.post blockquote { width:275px; margin: 10px 0 10px 50px; padding: 10px; text-align: justify; font-size:15px; color: #e1771e; background: transparent; border-left: 5px solid #e1771e; } blockquote { border-left:3px solid #CCCCCC; color:#776666; font-style:italic; padding-left:0.75em; } Fusilados de Torrellas: septiembre 2009 http-equiv="Content-Type" content="text/html; charset=UTF-8" />

Grandes asesinos fascistas (I). El Conde Rossi y los Dragones de la Muerte.

Arconovaldo Bonaccorsi, falso conde, falso general, pero todo un fascista. Sus ojos, su rostro, muestran claramente a un verdadero asesino psicópata. Foto de la web Arconovaldo Bonaccorsi, una aventura
Apenas 20 días de combate en la costa de Manacor. Eso es lo que duró la Guerra Civil en Baleares.

A raíz del golpe militar del 36, Mallorca quedó en manos de los nacionales. Pocas semanas después, el 16 de agosto, hubo un intento de reconquista de las islas por parte de fuerzas republicanas enviadas desde Cataluña. El desembarco republicano pudo haber tenido éxito, pero tras ocupar una estrecha franja de tierra, las tropas a las órdenes del Capitán Bayo no supieron o no pudieron explotar esta ventaja inicial. Atacados por hidroaviones italianos aliados del ejército franquista, se vieron obligados a reembarcar el 3 de septiembre.


El desembarco republicano de Mallorca, falto de decisión y coordinación, se eternizó sin llegar a conquistar poblaciones importantes como Manacor. Conscientes de su débil posición, los nacionales recibieron ayuda de los italianos y emprendieron una feroz represión entre la población civil sospechosa de la isla. Imagen de la web Ufficio Postale Speciale -10 P.M. Una oficina postal italiana durante la Guerra Civil en Baleares
Tras la retirada de Bayo, los nacionales de Mallorca desataron su furia, ya conocida en la Península, contra los que habían quedado atrapados en tierra: algunas enfermeras libertarias fueron violadas y asesinadas; los heridos, rematados en el hospital ante la mirada de las religiosas que no movieron un dedo por evitarlo. Algunos jóvenes internacionalistas -atletas que habían participado en la contra-olimpiada de Barcelona frente a la del Berlín nazi, periodistas europeos, etc.- fueron acusados, después de asesinarlos, de mercenarios extranjeros al servicio de la horda comunista...

Milicianos de las tropas de Bayo. Imagen de la web "Tutti i Rossi fucilati"
Parecía que ya no era justificable ni necesario matar a nadie más. Pero la represión nacional en Mallorca, so pretexto de aquel desembarco fracasado, no acabó ahí. Comenzaron los “paseos” organizados por adictos al régimen que se ofrecían como verdugos voluntarios, dirigidos contra sospechosos, sindicalistas, maestros,... personas significadas de algún modo. Algo incomprensible (como tantos crímenes incomprensibles que perpetraron los nacionales en todo el país) en una zona de retaguardia alejada de la guerra y centrada en víctimas que no tenían ni medios ni capacidad de ofensiva militar ni política...

Bonaccorsi, con su guardia personal. Imagen de la web Arconovaldo Bonaccorsi, una aventura
Un nombre odiado en las islas, el del fascista italiano Arconovaldo Bonaccorsi, personifica la represión y la muerte de los aproximadamente 2000 asesinados (*) sin causa ni delito. Enviado por Mussolini como vicecónsul, fue un verdadero genocida, que instauró un régimen de terror, vaciando las cárceles y fusilando a los prisioneros.

“El número de prisioneros que encontré a mi llegada se ha reducido (…) Se están realizando a diario labores para lograr una limpieza radical de personas y lugares infectos”.
Mensaje de Bonaccorsi al conde Ciano, yerno de Mussolini y hombre fuerte del régimen fascista.
Sus propios adictos han llegado a decir de Bonaccorsi que fue "un general de opereta", un fanfarrón, un cantamañanas con un incuestionable carisma. Algunas de sus acciones responden perfectamente a esa definición. Falso aristócrata, se hacía llamar “Conde Rossi” y dejó dos marcas postales personales, unos sellos de caucho que él mismo mandó confeccionar para su correspondencia privada. En ellos se autodenomina, “General Aldo Rossi”.

Sello de la correspondencia privada del "General Aldo Rossi". Ni el texto ni la simbología dejan lugar a dudas sobre la ideología fascista de Bonaccorsi. Imagen de la web El Conde Rossi. Retrato de un fascista
Pero ni conde, ni Rossi, ni general. Era sólo un aventurero al que le gustaba decir que “vivía peligrosamente”. Aunque jamás pasó ningún peligro en Mallorca, pues nadie le vio nunca en primera línea de ninguna batalla. Y sí, en cambio, lanzando exaltadas arengas desde la retaguardia y en compañía de numerosas bellezas mallorquinas, pues era un gran mujeriego, un “solemne putero” en palabras del francés Bernanos como lo describe en su obra “Los Cementerios bajo la Luna”, ya que la mayoría de las mujeres con quienes se le vió eran "profesionales del amor".

El Conde Rossi dando un mítin desde el balcón del cuartel general de la Falange en Manacor. Se encuentra acompañado por la mayoría de las fuerzas vivas fascistas de Mallorca. Imagen de la web La presència italiana a Mallorca durant la Guerra Civil
Bonaccorsi puso en marcha milicias fascistas, que se autodenominaron "Dragones de la Muerte", compuestas de jóvenes sanguinarios, la mayoría estudiantes de 18 a 20 años, dispuestos a todo con tal de hacerse un nombre. Pelados al cero y sometidos por su jefe a diferentes pruebas deportivas y gimnásticas, llevaron a cabo las represiones más crueles y sanguinarias a lo largo de toda la isla de Mallorca, que extendieron también a Ibiza y Formentera. Sobre sus conciencias recaen miles de asesinatos y cientos de violaciones, además de excesos sin cuento.

La foto más conocida de los 52 cabezas rapadas que componían "Los Dragones de la Muerte". Algunos aún viven y desmienten que participaran en los horribles crímenes que se les atribuyen. En cualquier caso, no quieren hablar de "aquello". Imagen de la web Mallorca en Guerra. Memoria Civil 1936-1986
Bonaccorsi, vestido con el uniforme negro fascista, altas botas negras y una gran cruz blanca en el pecho, se adornaba con pistolas, granadas de mano, dagas, y cartucheras. Organizaba la represión y la presidía muchas veces desde un flamante deportivo rojo que se trajo de Italia. Los mallorquines, pocos de los cuales entendían el italiano, pronto aprendieron la consigna que repetía, una y otra vez, a grito pelado:


- “Tutti i Rossi fucilati! Fucilati súbito!” (“¡Todos los Rojos fusilados! ¡Inmediatamente!”).
Amigo de presidir desfiles cabalgando a la cabeza de las tropas y de los falangistas, Bonaccorsi se lanzó, con gran éxito, a la tarea de desarrollar de tal modo la Falange, que las Baleares se convirtieran en un feudo de la misma.

Erguido sobre el caballo, el brazo izquierdo en jarras, la mirada entre ausente y altanera mientras escuchaba los "vivas" a su paso... Así de superior se creía el fanático fascista Bonaccorsi. Imagen de la web El conde Rossi. Retrato de un fascista
Sin embargo, fueron sus excesos y sus extralimitaciones en lo político y en lo económico, no la espantosa represión que llevó a cabo, lo que terminaría precipitando su caída y su salida de la isla en la que llevaba una carrera fulgurante.

Los aristócratas locales, que habían apoyado a Bonaccorsi en un principio, no estaban dispuestos a que la Falange acumulara tanto poder, dominando la vida de Mallorca en todos los aspectos. Especialmente dura fue la oposición de Juan March Jr., hijo del financiero, quien agradecía la ayuda prestada por los italianos pero que no quería ver cómo las grandes cantidades de dinero con que habían apoyado a los nacionales servían para que la
Falange facilitara los planes italianos de intervenir en la vida política y económica de las islas.

El propio Franco se quitó de encima, en cuanto pudo, a Bonaccorsi, cuando vio que era el instrumento de Mussolini para apoderarse de las Baleares, a cambio de la ayuda prestada, como una etapa en su dominio del Mediterráneo.


12 de febrero de 1941. Posiblemente el último encuentro de Franco con uno de los dirigentes del Eje. En la conferencia, celebrada en la localidad transalpina de Bordiguera, Mussolini intentó que Franco entrara en la guerra. Se dice que no le recordó para ello su ayuda en la Guerra Civil. Imagen de la web El encuentro de Franco y Mussolini en Bordiguera
Cabeza visible de la represión, nadie le paró los pies a Bonaccorsi mientras fue útil. Pero no debemos perder de vista que, por muy sanguinario y siniestro que fuera, no dejaba de ser meramente un ejecutor. Los verdaderos culpables eran los que no se manchaban las manos de sangre: los terratenientes, las grandes fortunas y la jerarquía eclesiástica que dejaron que asesinaran impunemente a miles de inocentes.


En Mallorca sólo el párroco de Sencelles, Bartomeu Oliver, clamó desde el púlpito contra la represión fascista. Fue por ello encausado y expedientado. El sacerdote de Llubí, Jeroni Alomar Poquet, cuyo único delito fue ayudar a los perseguidos, fue asesinado en el cementerio de Palma. El silencio fue la pauta en su entorno eclesiástico.


Sacerdote en Llubí, pueblo del centro de Mallorca, Jeroni Alomar salvó la vida de algunas personas facilitándoles la huida en barca a Argelia. Detenido y juzgado por "auxilio a la rebelión", fue fusilado en junio de 1937. Aún no ha sido beatificado... Imagen tomada de El Plural.com
Silencio no observado por el obispo de la isla, Josep Miralles Sibert, que encabezó junto con los golpistas la rebelión, participando en actos públicos junto a los cabecillas insurrectos guiados por el falso conde Rossi, dando su bendición a los aviones de combate enviados por Benito Mussolini y celebrando un multitudinario Te Deum en la Catedral de Palma por la victoria sobre el desembarco republicano. La espada y la cruz de la mano, como en tantas otras ocasiones a lo largo de la historia.

Josep Miralles, obispo de Mallorca, saludando a Alfonso de Zayas, jefe de la Falange y líder de la sublevación fascista. A su lado, portando una cruz blanca en el pecho, el sacerdote Julià Adrover Llaneres, intérprete y traductor del Conde Rossi (su lacayo, al decir de muchos) y un destacado activista de la represión. Foto de la web La Espada y la Cruz. L'església mallorquina i la Guerra Civil
En cuanto al empresariado como financiador del alzamiento fascista, hay que hacer referencia especialmente a Juan March, reputado empresario y financiero mallorquín, enemigo declarado de la República. El oscuro origen de su fortuna, fomentada sobre todo en el contrabando y en los sobornos pagados para obtener el monopolio del comercio de tabaco en España y en el Marruecos español no le impidió a Franco aceptar unos 600 millones de pesetas de entonces para financiar el golpe de estado de 1936. Dinero que pagó también el alquiler del avión, el Dragon Rapide, que trasladó a Franco, desde Canarias a Marruecos.

Juan March Ordinas, el banquero de Franco. Él fue el verdadero beneficiario de la victoria franquista con su ayuda financiera. Ayuda que se cobró con sobrados intereses durante la dictadura. Recientes investigaciones han arrojado a la luz que jugó a dos bandas (al menos) durante la II Guerra Mundial, apoyando al mismo tiempo al Eje y a los Aliados. Como buen banquero...
Imagen de El Cultural.es
Por último, centenares de jóvenes monárquicos y carlistas, procedentes de familias aristocráticas de Mallorca, afiliados a las Juventudes de Acción Popular (J.A.P.), los pertenecientes a la Falange, provenientes de las clases medias, aunque no faltaron proletarios de “buena fe” y muchos aventureros sin escrúpulos, completan el cuadro de la trama civil que contribuyó al éxito del alzamiento fascista de 1936 en Mallorca.

Calles engalanadas y honores para el asesino fascista, el instrumento necesario para que los verdaderos criminales no se ensuciaran las manos de sangre.Imagen de la web "Tutti i Rossi fucilati"
Arconovaldo Bonaccorsi no fue, no lo olvidemos nunca, una figura aislada en la durísima represión fascista en Baleares. Antes de su llegada a Mallorca ya había habido numerosos “paseos” nocturnos y fusilamientos “preventivos”. También los hubo después. Su presencia, sin duda, exacerbó el odio y la venganza fascistas, de los que ya había dejado recuerdo en Bolonia, en Italia, donde se le consideraba un auténtico criminal.


Su figura, paradigma de la brutalidad fascista y de la degradación a la que pueden llegar los seres humanos, estaba dirigida y amparada por manos oscuras. Manos que aún detentan, en muchos casos, el poder en Mallorca, manos de familias muy conocidas
.


(*) Algunas fuentes cifran en 3000 el número de asesinados en la represión fascista.


Fuentes documentales

Páginas web y blogs

-
“La importancia de Mallorca para la II República y los sublevados”. Colaboración de Xavier Lacosta para la página Memoria Republicana. Sociedad Benéfica de Historiadores Aficionados y Creadores, S.B.H.A.C.
- “La represión en las Islas Baleares”. Web Todos los Rostros.
- "La espada y la Cruz. L’església mallorquina i la Guerra Civil".
- “El desembarco de Mallorca”.
- "Mallorca en guerra. Memoria Civil 1936-1986"
- Foro de la web La guerra Civil Española

Prensa Digital


- “La intervención italiana en la Guerra civil Española/1. Golpe, de mano en Mallorca” Artículo de John F. Coverdale para el diario El País de 8 de agosto de 1976.

- “En 1934, Mussolini ya se comprometió con los golpistas españoles a colaborar en el derrocamiento de la II República”. Artículo de Enric Sopena para el diario El Plural.com de 30 de noviembre de 2008.

- “Tutti i rossi fucilati”. Artículo de Rosa Ferriol para el Diario de Mallorca de 14 de septiembre de 2008.
- "La élite que protegió, alentó e indujo al crimen y a la represión en la guerra Civil sigue en el poder". Artículo de Lourdes Durán para el Diario de Mallorca de 6 de mayo de 2009.


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Represión fascista en Aragón (y V). Fosas bajo los Mallos de Agüero.

"Non enterran cadavres, enterran semente". Dibujo del artista gallego Castelao, de la serie "Galicia Mártir", tomado de la web Castelao na rede. Máis vivo e necesário que nunca
Finales de agosto de 2006. Las hermanas Pilar y Berta Cucalón Moncayola están en Murillo de Gállego, pequeña población de la comarca de la Hoya de Huesca, donde han ido a pasar el fin de semana. Acaban de ver un cortometraje titulado “Los que callaron, los que quedaron”, cuyo autor, al igual que ellas mismas, es nieto de una de las 12 personas del pueblo fusiladas por los fascistas en la cercana población de Agüero (Huesca) el 18 de octubre de 1936.

El documental las ha conmocionado. El proceso de recuperación de la Memoria Histórica está en auge y continuamente salen a la luz noticias sobre el hallazgo de muchas fosas comunes de la Guerra Civil en España. Volviendo a casa toman la decisión de
buscar los doce cuerpos sepultados bajo el trigo del campo de Espadero en Agüero.

Panorámica general de Agüero, con los Mallos al fondo. Fotografía de Vicmael tomada de la web Panoramio
Las familias saben dónde están sepultados. Siempre lo han sabido, pues hubo testigos del fusilamiento. Las autoridades fascistas nunca quisieron aclararles oficialmente el lugar del enterramiento, pues para ellos eran “desaparecidos” un eufemismo para no tener que reconocer que los habían asesinado. Desde el principio las mujeres y los hijos, después los nietos y los bisnietos de las víctimas han ido a rezar a ese campo.

Berta contacta con las familias de todos, dispersas por Huesca, Barcelona o Zaragoza. Enseguida se ponen de acuerdo, pues todos quieren exhumar a los suyos. Y así se ponen en contacto con Ernesto Palacios, el actual propietario de la finca.


Lugar del campo de Agüero donde se inician los trabajos de exhumación. La foto está tomada de El Periódico de Aragón
Muchos de los propietarios de fincas en las que se ubican fosas comunes se niegan a conceder permiso para que se ejecuten las tareas de exhumación, o ponen grandes dificultades que las retrasan. Pero Ernesto se pone desde el primer momento a su disposición. Su padre, durante ocho años, se negó a cultivar la finca por respeto pero finalmente fue obligado a poner la finca en cultivo. Poco antes de morir le hizo prometer a su hijo que, si un día los familiares reclamaran los cuerpos, éste les dijera el lugar exacto donde se encontraban y les diese todas las facilidades. Ernesto, fiel a la palabra dada a su padre, no va a poder cosechar su campo durante un año. Pero no le importa, incluso va a colaborar en la exhumación.


Berta se dirige a la Fundación Bernardo Aladrén de U.G.T. Aragón la cual, aunque es una fundación cultural que no se había propuesto este tipo de actuaciones, decide ayudarles.


En diciembre de 2006 se realizan las primeras catas sobre el terreno y se solicitan los permisos correspondientes. Las catas no obtienen resultados y se decide esperar al verano para volver a intentarlo con el buen tiempo.

Trabajos en la excavación. La foto está realizada por Miguel Ángel Zapater, uno de los arqueólogos del proyecto. Está tomada del blog de Davicius
Mientras tanto las hermanas Cucalón van acumulando documentos, fotografías y, sobre todo, testimonios orales de varias personas mayores de 80 años, en especial del único testigo directo sobreviviente que reside en Francia.

Madrugada del 18 de septiembre de 1936. El ruido de un camión que entra en Murillo de Gállego despierta a algunos vecinos, como José Gracia que contaba entonces 5 años de edad. Poco después dos culatazos en su puerta anuncian a “unos falangistas de la zona de Ejea de los Caballeros” que obligan a su padre, agricultor, a ir a “declarar” a Zuera.


Vista de Murillo de Gállego (Zaragoza). Fotografía de Fritz Olenberger tomada de la web Panoramio
Otros 11 hombres son “sacados” de sus hogares en la oscuridad de la noche. Entre ellos se encuentra el alcalde de Murillo por el Frente Popular, José Moncayola, quien, antes de salir de casa, se pone su mejor camisa, la de los domingos, y su traje de pana porque cree que solamente le van a interrogar. Un concejal del ayuntamiento, dos funcionarios municipales y varios campesinos completan el grupo.

Tras un duro y largo interrogatorio de doce horas, los hombres son subidos a un camión que les lleva a las afueras de Agüero (Huesca), a la finca del “Espadero” donde les hacen cavar sus propias tumbas. Allí los matan a tiros a todos.


7 de julio de 2007. Siete meses después de iniciar los trabajos aparecen los primeros restos. La primera fosa mide 4 metros por 90 centímetros por lo que los cuatro hombres enterrados en ella aparecen uno encima de otro, ocultándose los unos a los otros.


Primeros restos óseos encontrados. La foto está realizada por Miguel Ángel Zapater, uno de los arqueólogos del proyecto. Está tomada del blog de Davicius
Botones de camisa, hebillas, tacones de zapatos… Incluso un cartucho que permite identificar una de las armas asesinas. Se trata de una bala de 1920, que procede de un Mauser de fabricación española. El dato es importante, ya que durante la Guerra Civil los cartuchos se fabrican sin ningún tipo de grabación para evitar represalias. Pero esta bala es de antes de la guerra.


La segunda fosa es hallada varios días después del primer hallazgo. La última, aparece el 21 de agosto. A medida que van apareciendo, los restos son enviados para su estudio antropológico. Los familiares de los fusilados no desean que se realice una identificación individual, por lo que no será necesario practicar la prueba del ADN.


Al estallar la Guerra Civil gran parte de Huesca cayó en manos del bando nacional, que inició de inmediato una sistemática represión. Militar en la U.G.T. como el alcalde de Murillo, José Moncayola, era suficiente para merecer la máxima pena. No en vano más de 3.500 miembros de este sindicato socialista fueron exterminados en Aragón. Aunque muchos asesinados lo fueron sencillamente a causa de viejas rencillas personales o para quedarse con sus campos o sus bienes.


Mallos de Riglos. Fotografía de yves75 tomada de la web Panoramio.
La masacre de los 12 vecinos de Murillo fue una de las muchas “sacas” realizadas en tierras oscenses. El mismo día 18 de septiembre de 1936 otras 6 personas de la localidad fueron fusiladas cerca de Ayerbe.

En los pueblos del entorno de los Mallos de Riglos (*) existen varias fosas comunes. Algunas son conocidas pero se ignora el lugar exacto de muchas. Unas cuantas hace años que fueron ya excavadas pero seguramente hay muchas más de las que se cree. El mapa de fosas que salpican las tierras aragonesas no hace más que crecer.


Noviembre de 2007. Los familiares de los 12 republicanos de Murillo de Gállego asesinados en Agüero se reúnen en el ayuntamiento de Murillo para recibir las doce urnas que contienen sus restos. De común acuerdo, han decidido depositarlos a todos en una fosa común del cementerio de la localidad.


70 años esperando este momento. La hija de uno de los fusilados recibiendo los restos de su padre. Foto tomada de El Periódico de Aragón
Tras un largo proceso, no exento de dificultades y de problemas, han logrado enterrarlos donde siempre debieron estar, en el cementerio de su pueblo natal.

Pilar y Berta Cucalón, nietas de José Moncayola, se sienten agradecidas a muchísimas personas, incluso a gente que, sin conocerlas de nada, brindaron su colaboración desinteresada. Por eso animan a quienes tengan casos similares para que exhumen y dignifiquen a los suyos.


“No fueron asesinados en vano. Sus familias hemos heredado sus valores de tolerancia, respeto, justicia, libertad. Las injusticias no deben olvidarse nunca, para que nunca vuelvan a repetirse".

"Sabed que nos sentimos profundamente orgullosos de llevar sus apellidos”.
Berta Cucalón

(*) Paraíso de montañeros, escaladores y amantes de la naturaleza, los Mallos son unas formaciones geológicas de formidable tamaño. Sus paredes verticales de hasta 300 metros de altura constituyen una de las mejores escuelas de escalada de Europa. Se encuentran al noreste de la ciudad de Huesca, en la comarca de la Hoya.

Fuentes documentales:


Revistas y boletines digitales


- “Mi abuelo, nuestro abuelos”. Artículo de Berta Cucalón Moncayola para la Revista “Comarca”. Boletín informativo de la comarca de la Hoya de Huesca, nº 56, primer trimestre de 2008.

- “Murillo de Gállego. Setenta años sepultados en el olvido”. Artículo de “El Sueño Igualitario”, nº 42 de 20 de julio de 2007, que cita como fuentes a los diarios Heraldo de Aragón y El Periódico de Aragón.


Prensa digital


- “Buscan los restos de doce fusilados en la Guerra Civil”. Artículo de El Periódico de Aragón de 20 de diciembre de 2006.

- “Setenta años sepultados en el olvido”. Artículo de Mª José Villanueva para Heraldo de Aragón de 10 de julio de 2007.

- “Localizan una fosa común en Agüero con restos de doce personas fusiladas” artículo de El Periódico de Aragón de 25 de julio de 2007.

- “Exhumando nuestra historia” artículo de Aragondigital.es de 2 de agosto de 2007.

- “Las fosas de Huesca. Ni una víctima sin su tumba”. Artículo de F.V.L. para El Periódico de Aragón de 26 de agosto de 2007.

- “Las familias de los 12 fusilados en la Guerra Civil en Huesca recuperan sus restos”. Artículo de 20minutos.es de 10 de noviembre de 2007.





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Represión fascista en Aragón (IV). Teruel, tapias laceradas con plomo.

"¡Arriba os Probes do Mundo!" Dibujo del artista gallego Castelao, de la serie "Galicia Mártir". Tomado de la web Castelao na rede. Máis vivo e necesário que nunca

Verano de 1936. La luna ilumina los campos. Una brisa suave mueve los trigos mientras los grillos cantan su sempiterna canción. De repente, el silencio de la noche se rompe con el sonido lejano de unos camiones que han parado cerca de una vieja venta ruinosa situada frente a Concud, un pueblecito semioculto en una hondonada a pocos kilómetros de Teruel.

Se oyen voces, luego gritos y una salva de disparos cuyo eco siniestro presagia la muerte. Enseguida, el brusco sonido de unas detonaciones aisladas. Dos, tres, cuatro…diez. De nuevo silencio en los campos hasta que la brisa nocturna acerca hasta Concud el rumor de los camiones que se alejan.

Esta escena se viene repitiendo noche tras noche durante varios meses. Ha empezado en julio de 1936 y va a continuar hasta diciembre de 1937. No muy lejos de la venta, un labrador de Concud apunta en un cuaderno los tiros que ha escuchado esa noche con la certeza de que cada palote que ha trazado en su libreta representa una muerte.


Fusilamiento de republicanos a manos de la Guardia Civil. Imagen tomada de la revista La Aventura de la Historia, nº 11
“Alguno más de mil” confiesa que apuntó, cuando lo cuenta a los familiares de algunos de quienes hicieron el último viaje de su vida en uno de aquellos camiones. Hoy se sabe que al menos son 1005 las personas asesinadas y rematadas cuyos restos reposan en los llamados Pozos de Caudé.


Situados al pie de la carretera que une Sagunto con Burgos, a unos diez kilómetros de Teruel, consisten en varias fosas comunes y un antiguo pozo artesiano de 84 metros de profundidad y algo más de dos de diámetro. El conjunto, parte de una antigua venta hoy inexistente, fue desde el comienzo de la Guerra Civil hasta diciembre de 1937, el macabro escenario de numerosas ejecuciones organizadas sistemáticamente por militares sublevados, guardias civiles, falangistas y sectores sociales afines. De hecho, se sabe que varios señoritos turolenses, siempre el mismo grupo, presenciaban e incluso participaban en las ejecuciones. Los
presos republicanos eran situados junto al brocal del pozo y, cuando caían acribillados a balazos, los falangistas los cogían por cualquier parte del cuerpo y los arrojaban al mismo. Entonces echaban paletadas de cal viva.

Imagen del Pozo de Caudé, de la web de AFAR, Asociación de Familiares y Amigos de Represaliados de la II República por el franquismo
Pero la represión no sólo se centró en la capital, Teruel, sino que abarcó a todo el territorio de la provincia bajo el control de los militares golpistas. Calamocha, Caminreal, Cella, Santa Eulalia del Campo, Monreal del Campo, Albarracín, Gea de Albarracín, Libros, Villastar… son algunas de las poblaciones que destacaron por el elevado número de personas de izquierda detenidas en sus casas, metidas en camiones y fusiladas por la Guardia Civil y los falangistas. Muchas de estas personas acabaron sus días en los Pozos de Caudé.

El 14 de septiembre de 1936 se llevaron en un camión a 29 hombres de Calamocha, muchos de ellos concejales del ayuntamiento. Para no pasar por el centro del pueblo y que los vieran, dieron un rodeo. Unos vecinos escondidos fueron testigos de que algunos de los prisioneros, al pasar junto a la ermita del Santo Cristo, iban llorando y rezando, despidiéndose del Santo Cristo del Arrabal porque sabían adónde los llevaban.


Calamocha (Teruel). Ermita del Santo Cristo. Imagen tomada de la web del Centro de Estudios del Jiloca
A la salida de Calamocha, una mujer se cruzó con el camión en el que pudo ver que se llevaban a su hijo. Horrorizada, suplicó a sus captores que parasen y le permitiesen despedirse de él. Cosa extraña, pero accedieron. Podemos imaginarnos el desgarro de aquella madre que le daba el último adiós a su hijo, al que iban a matar.


El camión llegó, al fin, hasta Singra, pequeño pueblo de empinadas calles y árido paisaje a 50 km de Calamocha. Allí, en una corraliza cercana, obligaron a los prisioneros a desnudarse y, atados de pies y manos, les asesinaron vilmente. Uno de ellos, sin embargo, no se sabe quién, escapó corriendo entre los matorrales. El miedo y el instinto de salvación le daban alas.


Unos labradores de Singra, que estaban trillando cerca del lugar de la ejecución, vieron cómo aquel hombre escapaba a todo correr.


“¡Aún escapa, aún escapa!”, se decían esperanzados, “¡Lo va a lograr!”


Sin embargo, las balas asesinas terminaron por abatirle. Los testigos fueron obligados a cargar los cadáveres en carros y llevarlos al cementerio del pueblo, donde además tuvieron que cavar la fosa común en la que fueron enterrados. Todos tenían el imprescindible tiro en la nuca y las manos atadas con alambre, según relató muchos años después un testigo. Fueron 132 los vecinos de Calamocha asesinados en total.


El macabro ritual se repetía de pueblo a pueblo. Comenzaba en la plaza del pueblo. Una vez allí, los de Calamocha eran llevados a Singra, los de Fuentes Claras a Villafranca, los de Caminreal a Fuentes Claras...Las tapias del cementerio solían ser lo último que veían los ajusticiados. De allí a una fosa desconocida y oculta, excavada en un descampado, en una cuneta, en algún lugar del monte


Tapia del cementerio de Villafranca del Campo (Teruel) donde fusilaban a los vecinos de Fuentes Claras. Imagen de Chus Marchador, publicada en el Periódico de Aragón de 11 de noviembre de 2002.
Muchas personas que creyeron que iban a ser detenidas huyeron, dejando en sus casas a mujeres e hijos que pagaron con sus vidas los supuestos crímenes de sus padres y maridos. Es el caso de Ángel Sánchez, concejal socialista de Teruel que, al conocer el triunfo del alzamiento militar y temiendo por su vida, dada su conocida condición de “rojo”, se ocultó, librándose temporalmente de una muerte segura ya que al final de la guerra fue detenido en Alicante para ser fusilado en la cárcel de Zaragoza en 1943.


Tras su huida, tres falangistas locales, conocidos por “el Estanquero”, “el Calamocha” y “Herrero”, cayeron inmediatamente sobre su familia, asesinando a su esposa María Pérez. Un mes más tarde la Guardia Civil hacía lo propio con su hija Pilar. Ambas fueron arrojadas al tristemente famoso Pozo de Caudé. Sus nombres son de los pocos documentados fehacientemente, ya que no se conoce la identidad de la mayoría de los mil muertos arrojados al pozo. De hecho, se cuentan por centenas las familias de los pueblos o de los caseríos de la zona que no saben a ciencia cierta dónde se hallan los restos de aquel familiar que un día, allá por 1936 o 1937, se lo llevaron para no volver jamás.


Brocal del Pozo de Caudé en el que alguien escribió con tinta roja: "pozo artesiano de 84 metros de profundidad lleno de fusilados en 1936. Un recuerdo de vuestros compañeros". La imagen está tomada de la web Vestigios de la Batalla
La provincia de Teruel está salpicada de fosas comunes que permanecen ignoradas junto a cunetas y barrancos, y de tapias de cementerio laceradas con plomo. La gran pesadilla de muchas familias de fusilados en la Guerra Civil es no saber aún en qué cuneta ni en qué barranco pueden sentirse más cerca de sus muertos, porque el mayor castigo que se infligió a los fusilados fue el extrañamiento, la negación del descanso eterno cerca de los suyos, la indignidad que en la Edad Media se conocía como ser “enterrado como un perro”.


"Flores en la kuneta". Imagen tomada de la web de Kalvellido
A la inmensa mayoría de los fusilados en la Guerra Civil se le aplicó el castigo post-mortem. En el ánimo de los ejecutores no estaba sólo el deseo de acabar con la vida de los detenidos, había que romper también todos los vínculos con quienes les querían, borrando sus nombres de la historia.


Los desaparecidos no estaban muertos en el sentido formal y estricto del término y por lo tanto los herederos han tenido durante muchos años todas las puertas cerradas.


Goya. "Enterrar y callar" .Los Desatres de la Guerra, nº 18. Imagen tomada de la web Visiones de la Crueldad
A pesar del silencio que los vencedores impusieron durante más de 40 años y del silencio decretado a los vencidos durante la Transición, la memoria de lo ocurrido aún perdura. Precisamente, con el fin de recuperar y dignificar la memoria de los desaparecidos durante el franquismo surgió en 2007 la Asociación Pozos de Caudé en Teruel. La asociación supone la puesta en común de diferentes esfuerzos que han realizado organizaciones políticas y sindicales turolenses y personas individuales que, vinculadas familiar o ideológicamente con los desaparecidos, luchan para que se haga justicia.


Cartel erigido junto al monolito en memoria de los republicanos asesinados en el Pozo de Caudé. La imagen está tomada de la web de la Asociación Pozos de Caudé
La tarea de recuperación de la Memoria Histórica, que promueven ésta y otras asociaciones similares, ha abierto el camino en Aragón a la reparación histórica y social de los represaliados por el franquismo.


Pero aún hay mucho camino por delante.



Fuentes documentales:

- Alonso Cister, David. "Verano de 1936: La fosa común de la Guerra Civil de los Llanos de Caudé (Teruel)". Mira Edictores.
- Página web de la Asociación Pozos de Caudé.
- Página web del Ayuntamiento de Fuentes Claras (Teruel)
- Página web La Memoria de los Nuestros
- "Teruel quiere recuperar la memoria de los fusilados en la Guerra civil". Artículo de Lola Ester para El Periódico de Aragón de 10 de noviembre de 2002.
- "Los pozos del silencio". Artículo de S.J.C. para el periódico Diagonal




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