.post blockquote { width:275px; margin: 10px 0 10px 50px; padding: 10px; text-align: justify; font-size:15px; color: #e1771e; background: transparent; border-left: 5px solid #e1771e; } blockquote { border-left:3px solid #CCCCCC; color:#776666; font-style:italic; padding-left:0.75em; } Fusilados de Torrellas: Se abre una fosa, se cierra una herida. http-equiv="Content-Type" content="text/html; charset=UTF-8" />

Se abre una fosa, se cierra una herida.

¡Cobardes! ¡Asesinos! Dibujo de Castelao en la serie Galicia Mártir (febrero 1937). Fuente: Tripod

Ganaron la guerra e inmediatamente los nombres de los “Caídos por Dios y por España” fueron glorificados y esculpidos en fachadas de consistorios y catedrales, a la vez que edificaban en su honor multitud de monumentos, alguno tan desmesurado como el Valle de los Caídos.

Ejecutaron a cientos de miles de hombres y mujeres que osaron enfrentarse a ellos para defender el sueño igualitario de la República. Emplearon para ello sentencias “legales” de Consejos de Guerra sumarísimos; a otros les aplicaron la “Ley de fugas”, o los “pasearon” y enterraron en fosas comunes, o los encerraron en campos de concentración y de exterminio, o en presidios; o les persiguieron hasta el exilio, o les multaron o confiscaron sus bienes...


Monumento a los Caídos (franquistas) del cementerio de Ágreda. Situado en un lugar central del mismo, sólo pocos metros separan a los "buenos" de los "malos" enterrados en el entonces más recóndito lugar que encontraron para ellos. Fuente: Anabel Lapuente.
A las mujeres “desafectas”, las raparon el pelo y purgaron con aceite de ricino… y si parían estando presas, les robaban los hijos que repartían entre jerarcas del régimen. En las escuelas, las aulas eran presididas por un crucifijo flanqueado por el genocida Franco y el falangista Primo de Rivera; a alumnos y alumnas les obligaban a cantar el “Cara al sol”, asistir a misa y rezar a Dios y a la Virgen por la supervivencia de la “España, Una, Grande y Libre” y por la salud del Caudillo.


Esclavizaron a prisioneros de guerra, y los emplearon en la construcción de ferrocarriles, puentes, carreteras, y en la reconstrucción de poblaciones que destruyeron los bombardeos. Miles de estos esclavos fallecieron por la dureza del trabajo, el hambre, el frío, la falta de higiene y las enfermedades. Mientras así padecían los vencidos, los voluntarios del triunfante golpe militar eran agasajados y disfrutaban de privilegios para trabajar, estudiar, acceder a la vivienda, a alimentos, a ayudas sociales, adjudicación de estancos, loterías, taxis... Hasta en los transportes públicos, los mejores asientos se reservaban para los “Caballeros Mutilados”.


Entretanto nuestras abuelas tuvieron que afrontar el hecho devastador de haberse quedado sin sus maridos, o sin sus hijos, asesinados por los falangistas no demasiado lejos de su pequeño pueblo aragonés.


Comenzaban un calvario de años, sufriendo afrentas y humillaciones de todo tipo. Tuvieron que oir de todo desde la misma mañana que supieron del destino de Gregorio, Feliciano, Marcelino y Luis. “Hoy la carne estará barata”, pregonaban las mujeres falangistas de Torrellas, alborozadas por el asesinato de unos trabajadores honrados y cabales cuyo crímen había sido luchar por sus derechos y por los de otros como ellos que sufrían las tremendas desigualdades sociales de aquellos años 30.


Proyectiles de 7 mm. hallados en el Pozo de los Fusilamientos del Castillo de San Felipe en Ferrol (La Coruña). Fuente: Arqueología de la Guerra Civil Española
Tenían prohibido llevar luto y hablar de los suyos, en un intento de que el miedo llevase al silencio y éste trajese el olvido. De no haber sido por el testimonio de algunos que se atrevieron a enfrentarse al terror de aquellos días, ni siquiera hubieran sabido el lugar donde les habían enterrado. Una fosa común en el cementerio civil de Ágreda, donde inhumaban a niños sin bautizar, a los ateos o a quienes no eran afectos a la católica religión. Un lugar degradado que fueron convirtiendo en un auténtico vertedero.

Durante años y años no les fue permitido que visitaran el camposanto, tuvieron que hacerlo clandestinamente, muchas veces al amparo de la noche. La vida fue muy dura para nuestras abuelas. Tuvieron que trabajar de sol a sol en cualquier cosa que saliera para sacar adelante a sus hijos, huérfanos de quienes hasta entonces habían traído el pan a casa tras largas y agotadoras jornadas en el campo, en el ferrocarril… en cualquier ocupación que permitiera ganar una peseta.



Fosa común del cementerio civil de Ágreda. Después de años de sinsabores hoy es un lugar con cierta dignidad. Mi madre recuerda cómo, siendo niña, tenía que encaramarse a la tapia del fondo para contarle a su madre que la tumba de su padre era el vertedero del cementerio.
Aun en la intimidad de sus hogares bajaban la voz y miraban a los lados cuando hablaban con sus hijos sobre lo que les había pasado a sus padres. Era tal el terror que les habían inspirado sus asesinos que algunos no abrieron la boca durante muchos años, y los más procuraron no hablar “demasiado”, no fuera que los niños se traicionasen diciendo algo "inconveniente" durante sus juegos o en sus conversaciones con los adultos. Sabían que las represalias serían terribles. Para protegerles era mejor que no supieran casi nada.

Pero siempre mantuvieron encendida la llama del recuerdo que fue pasando, como una antorcha olímpica, de sus manos a las de sus hijos, y de las de éstos a las de nosotros, sus nietos, y a sus bisnietos.


Siempre me viene a la cabeza la imagen de mi abuela, mujer dura pero tierna con sus nietos, a la que no recuerdo haberla visto nunca reir abiertamente. Tardé muchos años en comprender que la pobre tenía bien pocos motivos para hacerlo. Ella y luego mi madre introdujeron en mi corazón la nostalgia por un abuelo al que nunca conocí y al que siempre he echado de menos como si lo hubiera conocido.


Pasaron también los años de la “modélica” transición. El “pacto de silencio” que se alcanzó sobre las víctimas republicanas de la Guerra Civil y del franquismo se parece mucho a la "Omertá", el código de honor siciliano que prohíbe hablar sobre la mafia, so pena de muerte para quienes incumplan el juramento. No hay más que ver cómo nos tildan a quienes no queremos otra cosa que exhumar a los nuestros de “querer reabrir las heridas”, de “guerracivilistas” o de “sectarios” que sólo miran a un bando de la contienda.


Toda una campaña de insultos y amenazas para impedir que se aplique la tímida Ley de la Memoria Histórica que ha alcanzado su punto álgido con la expulsión de Baltasar Garzón de la Audiencia Nacional y su posterior exilio por haberse atrevido a hurgar en la cal viva de las fosas.


Libro de registro del cementerio de Ágreda en el que consta el enterramiento de dos "aviadores rojos". Hoy se sabe que se trataba de los pilotos Antonio Soto y Luis Gil, de La Unión (Murcia). Sus restos reposan junto a los de nuestros familiares y los de dos vecinos de Vierlas (Zaragoza). Los familiares de uno de estos últimos han solicitado su exhumación pero no nos ha sido posible encontrar a ningún familiar de los pilotos republicanos a pesar de haber realizado numerosas gestiones. Fuente: Curiosidades
Pero ya hemos atravesado el túnel. Parece increíble pero el próximo sábado, a escasos días de cumplirse 74 años del asesinato de Luis, Marcelino, Gregorio y Feliciano, vamos a iniciar los trabajos para su exhumación.

Soy incapaz de describir la mezcla de sensaciones que experimentamos estos días. Nerviosismo, alegría contenida, emoción…Acariciamos con los dedos esos “tiempos futuros y anhelados” (*) con los que tanto hemos soñado.


También tenemos miedos. Miedo a que algún inconveniente de último momento nos impida cerrar de una vez una página tan importante en el libro de nuestras vidas.


Miedo a hacernos conscientes de la violencia con la que fueron tratados los nuestros. No en vano los falangistas, sus asesinos, eran tristemente famosos por su ensañamiento hacia las víctimas.


Cadáveres maniatados con alambre en una fosa común del cementerio de San Rafael, Málaga, octubre de 2009. Fuente: Foto Bazar
Temor, emoción, alegría y... tristeza. Muchos no verán cumplida su ilusión de haber dado a los suyos un entierro digno, de tenerles en un lugar al que poder llevarles un ramo de flores.

En un país que tiene más fosas que Bosnia y cinco veces más “desaparecidos” que los de la dictadura argentina, somos conscientes de que nunca se podrá recuperar la totalidad de los más de 140.000 cadáveres enterrados en cunetas, montes y descampados.


Pero todos, los que ya han sido exhumados, los que van a serlo y los que por desgracia siempre continuarán en fosas ignotas eran de los nuestros.


Por eso cuando una fosa se abre, se cierra una herida.


(*) José Antonio Labordeta. "Somos".

17 comentarios:

RGAlmazán dijo...

Emocinante relato. Entiendo perfectamente lo que sientes, y te acompaño con el pensamiento y el corazón.
Se cerrará esa herida, sin duda, y esperemos que sean muchas más las que cicatricen. Lo que no podrá nadie quitarnos es que les recordemos. Mientras los mantengamos en la memoria, HAN EXISTIDO.

Salud y República

buda dijo...

Son tantas emociones juntas que casi no puedo creermelo,por fin vamos a poder olvidarnos de esa triste fosa común y poder llevarlos a casa,ojala haya muchos otros más que puedan ver su sueño cumplido como nosotros y darles un entierro digno,para poder cerrar esas heridas que tanto tiempo han permanecido abiertas.
Un besico

Martine dijo...

Porque me conoces sabes que me he emocionado con la lectura de tu Entrada, Daniel...Me sumo y asumo las palabras de nuestro Rafa :
.."te acompaño con el pensamiento y el corazón"...

Besos emocionados para tí y flores símbolicas para:Luis, Marcelino, Gregorio y Feliciano.. y tantos, tantos otros

Noelplebeyo dijo...

Muy emocionante, querido amigo...que esa herida se cicatrice, y recibais a los vuestros donde se merecen.

No olvidaremos

Un abrazo

Juan José López JARILLO dijo...

Como ves sigo leyendote(y aprendiendo).

Que cicatrice la herida.

Buen trabajo.

Salud

Jesús Herrera Peña dijo...

Daniel, estoy muy de acuerdo con lo que dices en tu artículo.
Pero la guerra civil, el franquismo sin Franco, la larga dictadura, la paupérrima democracia, las fosas comunes, los fusilados sin encontrar..., todo ello va durar, cuando menos, un siglo.
¿Qué, que no? El 18 de julio de 2036 ya lo veremos.

Salú, felicidá y una pizquita de humor

severino el sordo dijo...

No estare fisicamente pero sabes que en el corazon andare por alli,para mostrar todos mis respetos a quienes se dejaron tanto en esa fosa y en tantas otras,sabes que lo siento de corazòn,nos vemos.

mimi dijo...

Ojala pudieran presenciar todo esto sus mujeres para poder clamar al cielo y gritar todo lo que quisieran sin tener que estar mirando a un lado o a otro con miedo.Mucos años despues,por fin Feliciano podra descansar junto a su esposa y su nieto.Un beso.

Antonio Rodriguez dijo...

Un clarificador relato de lo que sufrieron los que solo querían defender la legalidad republicana. Un relato desde la pasión de quien defiende la dignidad de una persona querida.
Me alegro que al final puedas ver la luz al final del tunel y espero que ninguna trava impida que cuanto antes veas cumplidos tus deseos.
Salud, República y Socialismo

Verdial dijo...

TEngo el corazón encogido tanto de tristeza como de alegría. Por fin muchos vais a poder descansar cuando así lo hagan vuestros familiares.
Os deseo tanta suerte...

Un fuerte abrazo

Daalla dijo...

Amigos y amigas, gracias por vuestras palabras de ánimo las cuales me van a acompañar durante los días de la exhumación. Perdonad la tardanza en contestar. Estos días todo se junta, cuestiones laborales y familiares que pertenecen a lo cotidiano junto a lo extraordinario que supone lo que vamos a hacer por nuestros abuelos. Mensajes y llamadas se suceden sin pausa. Son días de locura. Espero poder estar de nuevo con vosotros el domingo 17 una vez haya podido asimilar tantas emociones.
Un abrazo para todos.

LUX AETERNA dijo...

Querido Daniel:
Recién ahora puedo leer tu post. Espero con muchas ansias que el sábado puedas encontrar los restos de tu querido abuelo, imagino todas las cossas que te deben de estar pasando por la mente. Este blog es una prueba de todo el empuje que le pusiste a esa lucha desesperada por poder cerrar una herida. Desde acá si bien estamos separados por miles de kilómetros quiero que sepas que estoy a tu lado y voy a estar esperando ese ansiado post donde puedas contar las nuevas de tu largo camino en la búsqueda de justicia, si bien parcial ya que no es plena porque los asesinos de tu abuelo posiblemnte ya hayan ido al infierno si existe por lo menos poder disponer de los restos de tu ancestro es un paso importante.
Te mando un fuerte abrazo.

SALUD Y REPUBLICA!

Daalla dijo...

Lux, acabo de ver tu comentario. Me voy rápidamente a un reunión con todos los familiares para ver de solucionar los últimos detalles para la exhumación. Los nervios se me comen, y eso que yo soy una persona muy serena. Sabes que cuento con ese apoyo tuyo y que lo tendré muy en cuenta estos días, no importa la distancia. Como bien dices ójala haya un infierno a donde vayan a parar todos los asesinos del mundo y de la historia. Si lo hay, no tengo dudas de que estará lleno.
Voy a llevar un diario de todo lo que ocurra para poder contarlo en el próximo post.
Otro abrazo para ti, amigo

Ciberculturalia dijo...

Se cierra una herida pero sigamos con la memoria abierta y activa. Recordando para que nunca más vuelva a suceder tanta degradación y barbarie. Como tu con gran esfuerzo haces en cada entrada, en este blog.

Un abrazo muy fuerte

milagros dijo...

Daniel, mirando noticias de Agreda me llevó a la información de las personas fusiladas de Torrellas y fue grande mi sorpresa al ver el nombre de mi abuelo Marcos Bueno,que por lo que explicas, ayudó con uno de sus hijo, Alejandro a trasladar los cuerpos del campo al cementerio. Me emocioné mucho tanto por lo que hicieron como por tu reconocimento hacia ellos. Un abrazo Milagros

Daalla dijo...

Milagros, a mi también me emociona poder llegar a una de las descendientes de aquelos hombres buenos, que hasta lo eran en su apellido. Nunca podremos agradecerles lo bastante lo que hicieron, desafiando al peligro que representaba para ellos en aquellos días de violencia desmesurada, incontrolada, los días del "terror caliente" como son llamados.
Ójala algún día pueda devolverte yo ese abrazo, pero de verdad y bien fuerte.
Hasta siempre, amiga.

Anónimo dijo...

YO tambien estoy buscando a mi abuelo murio en combate y nunca mas se supo por eso entiendo lo que se siente pero lo que mas meduele es que en la actualidad hallan personas que no lo quieran entender y se mire este tema con pudor ...claro ellos saben donde estan sus muertos respecto al juez garzon es vergonzoso que se le hala eliminado de esa manera ,tampoco me extraña pues se diga lo que se diga franco aun no ha muerto del todo salud y republica

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