.post blockquote { width:275px; margin: 10px 0 10px 50px; padding: 10px; text-align: justify; font-size:15px; color: #e1771e; background: transparent; border-left: 5px solid #e1771e; } blockquote { border-left:3px solid #CCCCCC; color:#776666; font-style:italic; padding-left:0.75em; } Fusilados de Torrellas: mayo 2009 http-equiv="Content-Type" content="text/html; charset=UTF-8" />

Yagüe, asesino de masas. La doble matanza de Badajoz (1ª parte)

Cartel denunciando la matanza de la Plaza de Toros de Badajoz. No conozco su procedencia. Lo he incluído porque recoge en tono amargo pero reivindicativo los sucesos que ocurrieron.


-"Se dice que más de dos mil personas han sido fusiladas ya en Badajoz". Yagüe se encogió de hombros, miró al periodista y contestó secamente: - “No deben ser tantos”.

Entrevista de Mario Neves, del Diario de Lisboa, al teniente coronel Juan Yagüe, durante los primeros días de las matanzas de Badajoz.
- “Por supuesto que los matamos. ¿Qué esperaba usted? ¿Que iba a llevar cuatro mil prisioneros rojos conmigo, teniendo mi columna que avanzar contrarreloj? ¿O iba a soltarlos en la retaguardia y dejar que Badajoz fuera roja otra vez?”.

Entrevista de Yagüe con John T. Whitaker, del New York Herald, tres días después. El periodista le pregunta hasta dónde era verdad lo que se contaba de los asesinatos de Badajoz. Esta vez Yagüe se mostró más abierto a responder.
Agosto de 1936. El ejército fascista sublevado avanza desde Andalucía hacia el norte de la Península. En su camino se encuentra Badajoz, cuya conquista es vital para ellos pues significaría la unión del ejército del sur con el del general Mola, que domina el norte.

La ciudad se encuentra aislada tras la caída de Mérida unos días antes. Con unos 40.000 habitantes, está defendida por unos tres mil milicianos sin preparación militar y de entusiasmo desigual y 500 soldados al mando del coronel Ildefonso Puigdendolas.


Situación de la G.C.E. en agosto de 1936. Imagen de Wikipedia.

El armamento de los atacantes y su organización son infinitamente superiores a todo lo que puede ofrecer para su defensa la ciudad de Badajoz. El asedio lo llevan a cabo 2.250 legionarios, 750 regulares marroquíes y muchas baterías de artillería al mando del teniente coronel Juan Yagüe. Además, la aviación alemana e italiana, especialmente los Junkers Ju-52, los famosos Stukas, provenientes de aeródromos portugueses bombardean continuamente a la población. Algunas tropas de Yagüe se han infiltrado por la raya de Portugal para sorprender a los republicanos por la espalda.


Fotografía del teniente coronel Yagüe acompañado por Franco.


El día 13 Badajoz se queda sin luz eléctrica y rodeada de enemigos por todas partes, comienzan las deserciones en masa. Sólo conserva sus murallas del siglo XVIII, defendidas por grupos de milicianos y de soldados.


Esa tarde los milicianos rechazan con fuego de ametralladoras el primer asalto. La guardia civil de Badajoz aprovecha la confusión del combate para sublevarse por la espalda. Los tiroteos en el interior de la ciudad no cesan en toda la noche.

Creo que esta fotografía corresponde a milicianos republicanos defendiendo Badajoz, pero no he podido confirmarlo (*).

Al amanecer del día 14, la artillería rebelde abre fuego contra las murallas de Badajoz. Este intenso bombardeo dura varias horas y destroza las murallas y las viviendas de los alrededores. Por la tarde vuelve a comenzar el asalto por las brechas que ha abierto la artillería. Tras las tanquetas, los legionarios se lanzan de nuevo al asalto; el fuego de las ametralladoras vuelve a pararlos de nuevo y a ocasionarles numerosas bajas. Pese a ello, consiguen penetrar en la ciudad.


A las cuatro de la tarde, tras un encarnizada lucha cuerpo a cuerpo, los rebeldes dominan ya gran parte de la ciudad, pero la lucha callejera continuará hasta el anochecer. En la catedral se refugian cincuenta milicianos peleando hasta quedarse sin municiones. Son capturados y ejecutados ante el altar mayor, pese a que luego harán correr la voz de que se suicidaron.


Prisioneros republicanos ejecutados junto a las tapias del cementerio de Badajoz poco después de que las tropas de Regulares y las de la Legión tomaran por asalto la ciudad. Foto realizada por el francés René Brut.

Esta es la señal para comenzar la matanza. La primera. Los moros, sueltos como perros rabiosos y armados hasta los dientes, caen sobre la ciudad martirizada y asesinan alevosamente a todo aquel que se aventura a salir a la calle. Cae mucha gente inocente, mujeres indefensas, hombres que no han combatido, niños y ancianos. Hay quien muere acuchillado simplemente por llevar un reloj o una cadena de oro que despierta la codicia de los mercenarios moros al servicio del fascismo español. Se ven cadáveres con cuchillos clavados hasta la empuñadura.


Las tropas moras de Yagüe.

Algunos oficiales alemanes, al servicio del general Franco, se dan el gusto de fotografiar cadáveres castrados por los moros, los cuales no cesan de realizar todo tipo de ritos sexuales con el enemigo muerto. Incluso asesinan, alborozados, a muchos bebés de escasos meses. Todas las mujeres y las niñas que caen en sus manos son violadas sistemáticamente antes de que sean asesinadas. Metiéndoles las bayonetas por la vagina y abriéndolas en canal.


Una inscripción laudatoria a Franco en el idioma de sus tropas "indígenas".

Entretanto, conocidos falangistas de Badajoz se encargan de delatar y localizar a los rojos republicanos. Los que no son torturados y muertos salvajemente en la calle o en las azoteas, son conducidos a la Plaza de Toros. En el tendido, junto a la barrera, han instalado unos focos para iluminar la arena. Allí están, confinados y atemorizados, todos los presos republicanos, la mayoría de ellos civiles.


Plaza de Toros de Badajoz, hace ya varios años derribada en contra de las protestas de muchas asociaciones memorialistas.

En los asientos de más arriba, esperando que dé comienzo el espectáculo, se encuentran los señoritos falangistas y los terratenientes de la zona, los de siempre, junto a los jefes moros del Tabor de Regulares, alternando “cristianamente” con las señoritas devotas que han sido invitadas.


Suena el clarín. Los prisioneros, desconcertados, miran a todos los lados con los ojos desorbitados. No saben qué significa aquello.


Pronto van a tener ocasión de descubrirlo.


La segunda matanza de Badajoz está a punto de comenzar.


Continuará…


(*) Si alguien conoce datos más precisos de alguna de las imágenes que acompañan esta entrada, le estaría agradecido de que me lo hiciera saber.

Para la realización de esta entrada y de la siguiente me he basado, además de en la lectura de diferentes páginas web y blogs, en el texto de Rafael Tenorio, Las Matanzas de Badajoz, publicado en la revista Tiempo de Historia nº 56, julio 1979. Leído en la pagina de S.B.H.A.C., Sociedad Benéfica de Historiadores Aficionados y Creadores
.



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La carretera de la muerte (2ª parte). Un héroe y una ambulancia.


"...España es una herida en mi corazón. Una herida que nunca cicatrizará. El dolor permanecerá conmigo, recordándome siempre las cosas que he visto..."
Norman Bethune
A lo largo de la historia, ha habido muchos grandes hombres y mujeres cuyos nombres permanecen en la memoria colectiva. Pero los nombres de muchos otros se pierden por no haber recibido el reconocimiento debido, como es el caso del Dr. Norman Bethune.

Este médico canadiense, fue un brillante innovador al aplicar la invención mecánica a la medicina, fabricando instrumental quirúrgico, aparatos de neumotórax, cizallas y demás inventos para luchar contra la tuberculosis, pero si por algo es recordado, sobre todo en China y cada vez más en España, es por su labor humanitaria que tantas vidas salvó.

A finales de 1936 abandona un brillante puesto de cirujano en Montreal para dirigir la ayuda médica enviada desde Canadá al Gobierno de la República; Bethune, un hombre de convicciones demócratas que veía en la Guerra Civil Española un ensayo de la II Guerra Mundial, decide no quedarse de brazos cruzados.


El doctor Norman Bethune realizando una transfusión sanguínea durante una operación en la guerra civil.

Ya en Europa, adquirió una ambulancia en Francia y creó el servicio móvil de transfusiones de sangre del ejército republicano. Fue el inventor de la moderna bolsa de sangre. Evitó así la muerte de centenares de soldados que morían desangrados en el frente por heridas que no eran necesariamente mortales.


Junto a un ayudante y un conductor, se desplazó hasta Málaga para asistir a los heridos pero al encontrarse con la masa ingente de población civil desasistida en la carretera de Málaga a Almería, dejó el material de transfusiones en Almería, y trasladó a los refugiados exhaustos en portes de hasta cuarenta personas a la vez en su ambulancia.

Bethune, fotografiado junto a su unidad médica móvil, en algún lugar de España.

Fueron las únicas personas con categoría sanitaria que auxiliaron a los refugiados de Málaga aquellas jornadas. Con aquella acción salvaron la vida de incontables personas, niños y ancianos en su mayoría, enfermos y febriles, que de otra forma hubieran perecido desfallecidos en la carretera después de varios días de marcha.


La interminable caravana de refugiados en la carretera Málaga-Almería, vista desde la ambulancia de Bethune.

Su obra "El Crimen de la carretera Málaga-Almería" (*) fue durante muchos años la única prueba escrita de esta enorme tragedia humanitaria. Las fotografías que su ayudante, Hasen Size, tomó de los refugiados y sus sufrimientos en la carretera, publicadas en dicho libro, constituyen prácticamente la única prueba gráfica del horrible epílogo de la batalla de Málaga.
(*)

Lo que sigue son extractos de sus memorias, que dejan constancia de la experiencia sufrida en la “carretera de la muerte” y que le marcarían para siempre:

“Miles de niños, contamos unos cinco mil de menos de diez años, y al menos, mil de ellos iban descalzos y, muchos de ellos cubiertos con una sola prenda. Estos iban colgados de los hombros de sus madres o agarrados a sus manos. Aquí habla un padre que iba tambaleándose con dos niños, uno de un año y otro de dos años, sobre sus espaldas, además de estar cargando cazos y sartenes, junto con alguna valorada pertenencia…”

“Por entonces habíamos pasado al lado de tantas mujeres y niños afligidos que pensamos que lo mejor era volver y comenzar a poner a salvo los peores casos. Era difícil elegir cuales llevarse, nuestro coche era asediado por una multitud de madres frenéticas y padres que con los brazos extendidos sujetaban hacia nosotros sus hijos, tenían los ojos y la cara hinchada y congestionada tras cuatro días bajo el sol y el polvo. "Llévense a éste; "miren este niño; "éste está herido"…

“Los niños envueltos de brazos y piernas con harapos ensangrentados, sin zapatos, con los pies hinchados aumentados de dos veces su tamaño, lloraban desconsoladamente de dolor, hambre y agotamiento”.

“¿Cómo podíamos elegir entre llevarnos a un niño muriéndose de disentería o entre una madre que nos contemplaba silenciosamente con los ojos hundidos llevando contra su pecho a un niño nacido en la carretera hacía dos días?”.

Portada de la edición española del libro de memorias de Bethune, cuyo título original en inglés era "The crime on the road Málaga-Almería, narrative with graphic documents revealing fascist cruelts".

“Muchas ancianas abandonaban simplemente esta lucha, se tendían a los lados de la carretera y esperaban la muerte”.


“Decidimos vaciar la ambulancia de todo su valioso contenido para crear espacio libre, y llevarnos primero a los niños y a las madres, pero luego la separación entre padre e hijo, marido y mujer se hizo demasiado cruel para poder soportarla. Acabamos por llevarnos a las familias con mayor número de hijos pequeños, y a los niños solitarios de los que había centenares, sin padres. Llevábamos a treinta o cuarenta personas en cada viaje…”

En 1938 Bethune, parece ser que por sus diferencias con las jerarquías del Ejército Republicano, unido a su generosa solidaridad, se trasladó a China para ayudar como médico a las tropas de Mao Zedong en su lucha contra la invasión de los japoneses. Al poco de llegar le encomendaron la jefatura de los servicios médicos del Ejército Rojo, en el cual colaboraban otros médicos canadienses y norteamericanos.

El doctor Bethune dirigiendo un equipo quirúrgico móvil en China, 1938.

La falta de equipamiento y suministros con que desarrollar su actividad era su principal problema. Con su habitual entusiasmo y generosidad, trabajando sin descanso, Bethune se cortó en el dedo con el bisturí durante una intervención de urgencia que quería terminar a toda costa. Contrayó así una infección que se transformó en septicemia.

Murió el 12 de noviembre de 1939.

Póster propagandístico chino en el que se ve al doctor Bethune realizando una operación. En este país Bethune es considerado un héroe nacional.

Sirva la entrada de hoy para ofrecerle un justo homenaje a quien decidió abandonar su confortable situación profesional para dedicar sus esfuerzos, tiempo y dinero a quienes más lo necesitaban.

Y mi admiración y agradecimiento a todas las personas que un día vinieron a nuestro país, desde todos los rincones del mundo, a ayudar a la República Española en su lucha contra el fascismo.


(*) Todas las fotografías referidas a la carretera Málaga-Almería de ésta y la anterior entrada son de Hazen Size.

Las páginas web y blogs mencionados en la anterior entrada, juta a otras muchas, me han ayudado para la realización de esta entrada.

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Queipo de Llano, asesino de masas. La carretera de la muerte (1ª parte)



"Estamos decididos a aplicar la ley con firmeza inexorable: ¡Morón, Utrera, Puente Genil, Castro del Río, id preparando sepulturas! Yo os autorizo a matar como a un perro a cualquiera que se atreva a ejercer coacción ante vosotros; que si lo hiciereis así, quedaréis exentos de toda responsabilidad. Al Arahal fue enviada una columna formada por elementos del Tercio y de Regulares, que han hecho allí una razzia espantosa".

"¿Qué haré? Pues imponer un durísimo castigo para callar a esos idiotas congéneres de Azaña. Por ello faculto a todos los ciudadanos a que, cuando se tropiecen a uno de esos sujetos, lo callen de un tiro. O me lo traigan a mí, que yo se lo pegaré".

"Nuestros valientes legionarios y Regulares han enseñado a los cobardes de los rojos lo que significa ser hombre. Y, de paso, también a las mujeres. Después de todo, estas comunistas y anarquistas se lo merecen, ¿no han estado jugando al amor libre? Ahora por lo menos sabrán lo que son hombres de verdad y no milicianos maricas. No se van a librar por mucho que forcejeen y pataleen"


"Ya conocerán mi sistema: Por cada uno de orden que caiga, yo mataré a diez extremistas por lo menos, y a los dirigentes que huyan, no crean que se librarán con ello: les sacaré de debajo de la tierra si hace falta, y si están muertos los volveré a matar".

Extractos de los discursos radiofónicos de Queipo de Llano en 1936.




Todo un experto en el manejo de la radio. El objetivo era crear pánico en el enemigo y en la población civil.



Fusilar a los hombres y violar a las mujeres. Ese era su estilo. Represor sanguinario, cruel y despiadado a la par que brillante militar, el general Gonzalo Queipo de Llano utilizó la radio como medio de guerra psicológica y el terror como arma de guerra. Han pasado a la historia negra sus charlas radiofónicas en los micrófonos de Unión Radio Sevilla, en las que diariamente, a las diez de la noche, intentaba minar el ánimo de los republicanos y dar fuerzas a los partidarios golpistas en zona republicana. Con un lenguaje brusco y soez, se burlaba de los dirigentes de la República y hacía alusiones a la virilidad de legionarios y regulares con comentarios tales como los mencionados más arriba.

Carruajes y automóbiles abandonados durante la "desbandá", como llaman los malagueños a su huida hacia Almería.
De este modo, rápidamente conquistó toda Andalucía. La población huía despavorida. El terror lo precedía. Cuando tomó Málaga, sin tregua alguna, asedió por tierra, mar y aire a la población civil malagueña, que huía en masa de él y de sus tropas moras hacia Almería. La única salida posible, la carretera entre las dos ciudades, se convirtió en una ratonera.

Las habladurías populares de cómo se comportaban las tropas moras cuando tomaban una ciudad enemiga, unidas a los discursos radiados de Queipo, causaban pavor. Fueran ciertos los rumores o no (y muchas veces lo eran), nadie quería quedarse a probar suerte.
Febrero de 1937. La ciudad de Málaga está a punto de ser tomada por los fascistas. La fuerza invasora consiste en alrededor de 10.000 moros, 5.000 requetés (milicias de derechas), 5.000 italianos y plenos suministros de camiones y artillería. Sólo tienen unos pocos tanques y aviones, pero pueden utilizarlos con la máxima efectividad ante la ausencia virtual de oposición.

El crucero Canarias (en la foto), junto con el Baleares y el Cervera cañonearon continua e inmisericordemente a los refugiados apiñados en la carretera.
La ciudad está prácticamente inerme. Repleta de personal civil, la mayoría son mujeres, ancianos y niños a los que se han unido varios miles de refugiados de otras zonas de Andalucía que han huido ante el salvaje avance de las tropas facciosas. Sólo unos cientos de milicianos mal armados para defenderla.Alrededor de 100.000 personas, entre las que se encuentran los restos del ejército republicano, comienzan un desorganizado éxodo en masa a lo largo de la carretera costera hacia Almería. La carretera está bloqueada por los vehículos lentos y un incontable número de personas.
Familias enteras huían con lo poco que habían podido coger de sus hogares.
Para cortar esta retirada, Queipo ordenó ametrallar con la aviación y bombardear desde los cruceros Baleares y Canarias la carretera y a los civiles que transitaban penosamente por ella. Si los doscientos kilómetros que separaban Málaga de Almería eran ya una barrera insalvable para gran parte de estos civiles, al añadirse el bombardeo, esta evacuación se convirtió en una verdadera matanza: heridos por todas partes, enfermos y ancianos agonizantes por el hambre y el agotamiento, madres que cargaban con sus hijos muertos en brazos...


Supervivientes del crimen de la carretera Málaga-Almería declaran haber visto a mujeres que seguían aún amamantando a sus bebés moribundos, como si se negaran a aceptar su pérdida.
Decenas de miles de personas, hombres, mujeres, ancianos y niños deambulan por esa carretera sin comida ni atención médica. Europa no ha visto jamás una catástrofe humanitaria de este calibre. El sufrimiento de los refugiados supera todo lo imaginable.

Un alto en el camino. El agotamiento hacía estragos.
La vanguardia de las tropas italianas alcanza la cola de la larga caravana de refugiados. Aquellos que salieron tarde de Málaga o aquellos que llevaban ancianos o niños entre ellos, son rebasados por las tropas fascistas que reparten café y panecillos y les animan a regresar a la capital. La mayor parte de la columna de refugiados no tuvo más remedio que dar media vuelta y enfrentarse a las represalias fascistas en la ciudad tomada, y sólo unos 40.000 llegaron a Almería tras aquel infernal viaje.

El recibimiento que tuvieron lo narra el heróico doctor Norman Bethune (*), testigo directo de los acontecimientos sucedidos en aquella carretera maldita: cuando ya creían haber alcanzado la salvación en Almería, la ciudad fue deliberadamente bombardeada por la aviación italiana y alemana especialmente en aquellos lugares donde dormían, apiñados y exhaustos, los refugiados de Málaga.


Escuadrilla de Messerschmit Bf-109-G6 volando sobre el Mediterráneo en 1943. Aviones como éstos bombardearon y ametrallaron a los que huían por la carretera.


“Después de que hubiesen pasado los aviones recogí en mis brazos a tres niños muertos de la calzada, justo enfrente del Comité Provincial para la Evacuación de refugiados donde habían estado esperando en una larga cola a que les dieran una taza de leche y un puñado de flan seco, el único alimento que algunos tomaban durante días. La calle parecía una verdadera carnicería, llena de muertos y de moribundos, alumbrada solamente por el resplandor anaranjado de los edificios en llamas. En la obscuridad, los lamentos de los niños heridos, los chillidos de las madres agonizantes, las maldiciones de los hombres, iban elevándose en un solo grito masivo, alcanzando un tono de intolerable intensidad”.

Extracto del libro "El Crimen de la carretera Málaga-Almería", de Norman Bethune.

Norman Bethune ayudando a los refugiados a entrar en su ambulancia.
Para los desgraciados que regresaron a Málaga, la represión de Queipo fue brutal como no lo había sido en ningún otro sitio. Entre 1937 y 1940 se calcula que fueron fusiladas unas 20.000 personas de las cuales sólo una pequeña parte ha podido ser identificada y localizada, lo que convierte a la Masacre de Badajoz (**), cuyo eco en los medios fue, al igual que la de Guernica (***), mucho mayor que la de Málaga, en una “nadería “ de “sólo” 4000 y 300 muertos, respectivamente.


La carretera de la muerte, la vieja Nacional 340 que muchos han recorrido. La próxima vez que lo hagas dedica un recuerdo a quienes en 1937 tanto sufrieron para conservar la vida y la libertad.
Hasta los años 60, los conductores de camiones seguían encontrando los esqueletos de gente que había huído de Málaga en febrero del 1937.

Continuará…

(*) Un héroe desconocido de nuestra guerra civil, conocido más fuera de nuestras fronteras como casi siempre ocurre. La próxima entrada, segunda parte de ésta, tratará sobre él. Será mi sencillo homenaje a su persona.

(**) (***) Hablaré de estas otras masacres, crímenes de lesa humanidad, en próximas entradas.

Para la elaboración de esta entrada me he basado en varias páginas web y blogs que trataron antes el tema. Quiero citar a dos principalmente: El Ojo del Tuerto y La Primera en el Peligro de la Libertad.


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A la caza del gen marxista

Cartel de 1937 que pretende explicar qué es el fascismo y cuáles sus consecuencias.

Destinatario: comandante Antonio Vallejo-Nájera, Jefe de los Servicios Psiquiátricos Militares.
«En contestación a su escrito del 10 del actual proponiendo la creación de un Gabinete de Investigaciones Psicológicas cuya finalidad primordial será investigar las raíces psicofísicas del marxismo, manifiesto que de conformidad con su mencionada propuesta, autorizo la creación del mismo».
Francisco Franco Bahamonde

Telegrama postal 1565

23 de agosto de 1938. Vallejo-Nájera, que había estudiado en Alemania las teorías racistas nazis de las cuales era un ferviente admirador, se convertía en director de las Investigaciones Psicológicas de los Campos de Concentración. Su objetivo principal, “purificar” la raza española mediante la eliminación del “gen rojo”, del “gen del diablo”.

Para ello se valió de los mejores laboratorios posibles, los campos de concentración franquistas que la Gestapo alemana había ayudado a establecer en nuestro país.


Visita de Himmler a España en 1940. Su "visita de hermandad" ayudó a crear los campos de concentración y los experimentos eugenésicos de Vallejo-Nájera.

La policía secreta nazi supervisó también los experimentos del director médico de dichos campos, Vallejo-Nájera, el cual escribió extensamente (en libros titulados Eugenesia de la Hispanidad y regeneración de la raza, Política racial del nuevo Estado, y otros) sobre la degeneración de la raza española, que según él había ocurrido durante la República. A juicio de Vallejo-Nájera se necesitaba en la España franquista una regeneración racial, debido al incremento de "tarados" y "enfermos". A esta categoría pertenecían, para él, no sólo las personas discapacitadas y enfermas, sino también, y especialmente, quienes mantuviesen cualquier postura crítica al régimen franquista.


Vallejo-Nájera promovió así las ideas racistas y prácticas genocidas nazis indicando que la "regeneración de la raza impone una política de eliminación de todos los agentes físicos, psicológicos y morales que degeneren la raza", y consideró la eliminación física, a través de asesinatos políticos, como parte de esta purificación de la raza.

En realidad, muchos de los experimentos realizados en los campos de concentración nazis en Alemania fueron realizados antes por la Gestapo en los campos de concentración franquistas. Es más, muchas de las víctimas de tales experimentos en los campos de concentración nazis fueron españoles.

Brigadistas Internacionales, prisioneros en el campo de San Pedro de Cardeña (Burgos).

Uno de los campos de concentración que escogió Vallejo-Nájera fue el de San Pedro de Cardeña, a las afueras de la ciudad de Burgos, un monasterio habilitado como centro de reclusión. Aunque había prisioneros españoles, la mayoría de sus 700 reclusos pertenecían a las Brigadas Internacionales, que padecían infames condiciones de vida, como denunciaron algunos brigadistas norteamericanos que fueron intercambiados en aquella época. Los brigadistas supervivientes recuerdan también la presencia de dos científicos alemanes y de miembros de la Gestapo que tomaban mediciones antropométricas e interrogaban a los prisioneros.


Del análisis de los Brigadistas Internacionales, Vallejo-Nájera dedujo que «los marxistas aspiran al comunismo y a la igualdad de clases a causa de su inferioridad, de la que seguramente tienen conciencia. Y por ello se consideran incapaces de prosperar mediante el trabajo y el esfuerzo personal. Si se quiere la igualdad de clases no es por el afán de superarse, sino de que desciendan a su nivel aquellos que poseen un puesto social destacado, sea adquirido o heredado».

Vallejo-Nájera ensayó un programa de reeducación política con el fin de tratar de reutilizar a estos presos en las filas del ejército franquista pero descartó enseguida ese propósito al considerar a los brigadistas como infra-humanos que ni siquiera respondían a un tratamiento rehabilitador. De esta manera, el trabajo de reeducación de estos prisioneros se limitó básicamente a obligarles a desfilar, entonar gritos franquistas y a un cursillo religioso de seis semanas que nadie superaba y que se repetía continuamente durante el periodo de cautiverio.

Cárcel de mujeres de Málaga en la que Vallejo-Nájera "experimentó" con 50 milicianas republicanas.

Su segundo grupo de experimentación estaba compuesto por 50 presas, milicianas republicanas, de la cárcel de Málaga, ciudad costera a la que consideraba proclive a la “enfermedad marxista”.
El método fue similar al empleado con los brigadistas, pero en su análisis afirma: «Recuérdese para comprender la activísima participación del sexo femenino en la revolución marxista su característica debilidad del equilibrio mental, la menor resistencia a las influencias ambientales, la inseguridad del control sobre la personalidad ( ) Cuando desaparecen los frenos que contienen socialmente a la mujer ( ) entonces se despiertan en el sexo femenino el instinto de crueldad y rebasa todas las posibilidades imaginadas, precisamente por faltarle las inhibiciones inteligentes y lógicas, característica de la crueldad femenina que no queda satisfecha con la ejecución del crimen, sino que aumenta durante su comisión ( ) Además, en las revueltas políticas tienen la ocasión de satisfacer sus apetencias sexuales latentes».

Detalle del cartel de la película "Raza", basada en el libro homónimo de Franco. En ambos queda claro el ideal de la "raza española" de Franco y Vallejo-Nájera.
De estas conclusiones que Vallejo cita en su estudio, el psiquiatra extrae posteriormente una serie de recomendaciones para el desarrollo de políticas basadas en la higiene racial y la moral católica: se trata de “limpiar” la raza española retomando el proyecto purificador del genotipo español iniciado por los Reyes Católicos, que habían expulsado de España a los judíos, moriscos y a todos aquellos que no pertenecían a la raza pura cristiano-gótica.


Y esas recomendaciones se traducen en actuaciones como separar a las madres republicanas de sus hijos lactantes, el robo de niños o el desarrollo de programas de reeducación política y moral en los campos de concentración.


Al finalizar la guerra, el psiquiatra ocupó la cátedra de Psiquiatría de la Universidad de Madrid, convirtiéndose en una de las figuras más influyentes de la psiquiatría y la psicología de los años 40 y 50. Así fue premiado por Franco que de esta manera tuvo la coartada pseudocientífica perfecta para “desinfectar” el gen rojo de la raza española superior.


La alta jerarquía católica española dando el saludo fascista en Santiago de Compostela el año 1937.

El Papa Pío XII bendijo esta purificación como obra de Dios, aprobó su definición como Cruzada y condecoró al general Franco con la Orden Suprema de Cristo, la más alta institución vaticana. Pío XII, el Vaticano y la Iglesia española eran conocedores de las enormes atrocidades realizadas por el régimen español, del cual la Iglesia española formó parte esencial ya que contribuyó a su represión de los rojos.


No en vano la purificación de la raza propuesta por Vallejo Nájera incluía el resurgimiento de la Santa Inquisición en contra de las personas que consideraba antipatrióticas, anticatólicas y antimilitares que corrompían la raza española.


En la elaboración de esta entrada me he basado en diversos artículos periodísticos, como el de Vicens Navarro, catedrático de Ciencias Políticas de la Universidad Pompeu Fabra, "La Gestapo en España"; "Un marxista es un débil mental", de Llum Quiñonero; "En busca del Gen rojo", de Rodolfo Serrano y otros.






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Los "niños rojos", hijos del demonio.

"¡Hija mía! ¡No me la quiten! Por compasión, no me la roben. ¡Que la maten conmigo! ¡Me la quiero llevar al otro mundo! ¡No quiero dejar a mi hija con esos verdugos!".
Cárcel de Torrero (Zaragoza), 22 de septiembre de 1937, antes del fusilamiento de Selina Casas -de la que se decía que era la mujer de un anarquista llamado Durruti- y Margarita Navascués.

“Se había entablado una lucha feroz: los guardias que intentaban arrancar a viva fuerza las criaturas del pecho y brazos de sus madres y las pobres madres que defendían sus tesoros a brazo partido. Jamás pensé que hubiese tenido que presenciar escena semejante en un país civilizado".

Así, horrorizado por lo que acababa de ver, alejándose de allí “caminando como un autómata” después de que el teniente descargara los tiros de gracia, describió en sus memorias el fraile capuchino Gumersindo de Estella, capellán de la cárcel de Torrero, en Zaragoza, los gritos desesperados de dos madres, dos presas republicanas a las que acababan de robarles a sus hijos.

Los dietarios en los que Gumersindo de Estella escribió sus memorias de tres años como capellán en la prisión de Torrero de Zaragoza se publicaron recientemente en un libro.

Este no fue, ni mucho menos, un hecho aislado. Aunque quizás es el menos conocido, sin duda constituye el más atroz de los mecanismos de represión de la dictadura franquista hacia los vencidos republicanos, especialmente en la inmediata posguerra. La causa contra el franquismo iniciada por el juez Baltasar Garzón, de la que ha tenido que inhibirse por las presiones del gobierno socialista y de los magistrados conservadores de la Audiencia Nacional le ha puesto un número a esos secuestros, al hablar de más de 30.000 niños segregados de sus familias y dados en adopción a personas afectas al Régimen o internados en centros del Auxilio Social, hospicios, conventos o seminarios, en donde se los reeducaba según los ideales del fantasmagórico “Movimiento Nacional”.


Los golpistas de 1936 no sólo pretendían exterminar a sus rivales, como demuestran las más de 150.000 personas enterradas en las fosas comunes que jalonan nuestro país; no sólo pretendían borrar su memoria de la comunidad; no sólo deseaban apoderarse de sus bienes para sufragar sus gastos de guerra y las pensiones a sus caídos. Por encima de todo querían erradicar su ideología. Para conseguirlo, pensaron en quitarles a los republicanos sus hijos para poder sembrar en ellos la doctrina nacionalsindicalista y el odio a las ideas de sus familiares.

Cartel fascista. Sobran los comentarios.

El régimen militar de Franco era racista. Los militares golpistas se consideraban parte de una raza hispánica superior (el día nacional se llamaba el día de la Raza), superioridad que les otorgaba el derecho de conquista y sometimiento sobre otras razas inferiores, entre las cuales incluían la raza de los republicanos rojos (término utilizado por la dictadura para designar a todos los que se opusieron al golpe militar y a la dictadura). El ideólogo de tal doctrina era el militar psiquiatra Vallejo Nájera, que dirigía los Servicios Psiquiátricos del Ejército.


El "insigne" psiquiatra Vallejo Nájera, jefe de los Servicios Psiquiátricos Militares de Franco.

Formado en los campos de concentración nazis y asesorado por agentes de la Gestapo, las teorías de Vallejo Nájera, llamado “el Mengele español”, se transformaron en la ideología del régimen. Eran profundamente racistas, contraponiendo la “raza española” (que se caracterizaba por su masculinismo, canto a la fuerza física, nacionalismo extremo y un profundo catolicismo) a la “raza roja” inferior, compuesta de subdesarrollados mentales, psicópatas y degenerados, contaminados por un marxismo, judaísmo y masonismo al cual eran vulnerables las clases populares por su subdesarrollo mental.


Tal inferioridad de raza podía corregirse, “gracias a Dios”, a la temprana edad de la infancia. De ahí que se requiriese que a las madres rojas se les quitaran los infantes para evitar su contaminación y degeneración. La Acción Social de La Falange y la Iglesia jugaron un papel muy importante en esta depuración de la raza “salvando” a los infantes de tal patología que podía transmitirse de madres a hijos.

Para que el asunto se revistiese de “legitimidad”, al poco de acabar la guerra Franco dictó dos leyes, según las cuales la patria potestad de todos los niños que entraban en el Auxilio Social pasaba a manos del Estado, que de esa manera podía cambiarles el nombre y entregarlos a quien quisiese. A otros se los llevaban recién nacidos, horas antes de fusilar a sus madres, de centros como la Cárcel de Torrero de Zaragoza. Y a muchos los fue a raptar al extranjero el Servicio Exterior de la Falange, a menudo, a los campos de concentración donde habían ido a parar los exiliados.

Niñas y presas en la prisión de Saturrarán, escoltadas por unas dulces monjitas.

Después de tales robos, a las niñas se las reconducía hacia la vida conventual y a los niños al seminario, para expiar las culpas de sus mayores. A no pocos niños se les falsificó la partida de nacimiento con el concurso de algunos sacerdotes para que fuesen adoptados por unos falsos padres profundamente católicos y afines al régimen, claro ésta, y que deseaban tener niños.


¿Cuántas personas de este país no son quienes creen ser ni vienen de donde creen venir? Según los datos que obran en el sumario, la cifra de hijos de presas tutelados por el Estado llegó en 1955 a casi 31.000, tal y como le comunicó al propio Franco el Patronato Central de Nuestra Señora de la Merced para la Redención de Penas.

Algunas víctimas recuerdan haber sido entregadas en adopción y devueltas por quienes se los habían llevado hasta cuatro veces, y haber tenido, por tanto, cuatro apellidos diferentes. Y en un documento interno de Auxilio Social se reconoce que el asunto se les está yendo de las manos, porque muchos no se llevan a los niños para criarlos como hijos, sino para trabajar en sus tierras o sus casas prácticamente como esclavos.

Hospicio de Granada en los años cuarenta. Repletos de huérfanos e hijos de presos, había de sobra para que los ladrones de niños pudieran escoger su botín.

Nuestro país se ha acostumbrado a encontrar referentes de injusticias en otros países. Lo que aquí se narra no sucedió solamente en Argentina donde la dictadura militar también hizo “desaparecer” a muchísimos niños. Lo que aquí se narra le ocurrió a miles de españoles que sufrieron la segregación de sus familias y el robo de su identidad.


La diferencia con el caso de los “desaparecidos” argentinos es que aquí el sistema fue desarrollado bajo la cobertura de una aparente legalidad, al contrario de lo que décadas después ocurriría en Argentina entre los años 1976 y 1983.

Nuestro país está acostumbrado a considerar el abandono que sufren muchos represaliados por la dictadura una especie de mal necesario, cuando no a verlos como una presencia molesta que enturbia la imagen luminosa que la admirable democracia española quiere dar de sí misma.


Símbolo tradicional de las Madres de Mayo argentinas.

Mucho tenemos que aprender de la larga lucha de las Madres y las Abuelas de Mayo argentinas
. A 70 años de distancia del final de la guerra civil, muchos "niños rojos" intentan reconstruir la historia de sus vidas: quieren recuperar su pasado.

Honradamente creo que están en su derecho. No se puede tolerar la impunidad de ninguno de los crímenes del franquismo, y menos aún del cometido contra los más inocentes, los “niños rojos”.




Esta entrada está basada en artículos periodísiticos de Natalia Junquera, Vicens Navarro y Benjamín Prado entre otros autores.
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