"¡Loor a los Héroes!" Cartel de Arturo Ballester para la CNT-AIT. La semejanza de los aviadores republicanos con el míto de Ícaro es innegable. Fuente: El Canto del Búho
Narra la mitología que Ícaro, hijo de Dédalo, escapó junto con éste del laberinto en el que fueron encerrados por el rey Minos, valiéndose de unas alas unidas al cuerpo por medio de cera. Pero Ícaro, desoyendo las instrucciones de su padre, se acercó en su vuelo demasiado al sol, con lo que se derritió la cera que le unía a sus alas, y cayó al mar, donde murió.
24 de agosto de 1937. Tres modernos Ícaros vuelan sobre el Moncayo. Su Tupolev SB-2 de bandera republicana vuelve de bombardear el aeródromo de Soria, en manos facciosas. Su misión se ha cumplido con éxito. Han conseguido debilitar en parte las fuerzas que pudieran reforzar los efectivos de la Batalla de Belchite.
No es el sol, sino dos cazas italianos los que, disparando varias ráfagas de ametralladora, alcanzan el aparato con varios impactos incendiándose a continuación y cayendo envuelto en llamas.
Uno de los aviadores no consigue salir del aparato y fallece en el impacto. Los otros dos pueden saltar en paracaídas, aunque uno de ellos no consigue abrirlo falleciendo en la caída.
El Katiuska SB-2 fue el bombardero medio estándar de la aviación republicana.Era muy rápido pero se incendiaba con facilidad por la escasa protección de sus depósitos de combustible (el fuselaje era de duralumino). Se trataba en realidad de un avión muy poco probado en origen. Las tripulaciones le sacaron todo el partido que pudieron y tuvieron numerosísimas y destacadas actuaciones, participando en el hundimiento del "Baleares" y el bombardeo del "Deutschland" que tanto irritó a Hitler. Fuente: Memoria RepublicanaLos cuerpos de los dos aviadores fueron enterrados en el cementerio de Ágreda mientras que el superviviente fue detenido y posteriormente canjeado por otros prisioneros de guerra.
La identidad de los tripulantes del también conocido como “Katiuska” se mantuvo desconocida hasta hace apenas cuatro años. En el libro antiguo del cementerio de Ágreda aparecen registrados como “dos desconocidos hallados en la dehesilla, aviadores rojos” y enterrados en “lo que fue cementerio civil”.
Esos datos tan vagos fueron conocidos en algún momento por nuestras familias, las cuales hablaban de que unos aviadores republicanos estaban enterrados junto a nuestros abuelos. Mucho después supimos que podían proceder de la provincia de Murcia pero sólo el trabajo de los investigadores logró ponerles nombres y apellidos. (1)
Los nombres no aparecieron nunca en el panteón erigido por nuestras abuelas, pues nos eran desconocidos. Hoy estamos orgullosos de conocerlos.El sargento piloto Antonio Soto y el sargento observador Luis Gil serían los que murieron en el derribo del aparato según relató el cabo ametrallador Blas Paredes, único superviviente cuyo testimonio fue recogido en las investigaciones.
Cuando los familiares de Luis, Marcelino, Gregorio y Feliciano nos unimos para exhumar a los nuestros, tuvimos muy claro desde el principio que también deberíamos intentar ponernos en contacto con los posibles descendientes de los pilotos republicanos.
Creímos que era de justicia exhumar los restos de todos los que murieron por la República. para que recibieran el entierro digno que merecían.
Formación de Katiuskas SB-2 en misión de bombardeo. Al principio, estos aparatos eran difíciles de derribar, pues eran tan rápidos como los cazas, pero con la llegada del Me-109 alemán, sus bajas comenzaron a ser alarmantes. Fuente: Memoria RepublicanaSin embargo, a pesar de habernos puesto en contacto con la Asociación de Aviadores de la República (ADAR) y con algunos medios informativos murcianos, la esperanza de encontrar a familiares de los aviadores se fue desvaneciendo pues no aparecía ninguno.
Finalmente llegó el momento de exhumar a los nuestros, tan esperado por todos nosotros. Nuestra satisfacción fue doble, porque nuestro sueño, el sueño que nos unía a cuatro generaciones, iba al fin a hacerse realidad. Y, al mismo tiempo, porque ADAR iba a hacerse cargo de los restos de aquellos pilotos caídos en combate.
Hacía pocas horas que habíamos cerrado la fosa donde habían yacido los nuestros, cuando una nueva excavación puso de manifiesto el primer hallazgo de sus restos.
El mecánico prepara la escalerilla para que el observador ocupe su puesto. El piloto accedía por la carlinga, y el ametrallador también por su propia carlinga tal como se puede apreciar en esta imagen.Fuente: Memoria RepublicanaSe trataba, curiosamente, de sus cazadoras, excelentes prendas de cuero que aparecieron en un buen estado de conservación y que dejaban pocas dudas de su identidad. Por si fuera poco, los huesos de uno de ellos revelaban los estragos que el fuego había hecho en ellos.
Sus restos, una vez exhumados, fueron llevados a San Sebastián donde se les realizará, como a los de los nuestros, la necropsia. Posteriormente serán incinerados aunque se conservarán muestras de ADN. Sus cenizas serán custodiadas hasta que un día puedan ser reclamadas por algún familiar.
Al estallar la guerra civil el Gobierno republicano consiguió retener en sus manos la mayor parte de las Fuerzas Aéreas Españolas. Sin embargo la mayoría de tales fuerzas la constituían modelos construidos entre 1917 y 1925 con lo que estaban anticuados, mal pertrechados de armamento y bien pocos superaban la velocidad de 200 km/h. Algunos incluso podían considerarse inservibles.
Miembros del 24 grupo de bombardeo se fotografían delante de uno de los aparatos de la escuadrilla. Fuente: Memoria RepublicanaFue del todo necesario adquirir aviones de otros países, aquellos que quisieron venderlos a la República. La URSS fue el único país que se los facilitó de una forma continuada.
Las bajas inevitables ocasionaron que hubiera que mandar a la URSS escalonadamente grupos de alumnos, al mando de un jefe de aviación español. Estos alumnos se escogían entre los mejores combatientes de los frentes. Los cursos duraban generalmente seis meses, al cabo de los cuales regresaban a España perfectamente instruidos y en posesión de los títulos de piloto, observador, bombardero, ametrallador… según las aptitudes y preferencias de cada uno. Cuando se incorporaban a los aeródromos, estaban en condiciones de prestar servicio desde el mismo día de su llegada.
Sin la aviación republicana la defensa de Madrid hubiera sido imposible. “El pequeño número de aviones de que disponían las fuerzas populares estaba todo el día en el aire, confundiendo al enemigo, que no podía imaginarse que fueran siempre los mismos aviones y los mismos aviadores quienes realizaban el milagro de cubrir y defender el cielo de Madrid". (2)
No es extraño que los madrileños la bautizaran como “La Gloriosa”, cuando los aviones republicanos aparecieron en el cielo de Madrid alumbrando la esperanza de que la ciudad no caería.
Portada de la Revista Ícaro (enero 2009). Publicada por ADAR, muestra una fotografía de Robert Capa en la que los madrileños miran al cielo entusiasmados al ver a parecer a la aviación republicana, "La Gloriosa". Fuente: ADARLa audacia de los pilotos republicanos “les llevó a batirse en difíciles condiciones de inferioridad y con un espíritu de acometividad y de sacrificio ejemplares (…)Los servicios dados por los aviadores superaban todos los cálculos; piloto hubo que realizó en una jornada siete servicios, todos con combate, pues las circunstancias en que se luchaba exigían una verdadera congestión de trabajo y de esfuerzo (...)" (3)
Sin embargo, aquellas hazañas sin cuento no pudieron evitar que “La Gloriosa”, las Alas de la República, fuera lenta y dolorosamente derrotada por tres flotas aéreas, la nacional, la italiana y la más poderosa de entonces, la alemana.
Luchando contra todas las dificultades, la epopeya de aquellos pilotos y de todo el personal a cargo de los aviones es digna de admiración.
Su actuación, llena de honor y de sufrimiento, es la gesta heróica de quienes defendieron los derechos y las libertades de sus compatriotas hasta más allá de lo imaginable, hasta su último suspiro, hasta la última gota de su sangre.
«Morir como Ícaro vale más que vivir sin haber intentado volar nunca, aunque fuese con alas de cera» (4)
Notas
(1) Lozares, M. Los aviones del Moncayo. Centro de Estudios Turiasonenses, Zaragoza, 2008.
(2) Ibárruri, D. El único camino. Bruguera, Barcelona, 1979.
(3) Rojo, V. España heróica, diez bocetos de la guerra española. Ariel, Esplugues de Llobregat (Barcelona), 1975.
(4) Unamuno, M., «¡Adentro!», en La agonía del cristianismo. Mi religión y otros ensayos, Plenitud, Madrid, 1967.
Fuentes documentales
Webgrafía
- Esquema relativo a las tareas a bordo del SB-2. Fuente: Memoria republicana
- Aviones de las Fuerzas Aéreas Republicanas. Fuente: Memoria Republicana
- La Gloriosa. Fuente: La Insignia
- El Ejército Republicano. Fuente: Guerra Civil 1936.