lo que no dice oportunamente la propaganda franquista es que habían capturado y llevado con ellos a numerosas mujeres y niños de reconocidos izquierdistas toledanos a los que mantuvieron presos como rehenes y que fueron asesinados por los defensores en el transcurso del asedio antes de que las tropas de Varela “liberasen” el Alcázar.

Quiso también la “historia oficial” hacernos creer que la mayoría de los defensores eran cadetes imberbes y poco experimentados que tuvieron que hacer frente a barbados “rojos” duchos en el arte de la guerra. Pero la realidad es que, al estar en período vacacional, había exactamente 8 cadetes en el Alcázar.

Para defenderse, contaban con 1.200 fusiles, dos piezas de artillería de 7 milímetros, 13 ametralladoras, 13 fusiles ametralladoras y un mortero. Además de los 800.000 cartuchos que lograron traer de la Fábrica de Armas tenían 50 granadas rompedoras, 50 granadas de mortero, cuatro cajas de granadas de mano, unos 100 petardos de trilita y un detonador.

Milicianos republicanos disparando contra el Alcázar. Imagen de la web Toledo olvidado
Las tropas republicanas, compuestas en su mayoría de anarquistas y guardias de asalto, asediaron el Alcázar desde el 21 de julio sin conseguir conquistarlo. Pero tampoco es cierto, como la propaganda franquista quiso hacer creer, que se organizara un ataque desde el primer día. Lo cierto es que la República trató, básicamente, de negociar con Moscardó. De hecho, el mismísimo Vicente Rojo, que llegaría a jefe del Estado Mayor de la República, le entregó el 9 de septiembre una oferta de rendición que fue rechazada.

Cuando el Alcázar empezó a ser bombardeado con piezas de gran calibre, los republicanos comenzaron a confiar en un pronto desenlace, pues la situación de los sitiados era dramática: los alimentos escaseaban, el agua estaba racionada y la moral estaba muy baja. Suicidios y deserciones (al menos 23 personas se pasaron a los republicanos), convenientemente ocultados por la historia franquista pero fielmente reflejados por Moscardó en su diario de operaciones, se sucedían.

Imagen de la misma web que la imagen anterior.
Conviene aquí reconocer las penalidades y la heroicidad de los sitiados, aunque relativizado todo ello por las tremendas carencias alimenticias y los bombardeos aéreos sufridos por la población civil en la retaguardia republicana.


Hasta aquí todo parecería una batalla más, un episodio de una larga y sangrienta guerra. Pero es ahora cuando aparece el mito. El mito del Alcázar se sostiene básicamente en el asunto del fusilamiento de Luis, hijo de Moscardó. El 23 de julio, un supuesto jefe de las milicias republicanas llamó por teléfono a Moscardó exigiéndole la rendición del Alcázar. Para conseguir su propósito, el republicano amenazó al coronel con fusilar a su hijo Luis, a quien tenía prisionero, y para amedrentar a su interlocutor puso al propio Luis al aparato. Así pues hablaron padre e hijo. Dicha conversación es el plato fuerte de la versión franquista de los hechos.

Algunos historiadores han cuestionado que existiera tal conversación por teléfono, argumentado que éste había sido cortado. Existiera o no, el mensaje está claro: el héroe Moscardó al igual que el héroe de Tarifa, prefiere el sacrificio de su propio hijo antes de rendir la fortaleza que defiende. La ilustración pertenece al libro de exaltación histórica de la patria, "Santa Tierra de España", de la editorial Altés, 1942, cuyo autor es José Muntada.
Se dice que Moscardó le pidió a su hijo que encomendara su alma a Dios y que muriera valerosamente. Y supuestamente Moscardó oyó por teléfono el disparo que acabó con la vida de su hijo. Sin embargo, testigos republicanos de la conversación afirmaron que el tono fue más bien de duda, fatalismo e incluso debilidad.


La amenaza de matar a Luis fue sólo eso, y no una orden ejecutiva: fue enviado a la Prisión Provincial y un mes después de estos hechos, tras un bombardeo aéreo, los milicianos asaltaron la prisión, le incluyeron en una saca masiva de prisioneros y fue fusilado, sin que la conversación antes aludida tuviera nada que ver.

Otra prueba de que esta leyenda propagada por los fascistas es apócrifa es su sospechosa semejanza con la de Guzmán el Bueno, que sacrificó valerosamente la vida de su hijo durante el sitio de Tarifa por los árabes en el siglo XIII.

Guzmán el Bueno, lanzando el puñal que degollará a su hijo. Ilustración de Antonio Cobos para la obra de narraciones históricas para escolares "Glorias Imperiales", publicada por Magisterio Español en 1958. Personajes llenos de dignidad, en perfecta armonía con el mensaje que se procuraba transmitir: su paralelismo con los héroes y caudillos vencedores en la Guerra Civil.

Los apologistas del franquismo, que vieron enseguida el paralelismo en ambos episodios de la cobardía por los asesinatos de inocentes, callaron sin embargo lo que no les interesaba. El hecho incontestable de que tanto Guzmán el Bueno como Moscardó tenían en común las deslealtades compartidas ya que ambos se alinearon en contra de la legalidad establecida. Moscardó contra la legalidad republicana y Guzmán apoyando al ilegítimo Sancho IV el Bravo.

El Alcázar se convirtió en el bastión del franquismo y la biografía de Moscardó en inserción obligada en todos los manuales. En la posguerra no hay recato en glorificar a los mercenarios marroquíes quienes guiados por jefes “tan valientes como Varela, Yagüe o El Mizzian " marcharon hacia la liberación del Alcázar, “reducto en el que 500 hombres animados por un español insigne, con temple de héroe y de mártir, y poseído de las más sublimes virtudes de la raza, el coronel Moscardó” resistía el acoso de “los enemigos de la Religión y de la patria” (*)

Reconstrucción del despacho de Moscardó en el Alcázar de Toledo. Las paredes de la habitación están cubiertas de textos que reproducen la famosa conversación telefónica entre padre e hijo. Incluso puede escucharse en varias lenguas. Los turistas de todo el mundo que visitan el edificio se van convencidos de que se trata de una transcripción taquigráfica de la conversación y de que Luis Moscardó fue fusilado a continuación. Próximamente será retirado de la vista por el Ministerio de Defensa. Imagen del diario La Razón.es
Como era de prever se ocultan otros hechos. Como el gran número de cadáveres arrastrados por las aguas del Tajo de toledanos que intentaban escapar en barca o a nado de los legionarios y marroquíes “salvadores” del Alcázar que les tirotearon desde las orillas. Como el degüello a manos de los rifeños de más de 200 soldados republicanos heridos en el hospital de San Juan Bautista (Tavera). O como las 20 mujeres embarazadas de la Maternidad fusiladas contra las tapias del cementerio (**).

Pero ya se sabe que las leyendas apelan a lo mágico y lo maravilloso. Y este tipo de detalles sólo servirían para oscurecer al héroe de la nueva España, al mito.

Y eso no queda bonito.

(*) Pérez Rodrigo, A. Una vida al servicio de la Patria.Imp. M. Montañana, Madrid, 1943.
(**) Ver, en este mismo blog, la entrada "Grandes asesinos fascistas (II). Ben Mezzian y los moros de Franco"

Fuentes documentales


Bibliografía

- Abós, A. L. La Historia que nos enseñaron (1937-1975). Foca Ediciones, Madrid, 2003.
- Alía Miranda, F. y Valle Calzado, A. R. del (Coords.): La Guerra Civil en Castilla-La Mancha, 70 años después. Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, Cuenca, 2008.

- Aróstegui, J. y Godicheau, F. Guerra Civil. Mito y memoria. Editorial Marcial Pons, Madrid, 2006.

- Beevor, A. La Guerra Civil Española. Crítica, Barcelona, 2005.

- Pons Prades, E. Las escuadras de la muerte. La represión de los sublevados. Flor del Viento Ediciones, Barcelona, 2006.

- Reig Tapia, A. La cruzada de 1936. Mito y memoria. Alianza Editorial, Madrid, 2006.


Prensa digital

- "Reivindicación de Guzmán el Bueno". Artículo de L. Alonso y G. Álvarez de Toledo para el diario ABC.es
- "Defensa borra del Alcázar de Toledo las huellas del asedio republicano". Artículo de D. Mazón para el diario La Razón.es
Revistas digitales

- "Deconstrucción del tejido mítico franquista". Artículo de H. Fabra para Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid.

Páginas web y blogs

- Toledo: guia de turismo fascista, por M. Molina. Sección "La caza del monumento franquista" de la web Foro por la Memoria.
- José Moscardó, entrada de la WikiPedia.
- Alcázar de Toledo, entrada de la WikiPedia
- Alonso Pérez de Guzmán, entrada de la WikiPedia
- Web que contiene la versión franquista en cómic del asedio al Alcázar de Toledo
- Imágenes, relatos y mitos de un lugar de memoria: el Alcázar de Toledo. Artículo de V. Sánchez-Biosca para la web de la Universitat de València

Material audiovisual

- Fragmento de la película "Sin novedad en el Alcázar". Vídeo de YouTube
-"Asedio al Alcázar de Toledo", documental franquista, posiblemente del No-Do. Vídeo de YouTube



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