.post blockquote { width:275px; margin: 10px 0 10px 50px; padding: 10px; text-align: justify; font-size:15px; color: #e1771e; background: transparent; border-left: 5px solid #e1771e; } blockquote { border-left:3px solid #CCCCCC; color:#776666; font-style:italic; padding-left:0.75em; } Fusilados de Torrellas http-equiv="Content-Type" content="text/html; charset=UTF-8" />

Bienvenidos a "Fusilados de Torrellas"

Este blog está dedicado a todos cuantos sufrieron la represión franquista entre 1936 y 1939 y en la larga noche de la dictadura.

Pero especialmente y sobre todo, es un homenaje a mi abuelo, Feliciano Lapuente, y a sus compañeros, Luis Torres, Marcelino Navarro y Gregorio Torres, los cuales fueron sacados de sus casas en Torrellas (Zaragoza) y cobardemente asesinados en octubre de 1936 por un escuadrón de la muerte falangista y enterrados sus cuerpos en una fosa común en la que yacieron durante 74 años.

El día 10 de octubre de 2010 cumplimos el sueño que ha unido a cuatro generaciones: logramos exhumar sus restos para darles el entierro digno al que todo ser humano tiene derecho.

Fueron cuatro hombres honrados asesinados, como tantos otros, a causa de sus ideas y de su compromiso: representar y defender la legalidad de la II República Española.

Sus familiares nunca les hemos olvidado y nos hemos impuesto la tarea de dignificar su memoria y conseguir el reconocimiento y la reparación que se les debe.

Es un acto de justicia.

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Adiós a los que se quedan…


…y a los que se van, también.


Así comienza la primera estrofa de la Albada, ese emocionante canto que Labordeta, allá por los 70, llevó por toda mi tierra aragonesa para levantar a las gentes, en su mayoría jóvenes, para luchar por un cambio que se hacía imprescindible.

Así quiero comenzar también yo a decir adiós. Han sido más de tres años en este camino, en este viaje que inicié buscando a un abuelo al que nunca conocí pero por el que siempre tuve el sentimiento de pérdida, la nostagia, el orgullo por sus ideales…  que me transmitieron mi abuela y mi madre.

Y la determinación por honrar su memoria y hacerle justicia.

En todo viaje que se emprende se viven experiencias positivas y negativas. Tanto las unas como las otras te van modelando haciendo que, inevitablemente, ya no seas el mismo cuando te detienes que cuando comenzaste a caminar.

En ese cambio tienen mucho que ver las personas a las que vas encontrando en el camino; muchos de vosotros me habéis acompañado desde el inicio durante largas etapas, etapas que se hicieron más cortas, más llevaderas, más enriquecedoras... gracias a vuestro aliento, a vuestra cercanía.

 Otros, compañeros en breves trayectos, aportastéis frescura y alegría cuando el camino se hacía cuesta arriba.

También hubo quienes, como inevitablemente pasa en todo viaje, intentaron por todos los medios que “volviera a casa”: los que de una forma paternalista me aconsejaban que no era bueno “reabrir heridas”, los que  desde el respeto opusieron sus argumentos a los míos y aquellos que, careciendo de argumentos,  profirieron toda clase de insultos.

Todos ellos consiguieron justo lo contrario de lo que pretendían. Que siguiera
adelante con más determinación aún.

Hoy, sin embargo, considero que este viaje debe terminar. Creo que este blog que nació con pocas pretensiones, ha cumplido su fin. Me consta que ha contribuido modestamente a mantener viva la Memoria y ha animado a muchas personas a emprender la aventura que los familiares de los Fusilados de Torrellas hemos llevado felizmente a cabo.

Queda mucho por hacer, qué duda cabe…Confieso que en  mi decisión también hay mucha dosis de agotamiento.

Agotamiento por relatar tanta violencia, tanta infamia, tanto dolor…nunca compensado por las innumerables pruebas de heroísmo, de dignidad de tantos republicanos y republicanas, algunas de las cuales han visto la luz por primera vez en este blog.

Adiós a los que se quedan…

A Paquita, que como las montañas que ama  se ha hecho eco tantas veces de mis escritos…

A Buda, que alimenta nuestra alma con los productos de su inagotable alacena…

A Jesús, el dardo en la palabra, enamorado de la copla y de la canción italiana…

A Antonio, con sus siempre acertadas reflexiones y sus maravillosas fotografías…

A Óscar, nunca plebeyo sino  noble y honrado profesor de Historia, incansable viajero…

A Rafael, comprometido con la vida, excelente maestro, mejor persona…

A Isabel, su prosa nos hace ver a través de los ojos de la mujer romana y renovar nuestro interés por su mundo…

A Verdial, mágica escritora cuyas imágenes y recuerdos están llenos de sensibilidad…

…y a los que se van, también…

A Navegante Rojo, la estela republicana de su barco  marcó desde el principio mi andadura…

A Severino, incluso poniendo el dedo en la llaga nos hacía dibujar una sonrisa en la cara…

A Selma, buscadora de paz, amiga…siempre hospitalaria, su jaima siempre estuvo abierta y el agua fresca  de su oasis dispuesta para el viajero sediento…

A Lux, amigo siempre contradiciendo a la distancia. No hay que decir más…

A Jesús, toda una vida consagrada a la Memoria. Siempre será un ejemplo a seguir…

Adiós a todos los que habéis hecho posible este blog leyendo sus entradas, comentándolas, poniendo a mi disposición vuestras páginas web, vuestros libros y todo tipo de documentación para prepararlas. Mi trabajo no hubiera tenido sentido sin todos vosotros.

Me voy. Pero el viaje de la vida nos conduce por muchos caminos.
 
Quién sabe. Quizás volvamos a encontrarnos en alguno de ellos.

Sea como sea, sabed que siempre tendréis en mi a un amigo.

¡Salud y República!


Imagen: El País Leer más...

El abuelo ha vuelto a casa.

Feliciano Lapuente, mi abuelo.
Ya está. Desde hace unas pocas horas los restos de mi abuelo reposan junto a los de mi abuela.

Ha sido un instante de profunda emotividad. Todos nos hemos dado un abrazo  que simbolizaba la consecución de un sueño, la culminación de muchos años de lucha tratando de conseguir la dignificación de la fosa común en la que se encontraba, la ilusión por localizar sus restos y exhumarlos y por fin, hoy, su reinhumación de una forma pública, digna, humana.

Hemos vuelto a nuestras casas con un peso menos en el alma.

Un peso que comenzó a ser mucho más ligero desde el 10 de octubre de 2010 cuando pudimos exhumar los restos de los Cuatro de Torrellas, como los ha llamado siempre la señora Conce que con sólo 10 años vio cómo arrojaban sus cuerpos por encima del muro del cementerio de Ágreda para que cayeran en lo que benévolamente se llamó "cementerio civil". En la práctica, todos sabíamos que aquel lugar sólo era otra forma de humillación, otra manera de intentar borrar sus nombres de la historia.

La alegría por localizar sus restos y los de dos aviadores republicanos abatidos en las faldas del Moncayo se vio ensombrecida por la decepción de los vecinos de Vierlas que acudieron con la esperanza de encontrar también allí los restos de sus abuelos, asesinados como los nuestros en parecidas circunstancias. Pero sus abuelos no estaban allí.

Vierlas, Torrellas...constituyen una metáfora de lo sucedido en tantos pequeños pueblos de nuestro país, donde muchos de sus vecinos fueron sacados de sus casas en plena noche, conducidos a un paraje alejado del pueblo y asesinados allí alevosamente.

Nuestros abuelos forman parte de tantos miles de "paseados", fórmula empleada por sus asesinos a la hora de conducirlos a la muerte.

La identificacióin de sus restos mediante pruebas de ADN fue otra etapa más en la curación de nuestra herida, aunque para aquel entonces los familiares de los cuatro teníamos claro que si no era posible una identificación plena los enterraríamos a todos conjuntamente.

Así, cada vez más esperanzados, llegamos al pasado 14 de abril. La historia de Torrellas cuenta, desde ese día, aniversario de la proclamación de la Segunda República, con una nueva página que será recordada para siempre.

Unas 700 personas, una cantidad muy superior a la que esperábamos, participaron en los diferentes actos que tuvieron lugar en el funeral-homenaje a nuestros abuelos

Desde la solemnidad de la capilla ardiente instalada en la Casa de la Villa, pasando por el respetuoso cortejo que acompañó el traslado a pie de los restos hasta el pabellón multiusos, hasta el emotivo homenaje que tuvo lugar allí y la posterior inauguración del precioso Parque de la Memoria... todo sirvió para que el pueblo de Torrellas recibiera los restos de cuatro de sus vecinos, que volvían al lugar de donde nunca debieron salir.

Y para mostrar su reconocimiento a Marcelino, Luis, Gregorio y Feliciano, que dieron su vida por defender la democracia legalmente establecida pero pisoteada por el golpe fascista de 1936.

A la hora de escribir estas líneas me invade una mezcla confusa de sentimientos.

En ellos reconozco el agradecimiento que siento hacia tantas personas que nos han ayudado, en un momento o en otro, a realizar este sueño. No hace falta que las nombre, ellas ya lo saben, como saben que ya forman parte de nuestras vidas...

También me doy cuenta del alivio que siento. Me vienen a la cabeza las palabras de Nelson Mandela: "Saber que en tu día cumpliste con tu deber y estuviste a la altura de las expectativas de tus congéneres es por sí misma una experiencia gratificante y un logro magnífico".

Pero, por encima de todo, siento un gran orgullo.  

Orgullo por ese abuelo republicano al que no llegué a conocer...

Orgullo por la fuerza y el tesón de mi abuela, por la llama del recuerdo que nos transmitió mi madre... 

Orgullo por esta familia mía que tanto ha sufrido.

Por esta familia "suave como la arcilla, dura como el roquedal" que me ha hecho ser lo que soy.

¡Salud y República!



Funeral Homenaje a las víctimas del franquismo en Torrellas. YouTube













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